Geólogos de dos universidades españolas han encontrado en la parte sumergida de Gran Canaria indicios de la existencia de una gran falla submarina entre esta isla y Tenerife que conectaría los procesos volcánicos que formaron el Archipiélago con los movimientos tectónicos del Atlas.
Los investigadores Isabel Blanco, de la Universidad de Burgos, y Fuensanta G. Montesinos y José Arnoso, de la Complutense de Madrid, publican este mes en la revista Scientific reports, del grupo Nature, los resultados de la revisión que han hecho sobre los datos magnéticos recabados en el archipiélago canario por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) en los años noventa.
Estos tres investigadores explican que han encontrado pruebas de la existencia en la parte sumergida del noroeste de Gran Canaria de un gran cuerpo rocoso con polaridad inversa a la orientación magnética actual de la Tierra y un tamaño que representa prácticamente la quinta parte de todo el edificio de la isla.
En este sentido, recuerdan que la enorme montaña que conforma sobre el lecho marino Gran Canaria tiene un volumen de entre 35.000 y 40.000 kilómetros cúbicos, en los que la isla que se levanta casi 2.000 metros sobre el mar solo representa el 2% del total.
El cuerpo con anomalías magnéticas que han detectado en el noroeste de Gran Canaria tiene entre 2.100 y 10.000 kilómetros cúbicos de volumen, su forma es alargada y estrecha, se extiende en dirección Este-Nordeste a Oeste-Suroeste y se prolonga en vertical desde el lecho del mar hasta 6.000 o 13.000 metros más abajo.
Los autores consideran que ese tipo de geometría apunta a que se trata de magmas que emergieron en la fase de crecimiento de Gran Canaria bajo la influencia de una gran falla, y en un momento del pasado de la Tierra en la que los polos magnéticos estaban invertidos respecto al presente (de ahí su polarización inversa).
Este artículo entra de lleno en un debate que se prolonga décadas: el relativo a cuál fue el mecanismo geológico que formó (y sigue formando) las Islas Canarias, si se trata de un punto caliente bajo la corteza terrestre que ha ido aflorando magma hacia la superficie mientras la placa sobre la que se sitúa el Archipiélago se desplaza hacia el Este o si es fruto de mecanismos tectónicos.
En estos momentos, la explicación más aceptada es la primera. Los firmantes de este trabajo no la rebaten, pero consideran que la existencia de una falla entre Tenerife y Gran Canaria ligada de algún modo a la cordillera del Atlas contribuye a explicar mejor el rápido crecimiento que experimentaron algunas de sus islas dentro de ese esquema de pluma magmática sobre la que se desplazan las islas.
Esta no es la primera vez que se sugiere la existencia de una falla en los fondos situados entre Gran Canaria y Tenerife. Lo hicieron en 1971 dos científicos británicos (Bosshard y MacFarlane) tras un estudio gravimétrico y la hipótesis volvió a cobrar fuerza tras un terremoto de 5,2 que se registró en esa zona en 1989.
Los responsables del trabajo que este mes publica Scientific reports subrayan que sus datos coinciden de manera “extraordinaria” con los recabados hace cuatro décadas por Bosshard y MacFarlane y “prueban tanto la presencia de un importante elemento tectónico como su influencia en los primeros momentos de evolución de las islas”.
“Merece la pena precisar que, aunque esa falla entre Tenerife y Gran Canaria no haya estado activa en tiempos recientes ni lo esté hoy, nuestro modelo magnético indica que condicionó el ascenso del magma en la parte central del archipiélago durante las primeras etapas de crecimiento de la isla de Gran Canaria”, añaden.
La tesis de estos geólogos, ligados al grupo Geodesia de la Complutense, es que “la génesis de Canarias estuvo muy condicionada por un contexto de tectónica de desgarre probablemente conectado que los movimientos tectónicos del Atlas”, en el norte de África.