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El mapa de la calidad de vida en Europa: solo en el norte de España viven mejor que en Gran Canaria y Tenerife

Toni Ferrera

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¿Cómo medir la calidad de vida? ¿Se puede hacer algo así? ¿Qué indicadores hay que tener en cuenta? Un estudio del Observatorio en Red de la Ordenación del Territorio Europeo (ESPON, en sus siglas en inglés), una think tank de investigación aplicada cuyo objetivo es dar cobertura a la formulación de políticas territoriales de desarrollo en Europa, ha tratado de hacerlo.

No han optado por la vía rápida: acudir al Producto Interior Bruto (PIB) y sacar conclusiones. Han preferido apostar por factores que van desde la disponibilidad y precios de vivienda a la calidad del aire, agua, ruido y contaminación, pasando por la accesibilidad al mercado laboral, esperanza de vida, índice de corrupción y disponibilidad de áreas naturales. Son muchas variables, alrededor de 50. Y entre todos esos factores, la ESPON ha calculado una ratio del nivel de la calidad de vida (o satisfacción con la vida) que va de cero (muy mala) a 1 (muy buena).

Los datos están divididos en tres grandes grupos (índice de facilitadores para una buena vida; índice de desarrollo vital; índice de satisfacción con el entorno) y nueve subgrupos. Todos ellos están estructurados mediante un sistema complejo de jerarquización para que unos valores (por ejemplo, la existencia de áreas protegidas) no valgan lo mismo que otros más relevantes (camas libres en hospitales). La ESPON se ha apoyado en el sistema NUTS 3 (Nomenclatura de las Unidades Territoriales Estadísticas) de la UE para elaborar el informe.

El mapa adjuntado muestra a nivel territorial lo que la ESPON denomina TQoL, “la capacidad de los seres vivos para sobrevivir y prosperar en un lugar, gracias a los factores económicos, sociales y condiciones ecológicas que sustentan la vida en esa zona”. El mapa muestra un alto nivel de vida en los países nórdicos, en particular en Noruega, Suecia e Islandia, pero también en Finlandia y Dinamarca. Las regiones del suroeste de Alemania, Suiza, el oeste y algunas zonas de Austria, los Países Bajos y Reino Unido también exhiben altos registros.

“En general, los resultados reflejan, en cierta medida, un patrón de periferia-central impulsado principalmente por los indicadores económicos relacionados con la salud, la educación y el mercado laboral de las regiones europeas”, agrega el estudio.

A la ESPON le resulta “curioso” la ratio de TQoL que reportan varias zonas del Mediterráneo, como el País Vasco, Cantabria, Cataluña, Madrid y partes de Castilla y León; también Macedonia oriental, el noroeste de Grecia, Malta, Chipre y regiones septentrionales de Italia.

“En general, las zonas capitales y las grandes ciudades, como París y Bruselas, obtienen mejores resultados, pero, además, Varsovia y Cracovia se desempeñan mejor que la mayoría de las áreas urbanas de Polonia, Lisboa y Oporto, Praga, Bratislava y Zagreb”, añade.

El gráfico de arriba muestra la relación entre el PIB per cápita de todas las regiones NUTS 3 de la Unión Europea (a diferencia del mapa, no figuran las del Reino Unido) y el valor TQoL. Vemos que existe un claro patrón que vincula a las áreas más ricas con mejores niveles de calidad de vida. No hay regiones con un PIB per cápita superior a 50.000 que no supere un registro TQoL de 0,5. Mientras, para las regiones más pobres, esos registros están un poco más lejos, sobre todo en países como Albania, Bulgaria, Hungría, Rumanía y Macedonia.

España y la diferencia entre el norte y el sur

En España se aprecia una considerable brecha entre el norte y el sur del país. Las provincias de Andalucía cuentan con los valores más bajos del Estado, como Cádiz, con una TQoL de 0.44, Sevilla (0.43) y Granada (0.43). Mientras que Bizkaia (0.63), Gipuzkoa (0.61) y Cantabria (0.59) reúnen las cifras más altas.

En esta, la división histórica en España entre norte y sur, emerge por sorpresa la comunidad autónoma de Canarias, en especial las dos islas capitalinas, Gran Canaria y Tenerife.

Gran Canaria cuenta con un nivel de calidad de vida de 0.58, el quinto mejor puesto (de 59 en total) del Estado. Según los cálculos de la ESPON, hay algunas variables en las que no destaca, como en vivienda y servicios básicos, transporte y oportunidades de consumo. Pero sí lo hace en salud medioambiental, infraestructuras verdes, pertenencia social y sanidad. Con respecto a Tenerife (0.59), la imagen es bastante similar.  

Las peores islas serían Lanzarote y Fuerteventura. En ambas los indicadores de salud personal, confianza en los gobiernos y protección de los ecosistemas son de los más bajos del país. Lanzarote ocuparía el puesto número 34 a nivel nacional, mientras que Fuerteventura se quedaría en el 41.

Que varias islas del Archipiélago se encuentren en la zona alta de la clasificación es cuanto menos interesante. Contrasta con los datos de paro (la autonomía con la tasa de desempleo más alta del país), paro juvenil (también la más alta) y la tasa de riesgo de pobreza (tercera, solo por detrás de Andalucía y Extremadura). Por eso la ESPON pide interpretar los datos “con precaución”.

“Estos mapas europeos a nivel regional se vieron afectados por el rango limitado y, en algunos casos, calidad inconsistente de los datos estadísticos disponibles. En particular, la disponibilidad limitada de indicadores ambientales e indicadores subjetivos vinculados a la protección de la vida y la proyección de futuro”, explica.

Además, es un estudio prepandemia cuyos indicadores oscilan mucho en el tiempo. Por ejemplo, para la tasa de desempleo no recoge el último valor disponible, sino una media desde 1999 a 2018. O para la variable de cuántas personas cuentan con internet en casa, que recoge una media desde 2008 a 2019. La mayoría de estos datos se pueden buscar en el índice de Progreso Social por regiones de la Unión Europea.

¿Por qué hace esto la ESPON? El Plan de trabajo del Comité de la Regiones (Comisión de Medio Ambiente, Cambio Climático y Energía) señala que la máxima prioridad de los responsables políticos es “garantizar que la acción climática sea nuestro mayor aliado en la formulación de estrategias de recuperación sostenibles”. El estudio apunta que la crisis derivada de la pandemia de coronavirus “enfatiza la importancia de garantizar una mayor resiliencia de los territorios en términos de salud y factores sociales y económicos”. Y por eso pone a disposición de los gobiernos este proyecto de investigación para integrar los valores de TQoL en la toma de decisiones. 

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