Las particularidades del enfermo crónico de pulmón en Canarias: le cuesta más dejar de fumar y padece más del corazón

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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El interés de Juan Marco Figueira por la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) viene de lejos. Hace ya más de una década este médico empezó a ver que algo no cuadraba, que lo que veía en los pacientes que atiende con esta patología respiratoria en su consulta de Neumología del Hospital de La Candelaria, en Tenerife, no siempre coincidía con lo que leía en las guías o en los artículos científicos. Comenzó a estudiar a la población de su isla, pero quiso ir más allá y contactó con especialistas de otros puntos del Archipiélago para tratar de confirmar sus hipótesis. Esa inquietud ha acabado cristalizando en una amplia radiografía del paciente con EPOC en Canarias y de sus particularidades, de una serie de singularidades que complican el manejo de una enfermedad que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la tercera causa de muerte en el mundo (más de tres millones de fallecimientos en 2019) y, además, está infradiagnosticada, lo que la convierte en un problema de salud pública de gran magnitud. 

La EPOC es una patología respiratoria que provoca una obstrucción crónica del flujo de aire en los pulmones. Sus síntomas más comunes coinciden con los del asma: tos, disnea (dificultad para respirar) o sibilancias (sonido silbante y chillón durante la respiración). La exposición al humo del tabaco es el principal factor de riesgo. Y en este componente radica la primera de las especificidades canarias sobre las que llama la atención la publicación de Figueira y otros ocho autores en la revista científica BioMedCentral (BMC) Research Notes. El porcentaje de fumadores activos sobre la muestra analizada (un total de 877 pacientes de cuatro hospitales de las islas -La Candelaria y San Juan de Dios en Tenerife, el Doctor Negrín en Gran Canaria y el Hospital General en La Palma-) es del 45%, una tasa muy superior a la que recogen los estudios realizados con datos de todo el territorio nacional, en los que la media se sitúa en torno al 31%. 

El estudio incide en que este alto índice de fumadores activos se da, incluso, en enfermos pulmonares “muy sintomáticos”. “Los datos señalan que hace falta un mayor abordaje contra el tabaquismo para tratar a estos pacientes en Canarias, porque se ha demostrado que para reducir la mortalidad es esencial que dejen de fumar. Y no se está haciendo”, lamenta Figueira. El neumólogo precisa que la persona fumadora con EPOC tiene un perfil distinto a la que tiene el hábito y no sufre esta enfermedad. “Hay estudios que demuestran que fuma más cantidad, que inhala de manera diferente, que tiene una mayor dependencia al tabaco. Las medidas que tienes que aplicar para que lo deje son diferentes, deben ser más intensas”, detalla. 

La publicación plantea varias hipótesis para tratar de explicar que cerca de la mitad de los canarios con esta enfermedad pulmonar crónica siga fumando después del diagnóstico. Una de ellas es de índole económica. El tabaco es más barato que en la Península y, por tanto, más accesible, lo que “puede favorecer aún más la continuidad del consumo” en los pacientes. 

El estudio alude, además, a razones históricas y de “arraigo en la cultura popular” del Archipiélago que pueden afectar a la “percepción local” de sus efectos nocivos. La industria tabaquera se implantó en las Islas a mediados del siglo XIX. La Ley de Puertos Francos de 1852 redujo la presión fiscal y muchos canarios que habían emigrado a principios de siglo a Cuba y se habían dedicado a la elaboración de este producto en la isla caribeña retornaron con ahorros y con esa experiencia adquirida para impulsar esta actividad comercial. Según la Mesa del Tabaco, en la actualidad esta industria mueve más de 350 millones de euros al año en el Archipiélago, genera en impuestos directos e indirectos más de 180 millones y da empleo a unas 5.000 personas. Canarias concentra la mayor parte de la producción de tabaco en España.  

Otro de los autores que firma el artículo, el también neumólogo del Hospital de La Candelaria José María Hernández-Pérez, ya manejó esta hipótesis en 2014 para intentar encontrar respuesta a la alta prevalencia del tabaquismo entre los trabajadores del área de salud de La Palma, isla en la que ejercía entonces. Uno de cada tres fumaba, un porcentaje superior al de la población que atendían. Una “extraña y perniciosa paradoja” para cuya explicación barajaba, entre otras, esa tesis del “arraigo de las tradiciones” y la consideración de los isleños hacia el tabaco y, en especial, hacia el puro palmero como un producto “venerado” y “beneficioso”. 

Más diabetes y más cardiopatías

Aunque estudios anteriores advertían de una prevalencia notablemente inferior de la EPOC en Canarias en relación con el conjunto del territorio nacional, en la última fotografía (EPISCAN II), publicada en 2020, las Islas se sitúan cerca de la media (11,1% de la población general de 40 o más años frente al 11,8% de toda España). Sin embargo, otro factor incrementa la complejidad en el tratamiento de la enfermedad en el Archipiélago: el elevado número de pacientes que, además de la EPOC, sufren diabetes de tipo 2, hipertensión arterial, dislipidemia (alteración de los niveles de lípidos y proteínas en la sangre) y enfermedades cardiovasculares asociadas. 

La investigación aporta datos llamativos. El 30% de los enfermos crónicos de pulmón estaban diagnosticados también de diabetes, causa de afecciones renales que aumentan el riesgo de exacerbaciones (empeoramiento de los síntomas) y conllevan una peor supervivencia. Además, uno de cada tres pacientes calificados de alto riesgo tenía algún tipo de enfermedad cardiaca (arritmia, insuficiencia o cardiopatía isquémica), un porcentaje “sustancialmente” superior al observado en el resto del país. Para ilustrar estas diferencias, los autores comparan los datos obtenidos en los hospitales canarios con un estudio nacional sobre las características de las personas ingresadas por episodios agudos de la EPOC. Y en el Archipiélago se registra una prevalencia mayor tanto del tabaquismo activo (37% frente al 30%), como de la diabetes de tipo 2 (40% frente al 26%) y de las enfermedades cardíacas (43% frente al 30%). 

Juan Marco Figueira subraya que en todas estas patologías, incluida la EPOC, influyen condicionantes socioeconómicos y hábitos de vida. Canarias es la segunda comunidad autónoma con mayor tasa de población en riesgo de pobreza y exclusión social. Según el último informe Arope, el 36% de los habitantes de la isla se encuentra en esta situación. La media nacional se sitúa diez puntos por debajo. La tasa de desempleo (cerca del 19%) también es de las más elevadas de todo el Estado. “Normalmente, las personas de estratos más bajos fuman más, tienen más infecciones de repetición, una peor nutrición, más sobrepeso, trabajos donde están más expuestos a agentes volátiles... Estas condiciones te predisponen a desarrollar enfermedades respiratorias”, explica el neumólogo, para quien el estudio revela la necesidad de realizar una “búsqueda activa” de cardiopatías en estos pacientes. 

Calima y factores genéticos

La contaminación ambiental es otro de los componentes que intervienen en la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica. Ya hay estudios que asocian la polución no solo a las exacerbaciones, al empeoramiento de los síntomas, sino también a la aparición de la enfermedad en personas sanas. La población canaria está expuesta periódicamente a episodios de calima, a la inhalación de polvo en suspensión procedente del continente africano. Cuando se produce este fenómeno, los ingresos en las urgencias hospitalarias se disparan. “Lo que sabemos hasta ahora es que los enfermos se descompensan cuando hay calima, hay una agudización de la enfermedad, pero no se puede afirmar que como consecuencia de la calima haya personas que desarrollen la EPOC. No hay ningún estudio sobre ello”, precisa Figueira. 

Otra de las hipótesis que plantea el neumólogo es la existencia de factores genéticos que predispongan a sufrir la EPOC. En las Islas se ha vinculado la aparición de enfermedades “poco habituales”, la mayor prevalencia de ciertas patologías o ciertas mutaciones a los procesos de endogamia de una población aborigen aislada. Se estima que más del 90% de los habitantes de Canarias tienen genes europeos, pero aún persiste un pequeño porcentaje, entre un 2 y un 4%, heredado, de generación en generación, de la época anterior a la conquista, de los bereberes.

Según un estudio publicado en 2019 por médicos especialistas de La Palma, el 3% de los casos de EPOC diagnosticados son de origen genético. Figueira alude al déficit de alfa-1 antitripsina, una afección por la que el cuerpo no produce la suficiente cantidad de una proteína que protege al hígado y a los pulmones. El neumólogo recalca que hay una “alta prevalencia” en La Palma de esta condición genética que “te predispone a desarrollar” la enfermedad pulmonar crónica. 

Afección de la pandemia 

Como ha ocurrido con otras patologías, la pandemia de COVID-19 ha afectado al diagnóstico de la EPOC. Las espirometrías, las pruebas que se realizan en los centros de salud para analizar la capacidad pulmonar de los pacientes y detectar la enfermedad, han sido suspendidas durante esta crisis sanitaria porque generan aerosoles. Esta circunstancia no ha hecho más que agravar la alta tasa de infradiagnóstico de la EPOC, que antes de que el coronavirus SARS CoV-2 irrumpiera se situaba en torno al 74% en España. Solo se identificaba uno de cada cuatro casos. 

Una investigación publicada a principios del año pasado en International Journal of Chronic Obstructive Pulmonary Disease por miembros de la Sociedad Española de Medicina Interna concluyó que el riesgo de desarrollar un cuadro grave de COVID-19 era mayor en los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica. De hecho, la tasa de mortalidad se duplicaba. “Ante esta situación, los enfermos con EPOC se han encerrado más en sus casas. Es verdad que ha aumentado la adherencia a los tratamientos, porque se los toman correctamente, y que han estado menos expuestos, pero el hecho de que se confinaran ha provocado que redujeran su actividad física, que es un aspecto importante en el tratamiento de estas enfermedades”, sostiene Figueira. “Una vez que abren las puertas de sus casas e intentan caminar, se ven más cansados, salen menos para evitar ese cansancio, se encuentran más confinados y eso favorece que tenga más cuadros de ansiedad, más cuadros de depresión”, añade el especialista, que incide en que el factor emocional es esencial en una enfermedad que, al ser crónica, limita la actividad de las personas que lo padecen por esa sensación de falta de aire. 

“Ahora mismo, probablemente tengamos a nivel ambulatorio unos pacientes con EPOC que están peor que en la época prepandemia. No los hemos podido ver correctamente desde principios de 2020, no ha habido controles propios espirométricos para ver cómo está la función pulmonar, ha disminuido su actividad física, probablemente ha aumentado el consumo de tabaco, anímicamente está peor... Eso lo que nos está diciendo es que la situación basal de estos enfermos ha retrocedido con respecto a la situación prepandemia”, concluye.