Espacio de opinión de Tenerife Ahora
¿A quién llamamos para hablar de Tenerife?
A Henry Kissinguer se le atribuye una frase que ha cosechado un gran éxito: ¿a quién tengo que llamar para hablar con Europa?. Aunque luego desmintió que fuera él su autor, no dudó en asegurar que era una definición afortunada de la falta de un liderazgo en el proyecto europeo.
Las administraciones públicas tenemos la obligación de prestar servicios esenciales para la sociedad: educación, sanidad y asistencia social, entre otros. Y debemos cumplir, además, con la tarea de impulsar aquellos sectores económicos que más nos necesitan. Nuestro papel, el papel de una administración pública, es situarnos al lado de los más débiles en cualquier escenario. Tenemos que estar al lado de las familias que necesitan nuestra ayuda social, de los estudiantes que necesitan nuestras becas para seguir adelante con su formación, con los emprendedores, autónomos o pequeñas empresas que requieren de un poco de ayuda para empezar a funcionar, con los sectores económicos más deprimidos que demandan el auxilio del Cabildo para mejorar su situación e impulsar proyectos empresariales.
Pero el Cabildo no se puede convertir en una empresa que preste servicios en competencia con la sociedad civil. Tiene muy poco sentido que sigamos administrando unos casinos de juego que, además, no suponen una gran fuente de ingresos para las arcas públicas.
Como dice la vieja frase, zapatero a tus zapatos. En el Cabildo hemos acometido la tarea de concentrar nuestros esfuerzos en las áreas de servicios públicos para los ciudadanos de la isla. Eso no quiere decir que nos retiremos de aquellos proyectos en donde estamos prestando un servicio de interés general a la isla de Tenerife o a alguno de sus agentes económicos que consideramos estratégicos.
El 28 de febrero pasado, el pleno del Cabildo aprobó la desinversión en el área de los casinos. Los únicos de España que dependen de una administración pública y que como grupo consolidado han cerrado los últimos ejercicios con importantes pérdidas económicas. A tenor de la nueva Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, de no corregirse esta situación antes del 31 de diciembre los casinos, especialmente el Taoro y el de Santa Cruz, tendrían que desaparecer obligatoriamente.
Hay cosas que no se sostienen. Por eso decidimos buscar inversores privados capaces de impulsar estas actividades orientadas hacia el sector turístico y capaces de crear empleo. Y más que con el criterio de “hacer caja” , con el principio de darle mayor competitividad a la gestión y acometer un proceso que nos ahorra las importantes indemnizaciones derivadas de la liquidación de las actividades efe los casinos y de su endeudamiento.
La venta del casino de Playa de las Américas, por ejemplo, lleva aparejada una inversión en la isla que genere puestos de trabajo y dinamice el producto turístico. Todo ello contemplando la subrogación del personal y la permanencia del casino en Adeje.
Creímos que habíamos explicado nuestros propósitos. Y que la decisión del pleno representaba el consenso de los intereses de Tenerife y la voluntad de quienes gobernamos en el Cabildo buscando, precisamente, lo mejor para nuestra isla. Me sorprende, por tanto, que haya voces tanto en el PSOE como en el PP que ahora discrepan de las decisiones que hemos tomado responsablemente en el Cabildo.. Si no tenemos autonomía de gestión y no representamos a nuestras formaciones políticas... ¿a quién tendremos que llamar para hablar de Tenerife? ¿Con quién tendremos que pactar, entonces, los acuerdos que benefician a la isla?
Con independencia de estas dudas, lo que sí tenemos claro, diáfano como el cristal, es que quienes cogobernamos la Isla estamos tomando las mejores decisiones en los momentos más difíciles. Algo que nos está permitiendo intervenir en la solución de proyectos atascados en la Sanidad o las infraestructuras de carreteras, dos áreas que sí son servicio público y sí requieren de toda nuestra ocupación, disposición y preocupación.
A Henry Kissinguer se le atribuye una frase que ha cosechado un gran éxito: ¿a quién tengo que llamar para hablar con Europa?. Aunque luego desmintió que fuera él su autor, no dudó en asegurar que era una definición afortunada de la falta de un liderazgo en el proyecto europeo.
Las administraciones públicas tenemos la obligación de prestar servicios esenciales para la sociedad: educación, sanidad y asistencia social, entre otros. Y debemos cumplir, además, con la tarea de impulsar aquellos sectores económicos que más nos necesitan. Nuestro papel, el papel de una administración pública, es situarnos al lado de los más débiles en cualquier escenario. Tenemos que estar al lado de las familias que necesitan nuestra ayuda social, de los estudiantes que necesitan nuestras becas para seguir adelante con su formación, con los emprendedores, autónomos o pequeñas empresas que requieren de un poco de ayuda para empezar a funcionar, con los sectores económicos más deprimidos que demandan el auxilio del Cabildo para mejorar su situación e impulsar proyectos empresariales.