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El reloj

Lo siento, pero hoy vamos a escribir sobre Cataluña. Bueno, también sobre trasplantes de órganos e incluso sobre relojes... ¿No ven la relación? Pues es muy fácil. La relación la tienen en el mínimo común denominador que es el “marco institucional”. Tranquilidad. Deme usted tiempo y verá que al final todas las piezas encajan.

Un trasplante se lleva a cabo con la motivación de sustituir un órgano o tejido que tiene dificultades para poder funcionar con normalidad por otro que actúe de forma adecuada. Normalmente se mueve alrededor de la ciencia médica, donde la física y la química se muestran como variables clave. También toma acto de presencia en la cibernética o en todos los procesos de ingeniería, donde la sustitución de piezas es algo normal y corriente.

En el caso de un reloj, el proceso es similar, de modo que ¿se acaba la pila?, se sustituye por otra y ya está. ¿Se rompe una manecilla? Vamos a la relojería y, por un módico precio, según sea el modelo, en 48 horas lo tienes nuevamente en la muñeca, dando la hora como el primer día que cayó en tus manos. Pero (siempre hay un pero), ¿qué sucede con las sociedades?, ¿qué sucede con la economía? Pues que tienen alma. Y el alma genera conciencia. ¿Sigue sin verlo? Paciencia.

La decisión de parte de Cataluña de apostar por un proceso de independencia, sin tener en consideración el ir más allá de las normas constitucionales que incorporan nuestros derechos y obligaciones, tiene consecuencias debido a que asistimos a un cambio del marco institucional, es decir, de las reglas de juego.

De esta forma, hay personas que piensan que los sistemas económicos funcionan como máquinas de precisión en las que se puede establecer un proceso de sustitución de piezas y todo sigue exactamente igual. Pero no es así. Las alteraciones en el entorno hacen que la sociedad se mueva según una nueva identificación de las preferencias. Y experiencias de este tipo hay incontables en la histórica económica del planeta. Por ejemplo, cuando el Fondo Monetario Internacional establecía, como recomendación cuasi obligatoria, políticas de desarrollo homogéneas para los países en vías de desarrollo, las que habían sido probadas en laboratorio, en condiciones normales de presión y temperatura, pero que, una vez expuestas, generaban polarización social. ¿Les suena? Pues en este caso ha sucedido algo similar.

La mera toma en consideración de una (im)posible secesión territorial origina cambios en los sujetos activos, como ha sido, por ejemplo, el de la residencia fiscal de determinados imperios del negocio. Era de esperar que las partes se reposicionaran debido a que la información y los acontecimientos se habían renovado. ¿Tanta materia gris y nadie lo previó? ¿O es que pensaban que no serían capaces de hacerlo?

Pero lo que más preocupa es que no sé si se hizo por desconocimiento o con premeditación y alevosía. Lo bueno, no obstante, es que tiene remedio, pues existe el mejor artilugio que nos ha concedido la democracia. Este no es otro que la capacidad de poder elegir.

*Economista

Lo siento, pero hoy vamos a escribir sobre Cataluña. Bueno, también sobre trasplantes de órganos e incluso sobre relojes... ¿No ven la relación? Pues es muy fácil. La relación la tienen en el mínimo común denominador que es el “marco institucional”. Tranquilidad. Deme usted tiempo y verá que al final todas las piezas encajan.

Un trasplante se lleva a cabo con la motivación de sustituir un órgano o tejido que tiene dificultades para poder funcionar con normalidad por otro que actúe de forma adecuada. Normalmente se mueve alrededor de la ciencia médica, donde la física y la química se muestran como variables clave. También toma acto de presencia en la cibernética o en todos los procesos de ingeniería, donde la sustitución de piezas es algo normal y corriente.