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El pueblo de las censuras: Puerto de la Cruz ha vivido tres mociones desde 1995 que han enconado aún más una ciudad muy politizada

Si hay un municipio que puede servir para un máster intensivo en política local en Canarias, al menos en Tenerife, ese es, sin duda y desde hace tiempo, el Puerto de la Cruz. Una ciudad referente del turismo mundial, que exploró lo que luego se llamó modelo turístico de masas desde los años 60 del siglo XX, si bien ya era un destino de clima y salud siglos atrás, y que, pese a ser la localidad más pequeña de las Islas (9 kilómetros cuadrados), concentra visiones, sensibilidades, contrastes sociales y económicos propios de urbes mucho más grandes. 

Esas paradojas, sin embargo, chocan con la sensación histórica de vanguardia y de municipio lanzadera que, aunque con altibajos, ha recuperado con intensidad su condición de liderazgo en los últimos años, sobre todo en medio del covid. Eso sí, esa bandera de punta de lanza comarcal ha ido de la mano de un enconamiento político sempiterno, aunque impulsado y mantenido con fuerza desde 1995, con la primera moción de censura de la historia. Desde entonces y hasta este viernes, ya son tres y todas contra el PSOE, si bien llama la atención que, en esta ocasión, con la participación de un partido supuestamente a la izquierda de la socialdemocracia (Asamblea Ciudadana Portuense, ACP), que le ha devuelto la alcaldía al PP junto a CC, los censurantes habituales hasta ahora. 

Sin duda, el contacto turístico con países avanzados en plena dictadura franquista y la presencia de múltiples hoteles y comercios con, a su vez, amplias plantillas de trabajadores propició una potente base social obrera desde los años 60 (aunque muchos procedían de municipios cercanos). Esta estructura social en una ciudad, aún, con un poder muy concentrado en pocas familias durante el franquismo se mezcló con la tradición socialista local desde las primeras protestas de pescadores a principios del siglo XX, las huelgas de obreros de la platanera posteriores apoyadas en el Puerto (años 30), los gobiernos de izquierda en la II República y líderes locales de gran tirón desde la recuperación de la democracia, como Paco Afonso, alcalde de 1979 a 1984 y gobernador civil fallecido en el trágico incendio de La Gomera de septiembre de 1984. El resultado fue que el PSOE supo aglutinar estos flujos y logró mayorías absolutas estables durante 16 años (de 1979 a 1995).

Fue tal la aceptación y carisma de Afonso que, si bien en plena ola de Felipe González y el PSOE del 82, en las locales de 1983 obtuvo 17 de los 21 concejales del consistorio (con el 72% de votos a favor), algo que casi parece quimérico desde entonces y solo repetido en esa proporción en municipios como Gáldar con NC o La Matanza (PSOE), entre otros pocos. Tras su triste pérdida, le sucedió su número 2, Félix Real, quien, aunque con menos tirón, mantuvo las mayorías absolutas hasta que, en 1995, una agrupación local dividida decide renovar el cartel socialista y apostar, por poco margen, eso sí, por Salvador García, periodista y concejal desde 1979, lo que no gustó nada a Real. De hecho, luego (en 2011) se presentó por Vecinos por el Puerto (que logró 2 ediles, perjudicando al PSOE de Lola Padrón), aunque ha acabado volviendo a las filas socialistas y, de hecho, estuvo en un acto de campaña de 2023 en apoyo a Marco González junto a otros exalcaldes, como la propia Padrón y Salvador García.

Un precedente frustrado contra Félix Real en el mandato 1987-1991

No obstante, y pese a la hegemonía del PSOE, el propio Félix Real casi sufre la primera censura contra un alcalde socialista portuense en el mandato 1987-1991. Tras arrasar Afonso en 1983, el PSOE baja de 17 a 12 ediles (uno más de la mayoría absoluta), las ATI-AIC de Marcos Brito obtienen 4, AP (luego PP) entra con 3 concejales, el CDS logra 1 e ICU, con Salvador Movilla (luego en IU), otra acta. Sin embargo, la concejala María del Mar Reyes y el edil Paulino Yanes se fueron del PSOE y estaban dispuestos a voltear el gobierno junto a ATI, AP y CDS, toda vez que Movilla se desentendió y no apoyaba a Real. No obstante, la operación se abortó porque los socialistas lograron captar al edil del CDS, José Cruz, que acabó entrando en el PSOE después.

Aunque el Puerto tenía tradición socialdemócrata, y como muestra ese intento fracasado, 16 años de poder desgastan y, sumados a la ola estatal del PP (que ganó, aunque por 300.000 votos, las generales del 96), en 1995 el resultado de los socialistas portuenses menguó lo suficiente (de 13 de 1991 bajó a 9) como para que pudiera haber un cambio, deseado a fondo por la derecha local, en muchos casos hasta radicalizada porque, según se argumentaba entonces y después, un periodo tan largo de gobiernos del mismo partido explican ese extremismo. García bajó a 9 concejales, IU obtuvo 1 y, así, pudieron sumar el PP (6) y CC (5). No obstante, y aunque se dejó gobernar al PSOE 28 célebres días, el acuerdo entre conservadores y nacionalistas no fue nada fácil. De hecho, lo desencalló un tal Paulino Rivero, entonces mandamás interno de CC (antes ATI), en su casa de El Sauzal. 

Fallo histórico del PP portuense: dar la Alcaldía a CC pese a tener más ediles

Lo curioso, y garrafal para el PP, fue que Antonio Castro, su candidato e hijo de un alcalde franquista, decidió ceder la Alcaldía a Marcos Brito porque consideró que, por su experiencia en ese puesto durante la dictadura (fue edil desde 1972 en pleno franquismo y alcalde antes del advenimiento de la democracia), eso era lo más acertado para el funcionamiento del nuevo gobierno tras tantos años del PSOE. Cuatro años después, el PP bajó de 6 a 2 ediles y Brito subió de 5 a 8, pero el PSOE recuperó dos y obtuvo la que sigue siendo la última mayoría absoluta local (en 1999, con 11 ediles, si bien Marco González es el que más cerca se ha quedado, a 14 votos en 2023). 

García no paró de criticar que se le censurase cuando apenas llevaba 28 días, pero aquella moción, que también fue dura, dividió al pueblo, resultó desagradable y triste para unos y desató la euforia y esperanza en los otros, como siempre pasa con estos cambios, se entendía en el contexto de un feudo tradicional del PSOE que no podían desaprovechar las derechas. De hecho, de Brito siempre se dijo (y los resultados lo demuestran) que aglutinaba voto de la ultraderecha y que entra en ATI en los 80 no por convicciones insularistas o nacionalistas desde la conversión en la CC posterior, sino porque era la mejor plataforma para discutir la hegemonía local socialista tras extinguirse la UCD.

El primer gobierno portuense de PP-CC vivió diversas crisis, aunque nunca definitivas. Eso sí, concejales como Minguillón (CC) llegaron a reconocer al poco del pacto que, “quizás, necesitarían apoyarse en la oposición” socialista. Entre otros, le acompañaban en su grupo el histórico eurodiputado de AIC y CC Isidroro Sánchez y la ex de Ican y, luego, una de las dirigentes de confianza en la CC de Rivero, Milagros Luis Brito, aparte de Sandra Rodríguez y Juan Carlos Marrero.

Tras su triunfo y gobierno en solitario de 1999 a 2003, PSOE estaba seguro, al menos García, de que, en las locales de ese año, mantendría y hasta reforzaría su mayoría absoluta, pero se dio un gran vuelco, CC obtuvo 10 ediles, los socialistas bajaron a 8 en una de sus noches electorales más tristes y Brito recuperó el poder junto a un, aún, capidisminuido PP. Sin embargo, lo mismo se dio a la inversa en 2007, cuando el PSOE de Lola Padrón subió hasta los 10 concejales (siempre recuerda los 600 votos que sacó ese año IU sin lograr representación, pues, de haber sido papeletas socialistas, hubiera obtenido la absoluta con claridad), CC bajó a 9 y los 2 ediles del PP (Eva Navarro, polémica candidata colocada por Cristina Tavío, y Luismi Rodríguez) se convirtieron en llave. 

El primer pacto “antinatura”: PSOE y PP frente a la CC de Brito

Lo que parecía inverosímil, casi imposible y “antinatura” (palabra fetiche de Brito, que habría que saber qué diría del pacto actual, aunque muchos lo intuyen) se dio. Por las duras críticas de Brito a Navarro y su equipo (algunos “medios” de comunicación incluidos) y porque en aquel PP estaban hartos de sentirse usados por la CC de Marcos Brito, desde el resultado electoral de 2007 comenzaron conversaciones entre el PSOE y PP que, pese a la presión de CC a todo tipo de escalas y hasta de miembros de los populares locales que se oponían a un pacto así (especialmente Lope Afonso y Pedro González), el gobierno de PSOE y PP fraguó. De hecho, hasta Eva Navarro posó (casualmente, pero en una gran metáfora tras el pleno) con una rosa roja por fuera del consistorio el día de la toma de posesión y la llegada de la primera mujer a la Alcaldía, Lola Padrón, la actual Diputada del Común, con ella como primera teniente de Alcalde.

Por supuesto, un pacto así requiere mucha cirugía y costuras, por lo que, para evitar fricciones innecesarias, hasta acordaron que no se llevaran a pleno cuestiones nacionales que dividieran el voto y erosionaran las relaciones con un Brito a la caída y salivando su rabia y frustración, que no disimulaba en plenos, medios y en el día a día. Sin embargo, y aunque los primeros meses pareció que la cosa funcionaba, pronto comenzaron los problemas, los choques entre Padrón y Navarro, las luchas por la imagen y afirmaciones de concejales clave, como María Jesús Ferrer (PSOE), de que uno “amanece meado si se acuesta con niños”, en relación a la supuesta bisoñez e insustancia política de Navarro y otros populares de ese momento. No obstante, tuvo que pasar casi dos años para que, pese a la constante presión de Brito en las altas instancias, el PP convenciera y reubicara a Navarro (salto pa’rriba) para propiciar una segunda censura contra el PSOE local que devolviera a CC la Alcaldía. Esto se confirma en 2009, aunque la salida del gobierno de los conservadores se da en octubre de 2008.

En 2011, CC baja de 9 a 8, el PSOE de Padrón logra su peor resultado hasta ahora (6) y se reedita el pacto de derechas, con un PP con 4. La repentina e inesperada muerte, en 2014, de Brito dejó el bastón a su segunda desde hacía años, Sandra Rodríguez, muchos años edil de Hacienda. Sin embargo, en 2015 gana las elecciones en votos Marco González (PSOE), que empata a 7 ediles con el PP de Lope Afonso, frente a los 4 de CC (que empezó su declive, como en Los Realejos, donde se quedó en 1). Pese al pacto regional CC-PSOE (que venía desde el suscrito en 2011 por Rivero y José Miguel Pérez en contraposición a los años de CC con Soria), en el Puerto no se logra forzar un gobierno PSOE-CC ni una censura, preparada para 2016, al abortarla Juan Carlos Marrero. Y, así, el acuerdo PP-CC en la ciudad turística dura esos cuatro años. 

Ya en 2019, González gana de nuevo y sube a 8, el PP también logra 8, la CC de Rodríguez baja a 2 (su peor resultado, que aún mantiene) y llega el pacto de socialistas con ACP (que había repetido, con 3 ediles, el resultado de 2015). Tras los cuatro años de este cogobierno, el PSOE acaricia la absoluta (sube de 8 a casi 11, al quedarse a 14 sufragios), el PP baja a 7 (casi 6), ACP desciende a 2 y CC mantiene, por poco, sus dos. Lo demás es ya historia reciente y se resume en una nueva censura en un pueblo muy politizado, de nuevo dividido de forma encarnizada y que encara estos tres años con mucha incertidumbre, aunque con récord de empleo, ocupación hotelera y gran dinamización económica en supuesta temporada baja y la seguridad de que el Gobierno regional y el Cabildo se volcarán para que el nuevo pacto no fracase.