Toldos, bullicio y gentío han marcado un año más la tónica de las fiestas más populares de la cumbre grancanaria. Como cada año florecen los almendros en Tejeda, el frío cala hasta los huesos y muchos son lo que se aventuran a pasar la jornada curioseando de puesto en puesto.
Temprano comenzaba el ajetreo para los puesteros que ofrecían los productos más típicos de la tierra, además de aquellos donde la almendra cobra gran protagonismo. Truchas, mantecados, frangollo y el aceite hicieron las delicias de las miles de personas congredadas en el pueblo desde el sábado.
La lluvia, que dio un pequeña tregua durante las primeras horas de la mañana, hizo suy aparición pasado el mediodía, pero ni tan siquiera eso logró enturbiar el ambiente festivo. Improvisados chubasqueros, gorros y algún que otro periódico sirvieron como resguardo para seguir disfrutando de la exhibición de tubas suizas celebrada en la plaza del pueblo.