Pedro, éste no es el camino
Sin la menor duda, las personas demócratas y decentes hubiéramos preferido que los socialistas europeos, incluido el PSOE, no hubieran metido en el gobierno de la UE a un candidato de la neofascista que manda en Italia, Giorgia Meloni. Pero la pifia del PP de Feijóo y Dolors Monserrat al intentar tapar su fiasco en Valencia cargándoselo a Teresa Ribera abocó a esa componenda. Previamente, los votantes europeos se habían inclinado en las elecciones hacia la derecha y la ultraderecha.
Sin la menor duda, hubiéramos querido que los estadounidenses no hubieran tenido que elegir entre Donald Trump y Kamala Harris, la vicepresidenta de Biden. Pero, como ya comentamos, ni el unicornio ni ninguna otra criatura mitológica concurrían como candidatos.
Previamente, habíamos intentado hacer ver -casi a gritos- que la deriva de fomentar la burricie de las personas, aturdirlas con mentiras y hacerles creer en soluciones mágicas era el camino que conduce exactamente a esto.
Sin la menor duda, hubiéramos deseado que los valencianos, conocedores del personaje que se presentaba a presidente de la Generalitat, y de la trayectoria de su partido, el PP, en la Comunidad, le hubieran dado un par de vueltas a qué podían esperar de ellos en las duras y en las maduras. En las maduras, ya sabemos, mucha palabrería; en las duras ya lo han, hemos, comprobado con horror. Una ineficacia sonrojante, aderezada con un descaro portentoso en la asunción de responsabilidades, una desvergüenza de pasmo total en las contratas para la reconstrucción y finalmente la elección de un vicepresidente militar, teniente general en la reserva que dice no aceptar órdenes políticas y retuitea comentarios de ultraderecha, y a quien Mazón, acaba de encargar sea el que se entienda con el gobierno, con quien manda el dinero y los medios para todo esto. Y ya van casi 62 millones de euros en contratos a dedo a empresas vinculadas a tramas corruptas del PP, de las que engrosaron la Caja B del dinero sucio -bajo mano- del partido.
Los familiares de las 220 personas fallecidas hubieran preferido que Carlos Mazón estuviera en su puesto en lugar de andar desconectado en un restaurante, siquiera que alguien de su gobierno hubiera trasladado los avisos de alerta de la Dana que llegaba. Ahora otra de las secuaces de Mazón, su portavoz, dice que no tenían aviso alguno sin mover un músculo de su cara. A estas alturas y por más que estrujen los datos, sin la menor duda sería preferible que ese individuo y todo su equipo estuvieran ya en su casa desposeídos del cargo y preparando su defensa legal.
Por supuesto que hubiéramos necesitado que la justicia actuara también contra los responsables de la Comunidad de Madrid firmantes de un protocolo que privó de traslado hospitalario y asistencia médica a miles de ancianos en las residencias a su cargo. Porque, así, murieron con enorme dolor 7.291 personas de las cuales 4.000 se podían haber salvado, según la comisión que estudió exhaustivamente el caso. Y lo quisiéramos así para que, de entrada, la arrogante y deslenguada presidenta de esa enorme tragedia evitable no pudiera mofarse y preguntarse de dónde sacan las familias de los fallecidos tan amargamente, lejos de ellos, dinero para presentar denuncias e intentar que se haga justicia. Que Ayuso mencione las financiaciones no se sabe si es más chulería o una enorme torpeza.
Valencia, la UE, Aldama... Con todo ello y más, hemos llegado hasta aquí para entender que el camino de las utopías falla más que una escopeta de feria y es más eficaz el de ellos: la mano dura, la acción/reacción contundentes. Es tristísimo y más constatarlo tras toda una vida de lucha, pero precisamente por eso, desde la experiencia, se ve más clara la necesidad de cambiar de táctica y al menos intentar dejar un mundo más habitable.
Sin duda hubiéramos preferido que la sacrosanta Transición no fuera una estafa como se contempla en sus consecuencias desde el hoy. Una componenda que dejó en pie muchas de las bases donde se asentó la dictadura. La justicia, esos partidos corruptos y descarados, esos medios que abochornan al periodismo, buena parte de la educación al amparo del Concordato con la Santa Sede, sesgada y subvencionada.
Con toda convicción, preferiríamos vivir entre ciudadanos que valoran la ciencia y el progreso sin esos especímenes que niegan hasta la evidencia palmaria de la emergencia climática, incluso cuando la atestiguan verdaderas catástrófes. Es desolador comprobar los ataques recibidos por el científico del CSIC Fernando Valladares solo por advertirlo, entre otros muchos. Saber que vivimos entre seres cuya inclinación a tragarse cuentos absurdos y mayúsculos nos condiciona a todos.
Conscientes de que conformarse con el mal menor nos ha costado carísimo en España, nos vemos obligados sin embargo a engullir lo que no sería nuestra principal opción, pero lo que viene es cada vez peor -y esperen que ni siquiera queda ahí- y algo hay que hacer.
Se nos están comiendo vivos ¿no lo ven? Aquí, y en Europa, y queda por llegar la ola de imbecilidad que impulsa Estados Unidos con consecuencias que serán trágicas con seguridad. Y por allá los genocidios amparados y más arriba esa estúpida provocación para ver si damos salida a más armamento y más chulería.
Aguantar no es el camino. Menos mal que tenemos un gobierno progresista ¿verdad? pues el presidente está acosado por los cuatro costados. Mientras campan en la impunidad mazones y ayusos y toda la tropa de la Gürtel.
Este jueves, medios y política rastrera se vieron por fin capaces de arrinconar la tragedia de Valencia para lanzarse a la yugular de Pedro Sánchez y su gobierno. Un delincuente, Víctor de Aldama, en su estrategia de defensa soltó basura a espuertas. Hay cosas que hacen saltar las alarmas de cualquiera menos de quienes no quieren oírlas. El tipo menciona sus trabajos para una media docena de Agencias de Inteligencia mundiales. Un auténtico fenómeno al agente quíntuple y séxtuple, único en el mundo. Pero eso jamás detiene a los perturbadores del sistema y asistimos a estas vergüenzas publicadas a toda portada una y otra vez.
Se han emocionado tanto, animándose unos a otros, que Feijóo ya se ofrece para una moción de censura, Vox dice que le apoya. Piensan en “otro” partido a ver si por fin sale lo de Junts, pero los catalanes dicen que no. Mañueco pide la dimisión del presidente y hasta aquel pobre tránsfuga navarro se apunta a una censura radical como si, en efecto, Víctor de Aldama fuera la palabra de dios. Digno de estudio: se creen a los medios que manipulan en favor del PP.
No basta con negarlo -hay demasiados medios que mienten o marean que hace parecido efecto-, ni con presentar denuncias como ha hecho ya el PSOE -hay demasiados Peinados-. Por cierto, en el caso de que Aldama fuera condenado por calumnias, también deberían serlo quienes han publicado sus declaraciones como verdad de fe, sin comprobar nada. Dejen de discutir y explicar. No se puede ser educado con los groseros, es inútil argumentar con quienes ni creen en la democracia.
¿De verdad no hay forma de impedir que cualquier organización ultra se plante en un juzgado con una denuncia y encuentre tantas veces un magistrado que la tramite? Solo las sociedades corruptas tienen tal número de querellas en marcha. ¿De verdad cualquiera con pasta y mala baba puede iniciar un proceso? ¿No será cuestión de revisar algunos procedimientos? ¿Y qué hacen los órganos que supervisan el leal cumplimiento de las leyes? Para los legos en la materia lo que pasa en España nos parece un tanto raro.
¿Y para cuándo los cierres temporales y las multas a los propagadores de bulos y amenazas? Que siga impune Juan Manuel de Prada y el ABC tras pedir ahorcar y descuartizar al presidente Sánchez, no se comprende. Porque no es bonheur democrática, casi parece miedo a la reacción. Y si lo es ¿Por qué no se atajan los surtidores?
Sin duda hubiéramos querido otra España y otro mundo. Mucha gente se ha empeñado en lograrlo, con mucho esfuerzo, muchas pérdidas. No hay derecho a esto.
El amargo realismo nos enseña que ni siquiera un gobierno socialdemócrata pudo mantenerse porque nunca fue aceptado y aún se quejaban los utópicos de que era poco de izquierdas. Hay que reconocer que Pedro Sánchez hace con el actual y sus apoyos parlamentarios auténticos malabares. Pero la ola nacional y mundial aconseja sentar y fijar bases sólidas. Seguro que se pueden hacer muchas cosas. Proyectar en TVE en Prime Time el documental 7291 sobre las muertes en las residencias de Madrid. Echar a Mazón del gobierno o controlar al menos el surtidor de dinero público que anda repartiendo. Todo el dolor y el daño sufrido merecen mucho más de lo que tienen.
De los pequeños pasos a las grandes zancadas. El realismo es enfrentar lo que hay. Desde la burricie programada de los ciudadanos que obran contra sus intereses incluso, a atajar todas las fallas sin tibieza alguna, caiga quien caiga. En general las organizaciones de corte mafioso valoran la fuerza y la firmeza. Quizás es la mejor forma de parar tanto matonismo, a todos los niveles. Es que hasta en el simple entretenimiento televisivo hay puñaladas traperas.
Sin duda hubiéramos preferido no necesitar ni utopías para vivir en una sociedad democrática y honesta, pero llegados a la encrucijada, al borde del abismo, no hay otra que cambiar de táctica y de rumbo.
Lo habitual es que escriba los artículos comenzando por el título, pero hoy la efectividad me inclina a ajustarlo ahora. Porque esto va “A la atención de Pedro Sánchez, su gobierno, los políticos decentes y los ciudadanos ávidos de acabar con tanta inmundicia”.
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