“Glorioso en la adversidad” es el lema heráldico de Garachico. En su más de cinco siglos de historia la adversidad ha venido en forma de epidemias, volcanes, lluvias y por supuesto el mar, como ocurrió la noche del 17 de noviembre y la madrugada del 18 pasados. Una semana después, Tenerife Ahora ha recorrido la zona afectada, donde todavía son visibles los estragos del temporal, que tardarán semanas o incluso meses en poder ser reparados.
Muros, farolas y largos tramos de barandas arrancados, puertas y ventanas destruidas... jalonan la avenida marítima a ambos lados. La furia incontenible del Atlántico arrasó el mobiliario de la piscina artificial municipal y las piscinas naturales de El Caletón -incluyendo su cafetería-, donde los desperfectos son cuantiosos.
Si en lo público se han valorado en 800.000 euros, en los bienes privados la cifra puede incluso superar esa cantidad, porque las olas golpearon en dos restaurantes, una cafetería y una heladería, donde el mar entró en su interior y destrozó todo lo que encontró a su paso. Ahora tienen sus puertas y ventanas tapiadas con planchas de madera, de forma provisional, a la espera de una posible rehabilitación.
Todavía existe una calle cerrada, transversal a la avenida marítima, donde las olas se adentraron muchos metros hacia su interior y derribaron un anexo a una vivienda de gruesos muros antiguos.
Uno del daños más sobrecogedores está en un edificio de viviendas, en el que también se encuentra una heladería afectada, donde batieron las olas y el mar rompió la puerta principal de la parte residencial, adentrándose en el zaguán común más de diez metros, al punto que arrancó de cuajo un machihembrado de madera, parte del falso techo y de las paredes.
Frente al histórico castillo -que una vez resistió el oleaje casi sin rasguños-, han desaparecido gran parte de los muros de piedra, lo que da idea de la fiereza del oleaje.
Incluso en la calle paralela a la avenida marítima las olas que se colaron por un callejón rompieron ventanas.
Los restaurantes que se encuentran próximos al castillo han podido abrir sus puertas, gracias a que esta vieja fortificación que ya lucía como hoy en las últimas décadas del siglo XVI les ha servido de parapeto, aunque no se libraran de la entrada de agua en los locales.
El campo de fútbol, a pesar de que por anteriores temporales se le construyó un grueso muro de hormigón diseñado para repeler las olas, ofrece un panorama dantesco, pues el mar arrancó el césped artificial y afectó a los vestuarios. A su lado, el local de una asociación de mayores también quedó dañado.
En la avenida marítima están cerrados varios cientos de metros de acera en el lado que da al litoral, porque las olas se llevaron la baranda, y también arrancaron parte del firme.
Incluso una marquesina de una parada de guaguas construida con muros de piedra se halla precintada, porque el océano le arrancó todas las losetas del asiento y parte de los muros.
En resumen, un panorama que en la villa del Roque resulta en algunos rincones dantesco. Pero, como en anteriores ocasiones, Garachico volverá a tener la entereza para reponerse, como reza la leyenda de su escudo.