Pinchos, cañas, café y mucho inglés

Cada jueves, a partir de las 19:30 horas, el Oasis Chill Out Telde se convierte en un laboratorio de idiomas: grupos de personas dispersos por el local hablan en inglés, francés, alemán y, por supuesto, español.

Es una de las actividades de Language Exchange Group (L.E.G.) capitaneado por Theresa Coe y que se repite por varios puntos de Gran Canaria. El objetivo, conversar en una lengua extranjera con personas nativas o principiantes, en todos los niveles, mientras se toma algo (con una consumición, hay un pincho gratis).

Mary es irlandesa, “from the campo”, según explica a alguien que no entiende la palabra country. Trabajó en Londres y allí conoció a su marido, quien es de Las Lagunetas (San Mateo). Lleva 27 años residiendo en El Calero y sus dos hijos viven en Reino Unido. Es el ejemplo más visible de una señora de costumbres británicas: dulce, educada, risueña... lovely! Habla un perfecto inglés y se esfuerza por que todos participen en la charla.

Estrella, sentada a su izquierda, vive en Valsequillo y es enfermera. Acude a la Escuela Oficial de Idiomas, así que este rato le sirve para conocer gente y practicar inglés en un ambiente más distendido. A su clase acude Elsa, una extrovertida peluquera de Cuesta Ramón.

También está Pino. Y Laura, junto a su marido australiano y de nombre Caspar, a quien conoció en Burgos. Ella es abogada. Él proviene de Darwin, donde se han grabado unas 50 películas y entre las que destacan Cocodrilo Dundee y Las aventuras de Priscilla, reina del desierto. Tienen un problema con una plaga de sapos. Él quiere regresar a su país. A ella le parece peligroso, por aquello de haber cocodrilos, tiburones y medusas por doquier.

Al otro lado está Walter, un alemán que se encarga del mailing del grupo teldense y que guía el diálogo de los interlocutores en su idioma natal. Vive en Playa del Hombre.

Vanessa llega algo más tarde. Es inglesa, de ascendencia surafricana y trabaja en una academia de idiomas en Telde, de donde es Iván, de 29 años. En el municipio también vive una brasileña de Fortaleza, quien asegura que “no me costó adaptarme cuando vine, porque los canarios son muy amigables”.

Alrededor de la mesa, se encuentra un escritor cuyo nombre prefiere no hacer público. Está inmerso en su obra, que verá publicada próximamente, por supuesto, en inglés. Como él, cada semana hay nuevos miembros que se unen a otros fijos, creando una red internacional de socialización, aprendizaje y diversión, sin salir del municipio.