Cuando el fuego te asalta en medio de una carretera

Monumento a las víctimas del incendio de 1984

Macame Mesa

Las Palmas de Gran Canaria —

Un viaje por carretera, un incendio y un cambio de viento. La tragedia que ha sufrido Portugal, donde al menos 30 personas han sido encontradas calcinadas junto a sus vehículos tras quedar atrapadas en un infierno cuando trataban de ponerse a salvo de las llamas, no resulta desconocida para los españoles.

Más de tres décadas separan en el tiempo la catástrofe que ha tenido lugar en la vía que une los municipios de Figueiró dos Vinhos y Castanheira de Pera, con una carretera en el Roque de Agando, ubicada en la isla canaria de La Gomera, donde ocho personas perdieron la vida cuando el fuego les asaltó por la espalda. Entre ellas, el gobernador civil de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, Francisco Javier Afonso Carrillo.

Un monumento situado en el Parque Nacional de Garajonay recuerda hoy en día a las 20 víctimas del incendio que quemó 900 hectáreas de vegetación y dejó decenas de heridos a los pies del Roque de Agando en septiembre de 1984.

Hasta la fecha se desconocen los motivos por los que se originaron las llamas, detectadas en las últimas casas del barrio de La Laja del municipio capitalino de San Sebastián de La Gomera. El fuego se expandió rápidamente durante los dos primeros días, llegando a alcanzar la cumbre el 11 de septiembre. A las 12.00 de la mañana de la segunda jornada, cuando parecía que la situación estaba controlada en el barranco de Ojila, llegó a La Gomera el gobernador civil.

Sin embargo, un cambio de viento hizo que se levantara el fuego del fondo del barranco y subiera hacia el canal en dirección a Ojila y Agando. Momento en que comenzó la tragedia.

Mientras se daba orden al personal de que se retirara, la comitiva oficial que acompañaba a Afonso Carrillo– entre los que se encontraban el secretario del gobernador, Bartolomé Alonso; su chófer, José Brito Villalba, y el sargento de la Guardia Civil Florencio Ballesteros Jiménez - se situó en las proximidades del Roque de Agando para observar la evolución del incendio y evaluar el alcance de las pérdidas que había ocasionado.

Entonces, a los pies del Roque de Ojila, surgió otro brote de fuego avivado con gran virulencia por el viento, que comenzó a soplar de norte a sur y que sorprendió a la comitiva en su marcha por la carretera dorsal. Según recuerda un artículo publicado por El País, “el fuego les asaltó por la espalda, en medio de una vaguada, cuando desesperadamente buscaban una escapatoria”.

El incendio no se dio oficialmente por extinguido hasta que comenzó a llover en la Isla, nueve días después de que se decretase su inicio.

Seguir instrucciones y evacuar con antelación

El ingeniero técnico forestal y analista de incendios Diego Díaz asegura que dos de cada tres accidentes en este tipo de situaciones se producen cuando la gente evacua en el último momento. “La cuestión es anticiparte, lo antes posible, a lo que te pueda pasar. No tienes que estar circulando por esas carreteras cuando hay un gran incendio forestal activo por la zona”, apostilla.

Díaz explica a Canarias Ahora que los fallecidos en La Gomera no eran efectivos de los servicios de extinción y, por lo tanto, no tenían conocimientos sobre el comportamiento del fuego. Eso les hizo situarse en “la peor zona, que es en la parte de arriba y encima en un collado”.

En Portugal, sin embargo, el suceso se produjo en una carretera que pasaba por la trayectoria del principal frente de propagación.

El técnico y analista recomienda seguir las instrucciones de los equipos de emergencia, que como norma general evacuarán los núcleos habitados con antelación. “Lo que puede pasar es que haya gente que no quiera evacuar y se quede allí, eso sí es peligroso y puede pasar lo mismo que en Portugal”, lamenta.

A pesar de las labores de prevención que se llevan a cabo durante todo el año, nadie está lo suficientemente preparado para un gran incendio forestal que además esté afectado por condiciones meteorológicas adversas. Díaz explica que “da igual que tengas más helicópteros, hidroaviones o personal, no lo vas a parar, porque no es un tema de la llama, sino de la cantidad de combustible y biomasa forestal que haya acumulada”.

La clave para que esto no ocurra, explica, tiene que ver con un modelo socioeconómico que reavive al sector primario e incremente los cultivos, que suponen uno de los principales obstáculos al fuego.

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