Varios meses antes de la desaparición y asesinato de Isabel Canino, justo cuando ella había iniciado a escondidas una nueva relación sentimental, el presunto autor del crimen, Salvador Morales, comentó con uno de sus inquilinos que si quería hacer desaparecer a alguien, que usase un pozo, que una vez sellado, “no hay quien encuentre el cuerpo”.
Esta fue una de las pistas que condujo a la Policía Judicial y la Policía Científica a “catar” todo el apartamento de la planta baja de un edificio en La Laguna, propiedad de Morales, que éste reformaba para poder alquilarlo. Así se pudo encontrar el 28 de mayo de 2009 a Isabel, conductora de guaguas de Transportes Interurbanos de Tenerife, que, efectivamente, estaba dentro de una fosa séptica. Murió estrangulada con una brida de plástico dos meses antes, el 21 de marzo de 2009. Isabel y el procesado, que está casado, mantenían una tortuosa relación extramatrimonial desde hacía 17 años.
Javier, el inquilino que escuchó el extraño comentario del acusado, pensó que era una broma. “Me lo comentó así, sin más”. En su declaración de este miércoles ante el tribunal del jurado que juzga esta causa en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, este testigo explicó cómo una vez que supo que la víctima estaba desaparecida, ya que su foto estaba en todas las guaguas de Tenerife, relacionó las palabras de Morales con el crimen, y fue a la Policía.
Nadie en el edificio tenía conocimiento de que el procesado “reformaba” una vieja fosa séptica, que existió cuando sobre el solar se levantaba una casa terrera, inutilizada desde que las conducciones de aguas sucias conectaban con la red general. “Siempre estaba haciendo labores de albañilería, pero nunca vi la fosa”.
En realidad, Javier declaró ante la Policía el 27 de mayo después de que una compañera de trabajo le escuchase comentar lo que Salvador le había dicho. Ocurrió el 16 de mayo, explicó en comisaría lo que le había oído decir al ex inquilino del acusado. Los policías la volvieron a llamar, citaron a Javier, y al día siguiente se pudo encontrar el cadáver. Morales, que ya había sido arrestado y puesto en libertad, pero seguía siendo el principal sospechoso, fue detenido en el momento.
“Fue a buscarla”
La declaración que efectuó el acusado el lunes ante el jurado ha sido contrarrestada por los testimonios de varios testigos en la tercera sesión de este juicio con jurado. Mientras Morales sostiene que fue Isabel quien le perseguía, quien le llamó ese sábado 21 de marzo para desayunar juntos, una vecina sostuvo que encontró al procesado entrando en la casa de Isabel poco después de las nueve de la mañana.
“Le conocía de vista. Era el novio de Isabel. Bueno Isabel decía que era su novio. Nos encontramos en el rellano, cuando yo salía con mi hijo, y nos saludamos, como otras veces”. De igual manera, ha quedado en entredicho hoy la declaración del procesado, quien asegura que solo mantenía relaciones esporádicas con la víctima, porque ella era muy liberal. Los cinco trabajadores de TITSA que testificaron este miércoles aseguran que en la empresa les tenían “como pareja”, pese a saber también que él estaba casado.
“Cuando ella estaba sola, era muy alegre, muy extrovertida, pero cuando estaba con él, cambiaba por completo”, coincidieron cinco testigos, compañeros de trabajo. Con varios de ellos, Isabel se confesó. Quería romper la relación, pero él no le dejaba.
“Le dije un día que le denunciara, pero que luego ni un paso atrás, ni para coger impulso”, relató un trabajador de la empresa de transportes. “Ella tenía una nueva relación, una persona que había encontrado por internet con la que chateaba, pero Salvador se lo supo”.
Isabel quiso dejar su trabajo. Por ese motivo accedió entre 2005 y 2006 a un curso como reservista militar en Cádiz, pero Salvador fue a buscarla. “Isabel me dijo que quería dejar a Salvador, pero que él no le dejaba”, declaró quien regula los turnos de TITSA.
“Quería rehacer su vida, pero estaba aterrorizada”
Esclarecedor fue el testimonio de la jefa de tráfico de TITSA, quien sí mantuvo varias conversaciones con Isabel acerca de la tormentosa relación que mantenía con su amante. “En muchas ocasiones me dijo que quería dejarle, pero no lo hacía por miedo. Un día le vi hematomas en el cuello, me dijo que se los había hecho él. Ella quería irse de la empresa, y se fue a la Península, porque quería rehacer su vida”.
Isabel se había ilusionado con alguien que conoció por internet. “Cuando regresó le pregunté que tal le había ido, pero me dijo que salvador se había ido tras ella y le había amenazado con matarle y a su nueva pareja, que si no era de él no era de nadie”.
“Ella lo adoraba, pero todos sabíamos que él la amenazaba. Si hablaba con un compañero enseguida se presentaba Salvador para decir qué haces hablando con Isabel. Los celos le comían y no se escondía. La quería tener aislada. Un día, mientras hablábamos, la llamó constantemente. Me dijo, ¿Lo ves? No me deja”.
“Intentó romper con él muchísimas veces. Ninguno de los compañeros con quienes hablaba de asuntos entendíamos esa relación y los malos tratos. Y ella era consciente, pero no podía evitar amarlo”.