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Una carta encriptada revela una trama de la aristocracia de La Laguna para mantener el poder

Ana Santana / Efe

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Especialistas en criptología e historiadores de la Universidad de La Laguna (ULL) han descifrado una carta encriptada del siglo XIX que desvela una trama política de la vieja aristocracia lagunera (Tenerife) para mantenerse en el poder a toda costa, en medio de la disputa por la capitalidad de la recién creada provincia de Canarias.

La investigación, que se ha publicado en la revista Cryptologia, ha sido realizada por Jezabel Molina, Cándido Caballero, Judit Gutiérrez de Armas y Moti Yung.

Judit Gutiérrez de Armas, que es profesora ayudante doctora de Historia Moderna en la Universidad de La Laguna, señala en una entrevista a EFE que el uso de este tipo de cartas cifradas era una práctica habitual entre los diplomáticos y oficiales de las monarquías de la época, aunque se hayan conservado pocas.

“En Canarias no es habitual encontrar estas cartas en los archivos institucionales sino en los familiares y personales de los propios políticos y diplomáticos”, precisa Gutiérrez de Armas.

La carta objeto de estudio fue hallada fortuitamente durante las tareas de descripción documental del Fondo Conde de Siete Fuentes, un archivo de familia de más de 26.000 documentos que contiene la documentación generada y conservada por varias familias de la nobleza de Tenerife desde el siglo XVI al XX.

Concretamente, la carta se encontraba dentro de un legajo de correspondencia recibida por el sexto conde del Valle de Salazar, Cristóbal Salazar y Porlier (1789-1866).

Esta carta en “clave” política carece de data crónica pero los acontecimientos relatados en ella y la referencia al nombramiento de Mariano Ricafort Palacín como comandante general de Canarias (acontecido el 30 de noviembre de 1840), permiten datarla a 21 de diciembre de ese año.

Una situación convulsa

En ese momento, la situación de España era convulsa tras finalizar la Primera Guerra Carlista (1833-1840) y en las islas además la discusión política giraba en torno a la capitalidad de la recién creada provincia de Canarias.

Anteriormente, cada una de las siete islas constituía un municipio propio que se relacionaba directamente con el gobierno central, de manera que en esa reconfiguración del poder algunas élites insulares perderían poder en favor de las de la isla que albergara la capital unificada.

Desde 1833, esa capital era Santa Cruz de Tenerife y, disconformes con esa decisión, hacia 1840 la burguesía de la isla de Gran Canaria ya no aspiraba a la capitalidad de la provincia, sino que proponían la creación de una provincia separada integrada por las islas orientales con capital en Las Palmas de Gran Canaria.

Así pues, cuando en octubre llegaron a las islas noticias de la creación de juntas en varias provincias peninsulares, la oposición progresista se movilizó.

La primera isla en hacerlo fue Gran Canaria, donde el 23 de octubre de 1840 se creó una junta provisional soberana, dependiente de Madrid, con el objetivo de defender la Constitución de 1838 y separarse del dominio tinerfeño

Por su parte, en Tenerife el rechazo a la creación de la junta en Gran Canaria se generalizó y Santa Cruz estableció una junta gubernativa provincial que reclamaba la obediencia de Gran Canaria que, sin embargo, se declaró provincia independiente y como consecuencia, se cortaron las comunicaciones entre ambas islas e incluso se planteó la posibilidad de una invasión militar, lo que trasladó el escenario de disputa a Madrid.

Por ello era fundamental ganarse el favor del nuevo comandante general de Canarias, nombrado por el gobierno central, y en ese contexto se perciben las estrategias del receptor de la carta.

El emisor de la carta era Ulpiano Gónzalez, un abogado posiblemente contratado para que desempeñase las labores de agente en Madrid. Aunque no pertenecía a la nobleza, defendía los intereses de la antigua oligarquía de La Laguna, habituada a negociar su posición política en la Corte a través de abogados experimentados.

Y el receptor de la misiva era Cristóbal Salazar de Frías y Porlier, VI conde del Valle de Salazar, una de las cabezas visibles del sector ultraconservador de la nobleza tinerfeña y defensor de los privilegios de La Laguna como antigua capital de la isla, que pretendía serlo de toda la provincia de Canarias.

¿Cómo descifrar la clave?

Pero entonces llega el primer escollo: ¿cómo descifrar la carta sin la clave? La respuesta la da Jezabel Molina, profesora contratada doctora del Departamento de Ingeniería Informática y de Sistemas de la ULL.

“Lo que Judit encontró fue una carta cifrada y unas tablas que se utilizaban para descifrarla, aunque no sabíamos ni el método ni el orden, por lo que comenzamos el proceso de descifrado manualmente, utilizando las estructuras típicas de nuestro idioma y empezando con monosílabos o patrones conocidos, como fechas”, explica.

A partir de ahí “fuimos entendiendo cómo funcionaban las tablas y determinando las posibles letras iniciales de cada palabra y su clave. Con ese avance, pasamos a descifrar palabras más largas” pero, añade Jezabel Molina, el problema surgió “cuando llegamos a un punto en el que no podíamos avanzar más, creo que a partir de la cuarta o quinta letra. Fue entonces cuando decidimos automatizar el proceso mediante un script (guion)”.

“Curiosamente, hubo una tabla que nunca encontramos y que tuvimos que elaborar nosotros mismos de forma manual”, detalla la investigadora.

Y el resultado es que el abogado Ulpiano González cuenta en la carta cómo trató de persuadir al nuevo comandante general para que viese “las ventajas de que la capital esté en Tenerife”, dejándole claro que para esa capitalidad “La Laguna tiene todas las simpatías que Santa Cruz no”. Le explicó la postura de la nobleza lagunera, que rechazaba las juntas por considerarlas “extemporáneas”.

Además, el abogado cuenta que dio consejos al comandante general para apaciguar la tensa situación política. Le señaló las particularidades del panorama político canario, en el que “no hay verdaderos partidos políticos, sino personalidades”, y le aclaró quienes de esas personalidades eran “los malos” y quienes “los hombres de bien”.

Asimismo, le informó de la identidad de “las personas influyentes”, recomendando a quienes formaban parte del grupo político conservador, como Alonso de Nava Grimón y “los Cólogan”, entre otros.

“Aunque el contenido de la carta, a casi 200 años vista, pueda parecer poco sensible, realmente muestra la necesidad de cifrar mensajes cuya información podía ser delicada en manos equivocadas”, señala Judit Gutiérrez de Armas.

Este tipo de cartas refleja la importancia de las intrigas políticas en el convulso siglo XIX español, donde cada grupo –no siempre constituido en partidos– trataba de extender sus influencias en Madrid, el verdadero epicentro del poder estatal.