“No era un fallo, era una aurora boreal”

Rubén Darío García León / EFE

Santa Cruz de Tenerife —

Francisco Sánchez (Toledo, 1936) es el primer catedrático de Astrofísica de España y fue director del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) desde su fundación hasta 2013. Este científico ha relatado en una entrevista concedida a la agencia EFE cómo en 1966 observó desde el Teide una aurora boreal. Según ha relatado, en un principio pensó que la luz que estaba observando se debía a una avería de los aparatos de investigación.

Era la noche del 16 al 17 de septiembre y Francisco Sánchez, quien había llegado a la isla a principios de 1961, estaba en el Observatorio Meteorológico de Izaña observando la luz zodiacal, que es la que se produce en el medio interplanetario por dispersión de la luz solar en los micrometeoritos. En aquellos momentos, según ha explicado, la observación de la luz zodiacal era la única forma de detectar lo que había en el medio interplanetario. Era la época en la que se estaban empezando a enviar las primeras sondas espaciales.

En Europa había solo dos consultores de la NASA, quienes sabían “un poquito” de lo que se encontrarían las sondas al salir de la atmósfera terrestre. Uno de ellos era el propio Sánchez, quien ha comentado que la luz zodiacal se ve “bastante bien” por la latitud de Canarias al amanecer y al atardecer. Pero durante la noche, aunque esta luz existe, no se ve. En el cielo nocturno se puede observar la luz que procede de la atmósfera, la que procede del medio interplanetario y la producida por las estrellas.

Para estudiar la luz zodiacal era preciso realizar una “descontaminación” del resto de luces y fue al hacer esto cuando Francisco Sánchez y su ayudante observaron hacia el norte una emisión lumínica muy fuerte que llevó al astrofísico a pensar que los aparatos se habían estropeado.

Sin embargo, en seguida comprobó que se trataba de auroras boreales, después de constatar que no se trataba de reacciones químicas de la energía solar durante el día en la atmósfera, que se “desprenden” de noche de manera retardada, sino que eran producidas por partículas solares al chocar contra las moléculas de oxígeno y nitrógeno de la atmósfera.

Ambas emiten una luz similar, pero mientras que en la luz zodiacal la luminiscencia es como una capa que lo cubre todo, en la aurora boreal es “móvil”, indicó Francisco Sánchez, quien hizo esa curiosa observación por medio del único telescopio profesional del que disponía entonces y que es hoy una reliquia de la astronomía española, con un espejo primario de treinta centímetros y 75 de longitud focal.

La observación se realizó desde el Observatorio Meteorológico de Izaña, donde se hacían mediciones rutinarias de temperatura y humedad y donde, para poder utilizar telescopios fue preciso alcanzar un acuerdo entre los ministerios de Defensa (del que dependía meteorología) y Educación.

Con el tiempo el Instituto de Astrofísica de Canarias se instaló en la montaña del Cabezón, próxima al lugar en el que está el observatorio meteorológico. Contemplar auroras boreales es muy poco frecuente en estas latitudes, pero se han documentado hasta once desde 1770.

Francisco Sánchez disponía de dos telescopios, uno de ellos de doce centímetros de diámetro, que había comprado a un astrónomo aficionado, y el telescopio de Burdeos, más profesional. Este último se instaló en el Teide en 1963 y sirvió para que Francisco Sánchez hiciese su tesis, la del primer catedrático de Astrofísica de Canarias. Esta se encuentra actualmente en la sede del IAC en La Laguna.

Dicho telescopio fue construido entre 1962 y 1963 por los científicos Rousseau y Chauvet, del Observatorio de Burdeos, y sus espejos fueron fabricados por Texerau en el Observatorio de París. El instrumento llegó a Tenerife después de que el astrónomo René Dumont comentase a Francisco Sánchez, durante un viaje de este por Francia, que estaba construyendo un pequeño telescopio, por lo que el que luego fuese director del IAC invitó a su colega francés a colaborar. Así, mientras uno “ponía el cielo”, el otro “ponía la instrumentación”.

Esa colaboración fue la base del consorcio público del Instituto de Astrofísica de Canarias, en el que más de doce países tienen aparatos de medición.

El telescopio de Burdeos dejó de ser utilizado en la actividad zodiacal después de que se llegase a la conclusión de que esta es un fenómeno que no depende de la actividad solar. Desde entonces este telescopio es utilizado para fines didácticos.