Carta de disculpa de los profesionales de Enfermería de las Urgencias del Hospital de La Candelaria: hay “pacientes hacinados en los pasillos”

Tenerife Ahora

18 de noviembre de 2022 11:25 h

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Los profesionales de enfermería que trabajan en las Urgencias del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria (HUNSC), en Tenerife, han publicado una demoledora carta en la que piden disculpas a sus pacientes por no poder brindarles “una atención sanitaria segura, digna y de calidad”. El texto ilustra con descarnados detalles el desolador panorama que, según describen estos profesionales, reina en las Urgencias del HUNSC. Según exponen, el servicio está tan desbordado que se utilizan salas que antes eran halls para “hacinar” a pacientes en camillas sin cubrir los más básicos servicios de atención sanitaria. Ni intimidad, porque, según cuentan estos trabajadores, no hay separación entre camillas ni lugar en el que los pacientes puedan cubrir sus necesidades o ser tratados de manera íntima.

El objetivo de la sobrecogedora carta, explican, es pedir disculpas y “empatizar” con los pacientes en esta problemática, que “les afecta directamente”. Especialmente se dirigen a los pacientes mayores, a los oncológicos, a los que tienen procesos infecciosos y, también, a los familiares de todos ellos y a los que han perdido allí a un ser querido. También a quienes estando allí esperando ser atendidos pasaron frío, o aguardaron horas por alguien de enfermería, por una camilla o recibieron la atención o información delante de otras personas desconocidas por no disponer de espacios individuales. Por último, la nota se dirige a la propia profesión de enfermería: “Por no honrarte como siempre has merecido, por vilipendiarte en un contexto donde las enfermeras cada vez nos sentimos más solas en la lucha por ofertar cuidados de enfermería de calidad a nuestros pacientes”.

A continuación, reproducimos la carta íntegra difundida por los profesionales de enfermería de las Urgencias del HUNSC:

“Frustración, impotencia, indignación son los sentimientos que experimentamos las enfermeras del servicio de urgencias del Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria cada vez que nos enfrentamos a una jornada laboral. Pocas situaciones nos empapan de un sentimiento tan triste y denigrante para nuestro orgullo profesional que ver cómo los pacientes día tras día permanecen hacinados en los pasillos y en las salas de observación, muchas de las cuales han sido improvisadas en los últimos meses ni tan siquiera con los más básicos recursos materiales para poder brindar una atención sanitaria segura, digna y de calidad. Salas sin conexiones de luz suficientes que permitan la conexión de una bomba de infusión o bien para que el paciente pueda recargar la batería de su teléfono móvil para comunicarse con sus allegados. Salas repentizadas que no cuentan con la instalación de una toma de oxígeno ni tampoco con tomas de aspiración de secreciones, que no disponen de un servicio para que el paciente pueda cubrir sus necesidades de manera íntima. Áreas que acostumbraron ser simples halls y que ahora las han convertido en desorganizadas salas comunes de observación donde los pacientes se amontonan en incómodas camillas, permaneciendo durante días a la espera de una cama en planta o bien hasta recibir el alta médica desde el propio servicio de urgencias. Camillas que apenas se distancian entre sí por unas pocas decenas de centímetros y muchas veces sin contar con al menos un fino biombo que intente separar la intimidad personal de la persona que se está atendiendo de la vecindad. Trabajamos en un contexto indigno, indiscreto, poco reservado para el usuario que no sólo impregna de mala imagen a los cuidados que las enfermeras ofrecemos al paciente, sino que también implica a nuestra propia profesión desde un prisma ético y moral, relacionado con nuestro código deontológico, y que nos aboca al menoscabo de los principios bioéticos de nuestra profesión. El motivo de esta carta no es otro que volcarnos con nuestros pacientes, pedirles disculpas por estas situaciones, y empatizar con ellos en una problemática que les afecta directamente.

Así pues, a ti, nuestro paciente, de avanzada edad, queremos pedirte perdón si durante días permaneciste en una incómoda camilla a la espera de una cama en hospitalización, conllevando que te doliera el sacro, los talones, y otras prominencias óseas. A ti, paciente oncológico, por haberte tenido durante horas en masificadas salas de espera o transitados pasillos a pesar que tu estado de salud requería de una sala individual o al menos con una menor afluencia de personas, pero nuestro servicio de urgencias no cuenta con esta condición. A ti, paciente con un proceso infeccioso con capacidad de contagiar o enfermedad inmunodeficiente, que requeriste de un aislamiento, ya fuese de contacto, respiratorio, aéreo, o inverso, sentimos no haberte podido brindar esa sala especializada a la mayor brevedad posible, ya que solo contamos con un habitáculo para estos contextos y en la mayoría de las ocasiones ya está ocupado. A ti también, familiares, que han tenido que vivir la pérdida de un ser querido en nuestro servicio, y has tenido que compartir esos delicados momentos en una sala con más pacientes, separado por un biombo, sin la intimidad y el calor suficiente que requiere la ocasión. Lo lamentamos, si durante horas permaneciste a la espera de atención enfermera, pero habitualmente estamos desbordados por la excesiva demanda y no damos abasto con el personal disponible. Si durante las noches pasaste frío en los pasillos del servicio, pues rara vez nuestro almacén cuenta con mantas suficientes para abrigarles. Si amaneciste con dolor cervical o pasaste una incómoda noche por no tener una almohada que ofrecerte, lo sentimos, no disponemos de un razonable número de ellas. Lamentamos si te tuvimos que cambiar el pañal, transmitirte información sobre tu estado de salud, hacerte una técnica de enfermería, o que tuvieras que realizar tus necesidades en un orinal o en el pañal, en presencia de otros pacientes no garantizando tu intimidad, pero las infraestructuras disponibles no cuentan con la familiaridad para así hacerlo. Familiar, si no tuvimos un lugar donde acogerte y permaneciste toda la noche de pie al lado de tu ser querido enfermo, cuando tu intención era colaborar, cuidar de él, y ayudar a los profesionales sanitarios, lo lamentamos. Al enfermo que con dificultad podía expulsar las secreciones respiratorias y no disponíamos de la instalación de una toma de aspiración en la sala o pasillo donde lo sufriste para poderte ayudar, lo sentimos. Cuando precisaste de la realización de una técnica de enfermería en un box de observación y tuviste que esperar durante horas para ello ya que estaban bloqueados por no disponer de suficiente espacio donde ubicar a los enfermos ya valorados. Te pedimos disculpas si tuviste que esperar dentro de la ambulancia a que existiera disponibilidad de una camilla en el servicio ya que es una situación cada vez más habitual. Tampoco fue mi intención retrasar la administración de la medicación porque no encontré un pie de suero donde poder alojarla para su infusión.

A ti, paciente con una afección psiquiátrica, lamentamos haberte tenido con una sujeción mecánica prescrita en un pasillo en condiciones de nula intimidad y dignidad, mientras de manera “no deliberada” vociferabas o gritabas, pero desde hace tiempo ya no contamos con el habitáculo que teníamos en el pasado para estas situaciones. A ti, paciente pendiente de realización de colonoscopia y que te dimos una solución para que evacuaras el contenido intestinal, nos hubiera gustado haberte ofrecido un servicio propio, como el de hospitalización, y no haberte hecho compartir un baño durante toda la noche con otros pacientes, teniendo que contener la situación de urgencia intestinal a que éste quedase libre. A ti también, compañero, familiar, paciente, discúlpanos si pudimos darte una mala contestación consecuencia de la sobrecarga laboral, pues en ocasiones, estas situaciones nos ponen al límite de nuestro autocontrol. Te pedimos disculpas si, a la espera de disponibilidad de cama en hospitalización, precisaste una más cómoda dentro del servicio de urgencias donde permanecer la espera y no pudimos ofrecértela, pero es norma general que estas camas de urgencias estén ocupadas durante meses por decenas de problemas sociales a la expectativa de un trámite ajeno a la asistencia sanitaria. A nuestra profesión de enfermería, aquella que de manera digna pretende ofertar cuidados de calidad al paciente, que siempre fuiste una profesión vocacional, pasional y de prestigio por tu implicación en la resolución de los problemas de salud de los enfermos, perdónanos por vaciarte de contenido, por no honrarte como siempre has merecido, por vilipendiarte en un contexto donde las enfermeras cada vez nos sentimos más solas en la lucha por ofertar cuidados de enfermería de calidad a nuestros pacientes.

Se despide atentamente, enfermería de Urgencias del HUNSC“.