El pasado 29 de diciembre, unas 1.500 viviendas del municipio tinerfeño de Arona, en el sur de la isla, se vieron afectadas por un corte en el suministro eléctrico. ¿La causa? Una deuda que Ten-Bel Turismo, S.L., la empresa propietaria de este conjunto de urbanizaciones, mantiene con Endesa. El problema, dicen desde el Ayuntamiento, es que “todas las urbanizaciones tienen unificado el contrato eléctrico”, es decir, no los tienen individualizados ni por viviendas ni por urbanizaciones. Y a pesar de que los vecinos han abonado el importe de sus facturas a la empresa, que es la titular del contrato, esta no ha hecho lo propio.
A tan solo dos días de fin de año, con sus facturas correctamente pagadas y sin recibir ningún tipo de aviso, los vecinos de la zona dejaron de tener luz en casa. Al día siguiente se organizaron y, con la colaboración del Ayuntamiento, la Policía Local y Protección Civil, instalaron grupos electrógenos que desde el día 30 de diciembre proporcionan corriente eléctrica a las diferentes urbanizaciones del lugar. Dos semanas más tarde, siguen rellenando con gasolina estos costosos aparatos para poder tener luz en sus casas.
Un conflicto privado
Luca Mastrantonio es presidente de su comunidad en una de las urbanizaciones afectadas por este corte en el suministro y considera “inaceptable” que la corporación local de Arona no medie para solucionar el problema: “Nos hemos puesto en contacto con el Ayuntamiento en varias ocasiones. Yo mismo fui esta mañana a presentar una queja y dicen que no pueden hacer nada”, afirma.
Fuentes municipales reconocen que, efectivamente, al tratarse de una deuda privada entre Ten-Bel Turismo, S.L. y Endesa, el Ayuntamiento no puede inmiscuirse. El consistorio asegura haber hecho lo que estaba en su mano al ayudar a instalar esos grupos electrógenos que, sin embargo, tienen que costear las comunidades de vecinos. “Dicen que es un asunto entre la empresa y la compañía eléctrica, pero no deja de afectarnos a nosotros, los vecinos de su municipio, que pagamos nuestros impuestos, nuestras facturas y no tenemos culpa de esto”, afirma indignado Mastrantonio.
Su comunidad, Apartamentos Eureka, está compuesta por unas 162 viviendas y tras dos semanas de autoabastecimiento eléctrico, ven inviable seguir haciendo frente a los altos costes que supone generar electricidad de este modo: “Mantenemos apagada la iluminación en jardines y zonas comunes, pero aún así, entre el alquiler de los generadores y la gasolina estamos gastando unos 4.000 euros semanales”, sentencia. Se nos han acabado los fondos de la comunidad y no vamos a poder costearlo más tiempo“, asevera.
Ante la imposibilidad de afrontar estos gastos, creen que tendrán que vivir sin electricidad en sus domicilios, algo que consideran “lamentable'', pues allí viven personas mayores y familias con niños que necesitan tener acceso a algo tan básico como una ducha caliente, cocinar, trabajar desde casa o una correcta iluminación. Mastrantonio, por su parte, entiende que esto es un problema que Endesa tiene con la empresa Ten-Bel y que los vecinos que pagan sus facturas no tienen por qué estar haciendo frente a esta situación.
Empresa arruinada, ciudad en ruinas
No obstante, no es la primera vez que Ten-Bel Turismo, S.L. (el nombre proviene de la unión de las palabras Tenerife y Bélgica, que era el turismo que visitaba la zona en los años 60, cuando se inauguró, aunque su apogeo llegó en los 80, cuando contaba con todo tipo de instalaciones de ocio y deportes y más de 5.000 camas turísticas) es la causante de algún tipo de perjuicio a terceros. La empresa que construyó lo que un día fue una de las primeras ciudades de vacaciones de España no solo tiene una deuda con la compañía eléctrica Endesa, sino que tiene también asuntos pendientes con Hacienda. Actualmente, aúna entre sus socios a diversos inversores y aparece en la última lista de deudores que ha hecho pública el pasado mes de diciembre la Agencia Tributaria, a quien debe más de 650.000 euros.
En abril del pasado año, la compañía volvió a ser noticia cuando los trabajadores del hotel Alborada Ocean Club, también propiedad de Ten-Bel, convocaron una huelga tras pasar tres meses consecutivos sin cobrar su sueldo. Esto, sumado a los otros tres salarios que ya se les debía de la gestión anterior –cuando el nombre del hotel era Annapurna– hacía un total de seis nóminas a deber por aquel entonces.
Además, esta zona residencial se encuentra en un pésimo estado de conservación: edificios vandalizados, paseos derruidos, jardines invadidos por las malas hierbas, calles sin iluminación, carreteras plagadas de baches, zonas comunes completamente destrozadas… Tampoco ante esta situación puede hacer nada el Ayuntamiento de Arona, que observa impasible cómo lo que un día fue una de las zonas más lujosas y turísticas del sur de Tenerife está hoy sumida en el más profundo abandono.
En 2013, y ante la imposibilidad de hacer frente a la totalidad de los pagos que adeudaba, Ten-Bel Turismo, S.L. presentó, de forma voluntaria, la solicitud de concurso de acreedores, procedimiento en el que sigue inmersa a día de hoy después de que no fuese admitida la propuesta de convenio presentada por la empresa.