Subirse al escenario lo puede todo, puede incluso con el sacrificio que supone dedicar diariamente más de dos horas a ensayar con la murga. No es una obligación, ni tampoco una afición sin más; pertenecer a una murga supone un estilo de vida, una cultura que atrae a un gran número de canarios.
Las Traviesas saben muy bien de qué se trata. Es una murga joven y este será su segundo año participando en el concurso de murgas que anualmente se celebra en Las Palmas de Gran Canaria. En menos de un mes, 19 murgas se darán cita en el parque de Santa Catalina y eso trae consigo los nervios y la emoción de quienes llevan todo un año esperando ese gran momento.
Cada día Las Traviesas comienzan sus ensayos a las ocho y media de la tarde y durante dos horas se dedican a cantar las letras que compone Junior Alonso, el armonizador. Por otro lado, Walkiria Reyes dirige a las jóvenes murgueras, que desde una hora antes del comienzo de los ensayos, se amontonan en la puerta del local 29 en la calle Joaquín Belón de la capital grancanaria.
Mientras esperan la orden de Walkiria para comenzar, comentan entre compañeras cómo les ha ido en su rutina, qué planes tienen para el fin de semana y como no, sugerencias sobre el disfraz y aquellos pormenores que aún quedan por preparar para el 'gran día'.
Dan las 20.30 horas y las jóvenes se van colocando en el interior del local con sus trompetas en mano mientras Walkiria les informa de las novedades del día. Todo listo para empezar a entonar.
“Somos una familia, todo el día juntas, ensayando y preparando el disfraz. A veces vemos más a las compañeras de la murga que a nuestras propias familias”, explica la directora, que con mucha paciencia atiende a las sugerencias de cada una de sus “niñas”.
“Yo comencé dirigiendo la murga por casualidad, salió el proyecto de Las Traviesas y el armonizador me eligió. No quería, pero me atreví a enfrentarme a este reto, pensando que no aguantaría más de un mes”, comenta Walkiria, que ya lleva dos años al mando de Las Traviesas y con la ilusión de continuar.
A pesar de ser aún novatas como murgueras y no haber obtenido ningún premio en el concurso de murgas de Las Palmas de Gran Canaria, Walquiria habla del reconocimiento de las demás murgas, algo que desde el principio les ha animado a seguir adelante.
Entre actuación y actuación por los pueblos y barrios de la capital grancanaria terminan el Carnaval en abril aproximadamente y en mayo comienzan a preparase para el año siguiente. Los primeros meses se reúnen dos o tres veces por semana, pero una vez llega septiembre, el ensayo se hace diario. Sin embargo la directora de Las Traviesas explica que “no lo puedes dejar, es sentimiento y ganas, vives para el carnaval”.
Qué espera el armonizador
“Los aplausos, que te escuchen, el apoyo de tu afición y que te animen, es lo más bonito, nosotros lo vivimos”, añade Walkiria. Con ella coincide Junior Alonso, el armonizador cuando dice que lo lleva “dentro, desde chiquitito”.
Alonso sonríe cuando comenta que ya lleva 17 años armonizando y este año espera “que Las Traviesas sigan enamorando como ya lo hicieron el año pasado”. Para este armonizador lo más importante de una murga es “decir mucho sin decir nada, ya que insultar sabe hacerlo todo el mundo, pero con educación? Hacer reír es lo más difícil”.
El sentimiento de las murgueras
Xiomara Caballero es una de las jóvenes murgueras de Las Traviesas y también destaca “el afán de hacer reír, conseguir reivindicar aquellos que no nos gusta de la sociedad”. Para ella la murga es sobre todo, un “estilo de vida”.
Jennnifer es otra de las componentes de Las Traviesas e insiste en que la murga es como su “segunda familia. Cuando te subes al escenario se te olvida todo porque es la oportunidad que tenemos los murgueros para manifestar los problemas que sufrimos durante todo el año”.
Con o sin premio, mejor o peor letra, sin duda lo más significativo para una murga es llegar y conectar, ganarse al público y conseguir ese feedback que llena de adrenalina a cada una de estas chicas. No escatiman en esfuerzos porque como señala Walkiria, “lo más importante es el cariño de mis murgueras”.