El pequeño Adexe acudió junto a sus padres la mañana de este miércoles a una de las salas la Ciudad de la Justicia de Las Palmas de Gran Canaria, donde permaneció durante las más de cuatro horas en las que testigos y peritos declararon ante la juez del Juzgado de lo Penal número 2 de la capital, Mónica Oliva, que dictaminará si su parálisis cerebral se debe a una imprudencia médica cometida en el momento en que nació.
Adexe no controla la movilidad de su cuerpo y tampoco puede hablar, aunque su padre asegura que lo hace con la mirada. Sufre ataques de epilepsia y se le han diagnosticado microcefalia y otras patologías. Su madre, Laura Segura, dejó su trabajo y se mudó de su casa de Veneguera hasta Vecindario para ocuparse por completo de su hijo. Durante el juicio celebrado este miércoles, aseguró haber tenido que “mendigar” y hacer uso de los tapones solidarios para comprarle una silla de ruedas, al no contar con ayudas. “Mi niño toma cinco pastillas por la mañana, tres por la tarde y otras cinco por la noche”, aseveró.
Segura interpuso hace ya 10 años una denuncia contra el Servicio Canario de Salud (SCS) y el médico que la atendió durante el parto en el centro de salud del municipio grancanario de Mogán, Benigno Gago, al considerar que actuó de manera negligente.
La acusación particular achaca a Gago un delito de lesiones por imprudencia grave que provocó que el bebé se quedara varios minutos sin aire, lo que a posteriori le provocó los daños cerebrales. Motivo por el que pide una pena de prisión de unos tres años para Gago, además de la inhabilitación del ejercicio médico durante un periodo de tiempo semejante y una indemnización a abonar por parte del acusado y del Gobierno de Canarias de 1,1 millones de euros.
Gago recordó ante la juez que ya había ayudado a otras mujeres a alumbrar, al contar con formación en Urgencias pese a no ser ginecólogo, cuando Laura se presentó de noche en el centro con un parto inminente. Afirmó que fue él quien sacó al bebé del útero de la madre y que, al verlo en “ligera depresión”, procedió a reanimarle mediante oxígeno hasta que llegaron los efectivos del 1-1-2. Asimismo, dijo entender que no hubo una asfixia perinatal y aseguró haber hecho “todo lo que tenía en mi mano” para ayudar a la paciente.
En respuesta a las preguntas de la defensa, quiso dejar claro que no se podía hacer nada para retrasar el parto, que duró entre 12 y 15 minutos, y que con lo avanzado que se encontraba el mismo no había tenido tiempo ni medios para monitorizar el embarazo y certificar si tenía algún problema.
Su versión fue, sin embargo, contradicha por el resto de testigos, que aseguraron que quien terminó de sacar al bebé fue el efectivo sanitario enviado por el servicio de emergencias regional 1-1-2, que acudió en ambulancia al centro. Algo que se agrava al tener en cuenta que el informe en el que debería constar la actuación de esa noche y el estado del bebé cuando llegó al mundo ha desaparecido.
“Tenía color negro”
La primera en desdecir al doctor fue la madre del pequeño, Laura Todelo, que recordó que comenzó a sentir contracciones en su antigua casa de Veneguera y acudio a la Cruz Roja de Mogán para terminar en el centro médico. Según su versión, cuando el niño asomó la cabeza “yo pedía que lo sacara”, pero Gago no lo hizo. “Movía su cabeza y me decía que empujara”, apostilló.
La versión de que fue el médico de emergencias el que terminó de sacar al neonato al llegar al consultorio fue ratificada por el padre del niño, que se encontraba en la sala en el momento del parto, además del técnico de transporte sanitario que acudió al lugar y el propio facultativo del SCS, quien además precisó que fue quien llevó a cabo la reanimación.
Ambos padres recordaron que el niño tenía un color oscuro “casi negro” cuando nació y que en ningún momento lloró, sino que emitía un ligero sonido. Por su parte, el médico del servicio 1-1-2 mantuvo que el color cianótico del cuerpo del pequeño le hizo pensar que le faltaba oxígeno, por lo que proporcionó aire, aunque no llegó a intubarlo.
No fue hasta pasados dos o tres meses que los padres fueron informados de lo que le pasaba al recién nacido. Para su pediatra, que acudió como testigo, no resulta lógico pensar que los problemas se originaron en el periodo de gestación, puesto que cuando nació el tamaño de su cráneo entraba en los parámetros normales. A su juicio, nació con falta de oxígeno tras sufrir una asfixia.
Peritos con posiciones opuestas
Los dos peritos llamados por las defensas, entre los que se encontraba un ginecólogo, hicieron hincapié en los informes – sin contar con el extraviado – y la experiencia para asegurar que no había existido mala praxis y que la falta de seguimiento y monitorización del parto impedía conocer si la posible asfixia se había producido durante la actuación de Gago.
El forense no estuvo de acuerdo con dichas observaciones y señaló que el bebé nació con una patología que pudo agravar las consecuencias de un parto que podía haber tenido otro resultado de haberse llevado a cabo en otras condiciones. “No todos los bebés nacen de color oscuro, este no fue un parto normal”, concluyó.
Tanto la defensa del acusado – que pidió la libre absolución - como la Fiscalía, coincidieron en que durante el juicio no había quedado acreditado que el bebé se asfixiara en el momento en que la madre fue atendida por el doctor, y que pudo haber ocurrido antes del parto o de camino al Hospital Universitario Materno Infantil.
El representante legal del SCS rechazó la indemnización solicitada por la acusación al considerar que la administración tiene una responsabilidad civil subsidiaria y no directa en el caso y que no ha quedado acreditado que el consultorio careciera de medios para atender el parto. El caso ha quedado visto para sentencia.