Los libros ya demostraron durante el confinamiento que estaban más vivos que nunca. Esta Navidad, la población canaria, agotada por la pandemia y por otras emergencias como la erupción del volcán de La Palma, ha recurrido a la lectura como salvación. Las librerías locales y las bibliotecas públicas han renacido después de dos años castigadas por las restricciones aplicadas para frenar la COVID-19. La estampa de decenas de personas haciendo fila a las puertas de estos establecimientos se ha repetido en todas las islas en las últimas semanas. Muchas historias han desaparecido a toda velocidad de las estanterías, pero entre ellas, las obras de Luis García Montero y Almudena Grandes, que falleció de cáncer el pasado 27 de noviembre, han sido las estrellas.
“Este año ha sido el boom de la lectura y de las ventas de libros en Navidad”, cuenta Loly León, diplomada en Derecho y miembro de la Asociación de Bibliotecarios y Documentalistas de Canarias. Ella y los trabajadores de diferentes librerías de Gran Canaria coinciden en que el movimiento que surgió a raíz del estado de alarma declarado con el estallido de la pandemia tiene mucho que ver con este aumento de las compras de libros. “El confinamiento supuso que muchas personas volvieran a la lectura como recurso para ocupar el tiempo”, valora León.
Antonio Rivero, propietario de la librería Canaima, en Las Palmas de Gran Canaria, celebra que esta campaña de Navidad haya sido mejor que las de 2019 y 2020. “Con la pandemia hay más tiempo para leer. Antes se salía más y ahora uno tiende a recogerse antes”, opina. Además, considera que la crisis económica que provocó el confinamiento en los comercios insulares despertó una mayor concienciación sobre la importancia de los negocios locales. “Muchos clientes que antes tiraban de Amazon ahora buscan aquí lo que puede conseguirse en Canarias”.
En 2021, la pandemia no dejó de golpear a las Islas, tanto en forma de contagios disparados y saturación de la atención primaria como a través de la crisis económica y social que pervive en muchos negocios y familias. En septiembre llegó la otra catástrofe: la erupción volcánica de La Palma que dejó sin casa a cientos de familias y sin ingresos a otros cientos agricultores.
Tanto Loly León como Antonio Rivero creen que, por esta razón, las personas han recurrido a la narrativa, a la poesía o a la literatura canaria. Este tipo de lecturas, según León, permiten la evasión y aportan “un bienestar psicológico que no dan otras cosas”. Al mismo tiempo, han crecido las búsquedas de libros de autoayuda en las librerías entre 2020 y 2021.
La escritora tinerfeña Nayra Bajo de Vera defiende que la literatura es “capaz de sacarnos de la rutina”. Como lectora sostiene que la lectura es una fuente de desconexión y distracción de la mente muy “importante y necesaria” en un contexto de crisis múltiples como el actual. Como escritora, los libros le permiten “encontrar la belleza” en cualquier vivencia y transformarla en un producto literario.
En sus 30 años como trabajadora de una biblioteca pública, Loly León ha escuchado cada año “la cantinela” de que los libros en papel van a desaparecer. “Para nada. Siempre ha habido una alternativa para que los libros sobrevivan frente a las diferentes innovaciones tecnológicas que han surgido”, defiende. Además, “los que se van, terminan volviendo”. “Las personas de entre 30 y 40 años eran las que menos compraban libros. Dejaron el papel para leer en digital. Ahora están cansados y han vuelto a los libros de siempre”.