Cuando Milagros Álvarez Sosa era apenas una niña, le apasionaban las películas sobre historia antigua, las de romanos y las de Egipto que veía en la televisión, sobre todo en vacaciones. Poco a poco, ese paisaje enigmático y desértico que se dibujaba a las orillas del río Nilo despertó por completo su interés por esa parte de la historia de la civilización y así fue como se propuso ser egiptóloga. Primero estudió en su municipio natal, Los Llanos de Aridane (La Palma), hizo la selectividad en La Palma y realizó su licenciatura en Historia en la Universidad de La Laguna (ULL). Le ha ocurrido en más de una ocasión, cuando imparte una charla en un colegio de su isla, que hay quien se sorprende por que sea palmera y egiptóloga. A ello, siempre contesta que la clave está en el esfuerzo y en las ansias de superación. “Da igual que seas palmero, mañana, igual puedes llegar a descubrir un planeta”, “no importa el lugar del que procedas”, comenta a los jóvenes.
La doctora en Historia Antigua en la rama de Egiptología se ha convertido con los años en referente de su campo. Ha llegado a publicar numerosos libros que desvelan enigmas del antiguo Egipto. Entre sus publicaciones destaca La Muerte y el Más Allá en el Libro de los Muertos, Tierras de Momias. La técnica de eternizar en Egipto y Canarias, Momias. El secreto de su vida eterna, La colección egipcia del Museo Nacional de Bellas Artes de la Habana y la novela gráfica sobre el Egipto Antiguo, La Reina del Valle del Desierto, publicada en varios idiomas.
Álvarez combina ahora su carrera de egiptóloga con su labor como historiadora, dirigiendo el proyecto de la Casa Museo Cayetano Gómez Felipe, que previsiblemente en el mes de agosto verá la luz en la ciudad tinerfeña de La Laguna. Se trata de una casa antigua del siglo XVIII que perteneció a su paisano de Los Llanos y que está llena de antigüedades. Su objetivo es acercar al público a la historia de Canarias a través de los objetos, ya que considera que la cultura debe ser divulgada y que el conocimiento no debe quedar relegado a las revistas científicas o a los congresos. A través de los recuerdos de objetos que podemos asociar en nuestra memoria a las casas de nuestras abuelas o nuestras familias, nos hace conectar con la historia y la cultura de las Islas.
Pese a la polémica surgida en las últimas semanas, en las que se ha cuestionado la selectividad y el sistema educativo de Canarias, Álvarez está convencida de que en las Islas hay investigadores haciendo trabajos “muy buenos” en distintos campos, lo que ocurre es que muchas veces no se divulga su trabajo. Además, considera que en toda España se estudia lo mismo, pero no todo el mundo tiene la posibilidad económica de irse a estudiar fuera de su tierra. En su caso, destaca que tuvo que salir de las Islas para seguir formándose e investigar porque la profesión que eligió así lo requería. Por ello ha pasado largas temporadas en Italia, en Egipto y en La Habana, investigando. En todo lo que ha conseguido, asegura estar muy agradecida al esfuerzo y apoyo de su familia.
Álvarez ha sido reconocida en numerosas ocasiones y ha dirigido misiones en Egipto que han servido para poner luz a la historia de la civilización. Aunque se lo toma con modestia, en sus proyectos ha ahondado en los rituales fúnebres de esta civilización y, en una de sus misiones, descubrió una réplica de la tumba de Osiris. Un enterramiento singular ya que se esconde un pozo que lleva a varias cámaras funerarias situadas bajo 15 metros.
En su empeño por divulgar la cultura, ha realizado diferentes proyectos educativos en Canarias entre la juventud a través de publicaciones que buscan difundir de una manera original la historia y patrimonio de las islas. Cuenta que esta faceta la desarrolló porque cada vez que impartía una charla percibía que los niños y niñas sabían o habían escuchado hablar más de Egipto que de la propia historia de las Islas. Así fue como se empeñó en profundizar su formación sobre historia de Canarias para poder contribuir en su difusión. Su proyecto actual con el museo que está a punto de abrir sus puertas persigue la misma finalidad.