Uno de los festivales astronómicos con mayor reconocimiento mundial, el Starmus, se ha estrellado en las islas Canarias, donde, según ha sostenido el creador y promotor de las tres ediciones celebradas de manera central en la isla de Tenerife (con alguna actividad convocada en la cercana La Palma), el astrofísico y empleado del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) Garik Israelian, no se prevé realizar la cuarta edición, ya cerrada en Noruega, en la ciudad de Trondheim, durante los días del 18 al 23 de junio del año próximo.
La noticia ha caído como un jarro de agua fría en el archipiélago, de manera especial en Tenerife y La Palma, islas con observatorios astronómicos de prestigio mundial (gestionados por el IAC), muy dependientes del turismo exterior (muchísimo Tenerife) y lugares en los que se concentraba la actividad de la gran cantidad de premios Nobel y científicos e investigadores de nivel internacional que invitaba la organización del Starmus, con la presencia estelar del británico Stephen Hawking, un habitual.
La marcha del festival Starmus a Noruega se ha confirmado estos días en Canarias, una decisión que ha destapado la caja de los truenos y ha sacado a la vista de todos la larga estela de deudas que ha generado el proyecto, más divulgativo que científico (como gusta decir a técnicos del IAC, instituto público que no lo apoya con fondos propios pero que no le parece mal que se celebre), abanderado por Garik Israelian. Este ha cifrado las cantidades aún pendientes de abono en más de 300.000 euros, y se ha mostrado partidario de “no volver a Canarias” debido a que no se cumplen los compromisos de apoyo al certamen.
Entre los acreedores del festival Starmus, cuya organización culpa de la situación que se ha creado al incumplimiento de apoyos cerrados con orígenes público y privado para la edición de 2016 (con mención más significativa al Cabildo de Tenerife y a alguna de sus empresas públicas), se hallan organizaciones hoteleras, entidades de transporte y hasta integrantes del colectivo de intérpretes, todos ellos con base de operaciones principalmente en la isla de Tenerife.
Uno de los afectados por los impagos de Starmus, que prefiere mantenerse en el anonimato, llegó a decir a este medio de comunicación que dentro de su colectivo de profesionales “se produjo un acuerdo para no trabajar nunca más para ese festival debido a las deudas contraídas y a la imposibilidad de que estas fueran satisfechas en tiempo y forma razonables”. La misma advertencia se reconoce en otros sectores, como los ya señalados de alojamiento hotelero y de transporte de personas.
En busca de un festival más “sostenible”
Fuentes de alto nivel de Starmus han negado a este medio de comunicación que el festival se marche de Tenerife. “No nos vamos”, y han insistido en que aunque el próximo año se celebre en Noruega “eso no significa que no vayamos a volver a Canarias en la siguiente edición”, aunque no ha adelantado ningún dato acerca de esa posibilidad.
Sobre los motivos que han llevado a la organización de Starmus a elegir otro emplazamiento, las mismas fuentes han evitado pronunciarse acerca de los impagos o señalar una causa concreta, pero sí han comentado que “en Tenerife no hay un interés ni público ni privado, mientras que en Europa las posibilidades de negocio son infinitas” para un congreso de este tipo. De lo que se trata, en definitiva, es de hacer un festival que sea “sostenible” y no lo estaba siendo.
La realidad del festival Starmus en las islas es que jamás ha sido un proyecto económicamente sostenible, pese al brutal apoyo que ha prestado el Cabildo de Tenerife, entre otras instituciones públicas implantadas en Canarias. La razón de tanto desajuste presupuestario tiene que ver con que la caja que obtiene el festival en sus ediciones, pese a vender paquetes a participantes por un valor global cercano a los 500.000 euros (el caso de 2016), está muy lejos del coste final de cada convocatoria, un umbral que ronda el millón de euros.
Mucho dinero pendiente de llegar a los proveedores locales
Tal y como señaló el fundador de esta iniciativa, que se estrenó en 2011 y ha tenido otras dos ediciones más en Canarias, la de 2014 y la última celebrada este año, el origen de la deuda existente en la actualidad, la de más de 300.000 euros, tiene que ver con los retrasos en los pagos al festival de instituciones públicas y privadas radicadas en Tenerife, con la deuda principal atribuida al Cabildo tinerfeño, que, según ha trascendido, puede llegar a casi 200.000 euros, con 120.000 de la citada Administración insular y 75.000 de una de sus empresas adscritas, el ITER. Estos son los datos de la organización del festival.
A esa partida de origen público, siempre según la versión de los hechos ofrecida por Garik Israelian al presidente del Cabildo de La Palma, Anselmo Pestana, como ha apuntado el diario digital eltime.es, habría que añadir 160.000 euros más, en este caso por un compromiso asumido por una multinacional de las telecomunicaciones instalada en la Zona Especial Canaria (ZEC).
El Cabildo de Tenerife (controlado por Coalición Canaria), que a través de uno de sus portavoces ha confiado en que la marcha a Noruega en 2017 no signifique que no se mantenga el carácter bienal en Tenerife (con lo que supuestamente queda abierta la opción de que haya festival en 2018 en esta isla), salió ayer al paso de las informaciones difundidas desde La Palma sobre este particular y negó en un comunicado que la deuda que dice Israelian que existe no es cierta. La versión del Cabildo es que solo se adeudan 76.000 euros, cantidad aún no pagada a Starmus porque se está pendiente de la acreditación del retorno de esa inversión. El Cabildo de Tenerife dio en 2016 unos 330.000 euros a Starmus. En ediciones anteriores, las cantidades incluso han llegado a ser más elevadas.
Esa misma institución insular, el Gobierno de Tenerife, detalló la repercusión económica que ha tenido para la isla la celebración de los Starmus, con “un retorno de 171 millones en 2014 y de 415 en 2016”. Además, Starmus es de enorme interés para la isla porque “coloca a Tenerife en el mapa mundial de la observación de las estrellas y del cielo”, se indicó.
El Cabildo de Tenerife no descarta, sino que apoya, la vuelta de Starmus a la isla, algo que su creador y promotor, el alma mater de Starmus, ya ha dicho que, por ahora, no podrá ser.
Las deudas contraídas, la insostenibilidad económica y la dependencia extrema del certamen de las aportaciones provenientes de las administraciones públicas han lanzado el cohete llamado Starmus a Noruega, de donde no se sabe si alguna vez retornará.
En Canarias quedan algunos buenos momentos, muchas fotos y focos, y cantidad de acreedores locales que por ahora no saben si alguna vez cobrarán la parte que les corresponde de los más de 300.000 euros en deudas que ahí vivos están.
Starmus emigra y se nacionaliza noruego: ya nunca más será algo exclusivo de Canarias, en especial de Tenerife y aún bastante menos de La Palma.
Con una historia llena de grandes nombres
En su primera edición, el festival contó con la presencia de solo 30 ponentes y otros tantos asistentes. Solo fue cubierto por una docena de medios de comunicación, pero el plantel de invitados era de alto nivel, con nombres como Buzz Aldrin, Neil Armstrong, Jim Lovell, Brian May, Richard Dawkins y los premios Nobel Jack Szostak y George Smoot, entre otros.
En 2014 Starmus dio un salto cualitativo al contar con la presencia del afamado científico Stephen Hawking. Los asistentes llegaron a 400 y la cobertura mediática también creció exponencialmente. Ese año asistieron, además de Hawking, varios científicos y tres premios Nobel, Robert Wilson, Harold Kroto y John Mather.
La edición más multitudinaria ha sido la de 2016. De nuevo asistió Hawking y arrastró con su presencia a varios astronautas y un cosmonauta (Russell Schweickart, Chris Hadfield y Alexei Leonov), premios Nobel y científicos de distintas materias, como la bioquímica Elizabeth Blackburn o el físico Brian E. Cox.
Otra presencia destacada este año fue la del conocido científico y divulgador, presentador de la serie Cosmos, Neil deGrasse Tyson. Este verano también se pudo ver en el festival a compositores como Hans Zimmer o al premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, entre otras personalidades invitadas.