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'Amar el conflicto'

“Escribo los lunes siempre cerca de las 23.27”. Eso dije la última vez. Hoy es lunes y son las 23.27. He hecho una copia de mi yo de hace no sé cuántos días y me he descubierto con la verdad a cuestas y por sorpresa. Así es como se manifiesta lo importante: de repente, sin prisas, sin intención o agudeza. Con la lentitud de un árbol que crece siempre de donde es, con la inseguridad de un adolescente que teme quedarse de donde no se siente, y con el arrepentimiento de un adulto por haber abandonado un hogar en el que todo encaja.

A medida que pasa el tiempo el valor de la vida cambia y todo pesa un poco más excepto el oro. Ya no importa el qué o la manera; ahora lo relevante es el todo, el cuidado, el amor cuando ya no queda amor sino desierto, el sosiego cuando desaparece la excitación, las tablas de un teatro a medianoche.

Cuando pasan los años lo que sucede es que te sigues sintiendo joven en lo que eres (porque lo eres) pero te auguras un futuro de soledades repleto de búsquedas; una lejanía inmediata con la que luchas, porque ya no te quedan horas para habitarte. Y las que quedan las utilizas de inmediato, por si se agotan, por si se gastan, por si te queman.

A mí cuando me preguntan cómo me enfrento al después imagino el antes. A veces me sorprenden pensando la eternidad en medio de lo más cotidiano. Me dirijo al metro y me pregunto por qué, me imagino el inicio de lo inconmensurable y dudo de la existencia y de su fragilidad, del segundo en el que todo termina.

Ayer Carol me dijo que ella se conformaba con entender la vida justo un instante antes de morir. Para que así todo cobrara algún tipo de sentido inefable, y que su cuerpo y su mente notaran que había merecido la pena la espera.

Supongo que ese también sería uno de esos momentos repentinos y sorpresivos en que ciertos asuntos mundanos dejan de tener conciencia por sí mismos y empiezan a convertirse en parte de lo absurdo. Aunque para ridículo él; el todo, el tiempo, el dolor. Aunque para ridículo X.

“Escribo los lunes siempre cerca de las 23.27”. Eso dije la última vez. Hoy es lunes y son las 23.27. He hecho una copia de mi yo de hace no sé cuántos días y me he descubierto con la verdad a cuestas y por sorpresa. Así es como se manifiesta lo importante: de repente, sin prisas, sin intención o agudeza. Con la lentitud de un árbol que crece siempre de donde es, con la inseguridad de un adolescente que teme quedarse de donde no se siente, y con el arrepentimiento de un adulto por haber abandonado un hogar en el que todo encaja.

A medida que pasa el tiempo el valor de la vida cambia y todo pesa un poco más excepto el oro. Ya no importa el qué o la manera; ahora lo relevante es el todo, el cuidado, el amor cuando ya no queda amor sino desierto, el sosiego cuando desaparece la excitación, las tablas de un teatro a medianoche.