Los 25 inmigrantes que han llegado la madrugada de este sábado con vida al puerto libio de Trípoli a bordo del pesquero español Nuestra Madre de Loreto, así como los restos mortales de otro joven inmigrante, fueron entregados a las autoridades del país norteafricano a las 03,45 horas (hora local), informó el patrón del barco, José Luis Sestayo.
La policía libia se ha ocupado de estos inmigrantes y que “según un intérprete, su situación se presenta bastante incierta tras permanecer seguramente unos días detenidos”, según el capitán Sestayo.
Los 25 inmigrantes desembarcados en Trípoli son de edades comprendidas entre los 18 y 25 años, y el cadáver es el de un joven de unos 18 años.
El patrón del pesquero agregó que hasta las 20,00 horas de este sábado, el Nuestra Madre de Loreto no podrá repostar de gas oil, y seguidamente volverá a su campaña de pesca de la quisquilla, iniciada el pasado 9 de mayo, para regresar a Santa Pola previsiblemente el 8 o el 10 de julio.
Una comisión española, encabezada por el encargado de Asuntos Políticos, Consulares y Culturales de la Embajada en Trípoli, José Manuel Pascual García, se empleó hasta el último momento en las gestiones administrativas para el atraque y desembarco de los inmigrantes.
Los 26 inmigrantes a bordo, uno de ellos muerto, había entrado a las 03.15 horas (hora española) en el puerto libio de Trípoli, según había informado el patrón del barco, con base en Santa Pola (Alicante).
Estos inmigrantes, que habían sido rescatados el miércoles, día 13, por el pesquero español a 95 millas de la costa próxima a Trípoli, cuando viajaban en una patera, han viajado durante tres días junto a la tripulación del Nuestra Madre de Loreto.
En la tarde de este sábado el pesquero obtuvo finalmente permiso de atraque y de desembarco de los inmigrantes irregulares al puerto de la capital africana, tras las gestiones oportunas del gobierno español.
Hubo un primer intento fallido en la madrugada de este jueves, que hizo desistir al pesquero alicantino de atracar en Trípoli cuando sólo le faltaban 40 minutos para su llegada a puerto, por no contar con el debido permiso.
En el momento del rescate, el pasado miércoles, según un hermano del capitán Sestayo, y, pese a estar el mar “en calma”, uno de los ocupantes del cayuco se arrojó por la borda y pudo ser finalmente rescatado, si bien luego la patera volcó y los pescadores españoles sacaron del agua a los inmigrantes, uno de los cuales, que sangraba por la boca, murió.
Asimismo informó de su intención de regresar “a recoger los aparejos, que hubo que dejar a 90 millas de aguas de Trípoli cuando rescatamos a los 26 inmigrantes, y retomar nuestro trabajo” y “una vez superados el cansancio, la falta de sueño y el fuerte impacto emocional de los últimos tres días”.
“Van a estar peor en Libia que en el pesquero”
Sin apartar la vista del pesquero, entre lágrimas y preguntando con la mirada a la tripulación “¿dónde nos habéis traído?”, desembarcaban esta madrugada en Trípoli los 25 inmigrantes rescatados el miércoles por el Nuestra Señora de Loreto a 90 millas de Libia, explicó este sábado el patrón José Luis Sestayo.
El marinero, en conversación telefónica desde el puerto, dejaba entrever una preocupación: “Los chavales”, todos ellos “muy educados”, van a estar “peor” en Libia de lo que lo han estado los últimos tres días en el pesquero alicantino, donde han compartido los 27 metros de eslora del barco y las provisiones con sus catorce tripulantes.
Desde la noche del miércoles, cuando la patera en la que viajaban se encontró con el pesquero a 90 millas frente a las costas de Libia, los inmigrantes, de entre 18 y 25 años, “se reían, hablaban como podían con los marineros sobre fútbol y miraban una revista que teníamos. Estaban contentos porque pensaban que iban para Italia o España”, comenta el patrón.
La comunicación era difícil, por señas y unas pocas palabras en inglés, pero la mayoría -señala Sestayo- tenía la ilusión de que eran llevados hacia uno de estos dos países hasta poco antes del desembarco en Libia, y recibieron con tristeza la noticia.
De madrugada, cuando el pesquero llegó a Trípoli, las autoridades libias ya los estaban esperando a la entrada del puerto, y un grupo de funcionarios subió a bordo, agrupó a los inmigrantes en cubierta y allí les hizo preguntas durante diez minutos hasta que se los llevaron a tierra, relata Sestayo.
Ya en el puerto, los inmigrantes estuvieron sentados en el muelle durante 40 minutos y después llegaron varios coches que se los llevaron.
El patrón de pesca recordaba esta mañana que los jóvenes “miraban todo el rato al barco”, que muchos estuvieron esos 40 minutos en tierra llorando, que otros se resistieron a ser llevados a los coches, y que parecía que con la mirada les preguntaban: “¿dónde nos trajisteis?”.
“No es buena cosa” lo que les pueda pasar ahora, afirmó Sestayo, quien reconoció que él mismo no está “contento de estar” en Libia y quiere irse del puerto de Trípoli “cuanto antes”, en cuanto repongan todas las provisiones y el combustible.
Sobre los chavales, que fueron rescatados junto con un cadáver, le llamó la atención que eran muy educados, que cumplían todas las órdenes, que “no montaron ninguna discusión” y que tampoco “decían ni una palabra más alta que otra”.
El patrón, que volverá junto al resto de sus tripulantes a la campaña de pesca de quisquilla en cuanto puedan abandonar el puerto, sabe que cada vez que comience una nueva campaña podrán encontrarse con problemas como éste, sobre todo cuando “la calma y los anticiclones” favorecen el buen tiempo, pero contesta con resignación: “¿qué le vamos a hacer? No se les puede dejar morir”.