Moratoria, islas 'ocultas' a los visitantes y menos vuelos: Hawái enseña a Canarias cómo pone límites al sobreturismo
El archipiélago de Hawái, en Estados Unidos, intenta desde hace pocos años, pero especialmente desde la pandemia de COVID-19, limitar el número de turistas que llegan a sus costas porque, entre otras consecuencias, esta industria de masas está afectando a sus espacios naturales y a sus habitantes. Desde la gentrificación de las comunidades a la turistificación de sus rincones más apreciados, este archipiélago intenta proteger no solo sus valores naturales, sino a su comunidad indígena, que se ve desplazada por los altos precios de las viviendas y por la llegada masiva de residentes temporales de alto poder adquisitivo que se han hecho con parte de la oferta inmobiliaria.
Keani Rawlins, vicepresidenta del consejo del condado de Maui (Hawái, EEUU), explicó el pasado viernes en el I Foro Internacional de debate Presente y Futuro del Turismo en Canarias organizado por Canarias Ahora y La Fundación Diario de Avisos cuáles son los problemas asociados al turismo que afronta Hawái, qué medidas han tomado en estas islas y cuáles han sido los resultados obtenidos. Y aunque los archipiélagos de Hawái y Canarias disten miles de kilómetros uno de otro, los problemas derivados de la llegada masiva de visitantes son muy similares en ambos.
¿Qué problemas asociados al turismo masivo hay actualmente en Hawái?
Hawái tiene siete islas habitadas, con poblaciones de distintos tamaños. La isla más poblada es Oahu, la isla de la que yo soy es Molokai, y el condado al que yo represento es el de Maui.
En 2019, antes de la pandemia de COVID-19, superamos los 10 millones de turistas anuales y nuestra población total es de 1,5 millones de habitantes. Hemos experimentado un sobreturismo, un turismo masivo, muy extractivo, que ha impactado en detrimento de nuestro medio ambiente, nuestra cultura, nuestra comunidad.
Algunos de los impactos en la sociedad, como en otros lugares populares en el mundo, es el desplazamiento de los miembros de comunidades preexistentes, disparándose los impuestos a las propiedades; eso es a lo que se enfrenta mucha gente, específicamente los indígenas hawaianos, así como personas de familias que han estado aquí durante generaciones. Pero sobre todo hemos visto disminuir nuestra calidad de vida en general realmente por el sobreturismo.
¿La industria turística o las administraciones han tomado alguna medida para solucionar estos problemas?
Supongo que como se ha dicho muchas veces antes, hay lugares que mueren de éxito. Una de las cosas que intentamos incorporar en los lugares más populares de Hawái son los sistemas de reservas, pero no existe un sistema de reservas que se pueda implementar en todas las áreas de muchos de nuestros Parques de Playas, que son abiertos, por lo que hemos comenzado a cobrar el aparcamiento, por horas o todo el día, no para residentes.
Hemos intentado trabajar con nuestro gobierno federal para limitar la cantidad de aviones que vienen al condado de Maui. Eso está más allá de nuestras competencias, y no tenemos el control sobre eso, así que es un poco más difícil de conseguir.
Una de las cosas que yo encabecé para mi isla, Molokai, es prohibir alquileres vacacionales, alquileres de corta estancia, en zonas residenciales, en nuestros barrios. Otra cosa que hicimos fue promulgar una moratoria para la construcción de nuevos hoteles y resorts.
Como en las Islas Canarias, las zonas más deseadas de las islas no son las áreas más conservadas, deberían ser zonas que no estén desarrolladas. Algunos resorts fueron construidos justo en la orilla del mar, así que en zonas donde una vez hubo una gran playa, ya no hay arena. Esa es la clase de impacto que estamos teniendo en las playas.
Lo preocupante es que eso hiere al propio turismo, cuando afecta al entorno, la razón por la que muchos turistas vienen a Hawái son sus preciosas playas de arena. Ya sabes la expresión: se están dando un tiro en el pie impactando así precisamente las cosas que los turistas vienen a experimentar.
Topar, o limitar o prohibir el desarrollo continuo de los alquileres vacacionales en algunas zonas es algo que como gobierno local también hemos hecho.
¿Los resultados han sido positivos?
Sí, aunque algunos de los nuevos hoteles en construcción ya habían conseguido sus permisos finales, o los que estaban a medias de ser construidos, seguirán adelante, pero eso no sacia el apetito de la industria turística. Sin esa regulación que aprobamos, la isla de Oahu estaría cubierta de alojamientos turísticos, empeorando el que la comunidad local sea desplazada.
Muchos en Canarias y en todo el mundo pueden identificarse con que Hawái no es Hawái sin los hawaianos. Son los hawaianos quienes practican la cultura que ama tanta gente en el mundo, ya sean nuestra gastronomía, nuestras artes o nuestra música. No será una experiencia auténtica sin nuestra gente, y la industria turística continúa desplazando a los indígenas de esta tierra.
¿Cuál es el ambiente social en Hawái respecto al turismo?
Nunca hay un consenso al 100% sobre algo. Hay gente que se está beneficiando económicamente de la industria turística, así que esta gente sigue dando la bienvenida al turismo.
Hemos estado escuchando durante años que es necesario un equilibrio. Las palabras clave han sido el “turismo regenerativo” o el “turismo sostenible”, pero la cuestión es el número de turistas que vienen, porque incluso si el 100% de los turistas son respetuosos y amables o generosos cuando vienen, estarán en un edificio por ejemplo para 100 personas, pero hay 500, así que aunque todos ellos sean personas maravillosas y preciosas sigue siendo incómodo, estará repleto, no será divertido y no será un buen plan, porque la capacidad máxima de ese lugar es de 100 personas y se está muy por encima de eso. Así que esa es la sensación aquí.
Las infraestructuras que se han construido son para una cantidad concreta de personas. Por ejemplo nuestras carreteras, cuando la gente está intentado ir a su trabajo, el tráfico está congestionado, o si en el fin de semana te quieres ir a relajar a la playa o a hacer una caminata hay demasiadas personas. Es difícil no sentir resentimiento hacia el Gobierno y hacia la industria que está destruyendo nuestro hogar. Están permitiendo la destrucción con la falta de regulación, con controles insuficientes para indicarles a estas personas que vienen (puede que con sus mejores intenciones) que nuestras infraestructuras o el tamaño de nuestras islas no pueden soportar tanto.
Como en las Islas Canarias, nuestros recursos y nuestra tierra son finitos, tienen límite. Muchos de los promotores que vienen aquí tienen una mentalidad continental, donde hay grandes extensiones de tierras y parece que están descubriendo ahora en América que el agua también es finita. Así que es necesario implementar más regulación, no podemos seguir actuando como si hubiese una cantidad infinita que puede desperdiciarse, hay que proteger los recursos como lo limitados que son.
Pero sobre todo, el sentimiento de los nativos hawaianos es la frustración, un deseo de poder seguir viviendo aquí, en nuestras casas, y proteger nuestra “Aina” o madre patria, nuestra tierra, nuestro hogar ancestral, nuestra cultura, ser capaces de criar a nuestros hijos en la cultura en la que crecimos. Estas son algunas de las cosas que estamos intentando trabajar con las entidades responsables: que cuando los turistas vengan lo hagan con respeto, que traten nuestro hogar como el hogar de alguien a quien están visitando y no como si estuvieran en un parque temático, porque además hay peligros reales. Hay personas que han perdido la vida pensando por ejemplo que el océano es un juego; o en caminatas, donde hay precipicios, hay gente que se sale de los senderos y se pierde… así que estamos trabajando con las autoridades intentando mejorar el mensaje para educar mejor a quienes nos visitan.
¿Qué habría que cambiar para mejorar la vida de los hawaianos al mismo tiempo que se mantiene la industria turística?
Es una buena pregunta y estoy segura de que es una cuestión que se hacen muchas comunidades a sí mismas en todo el mundo.
Lo que necesitaríamos que ocurriera es que nuestra comunidad estuviese más implicada e involucrada en los procesos políticos, elegir a personas que de verdad representen a los intereses de nuestra comunidad en la toma de decisiones para controlar al turismo y asegurarnos de que el sistema maximiza los beneficios comunes y no desplaza a nuestros miembros.
¿Eres optimista respecto al futuro del turismo en Hawái?
Una de las cuestiones que nuestra comunidad ha trasladado a las entidades responsables del turismo es no anunciar nuestra isla (Molokai) como un lugar para visitar. Un 60% de nuestra comunidad son nativos hawaianos, así que seguimos siendo la voz mayoritaria en nuestra isla, y por eso para nuestra isla soy muy optimista. En las islas vecinas, la población indígena o quienes llevan generaciones viviendo aquí siguen disminuyendo en número mientras crecen quienes se mudan aquí y se llaman a sí mismos residentes temporales o estacionales, pero no son residentes, no crean comunidad. Aquellos que son parte de la comunidad contribuyen a apoyar a las siguientes generaciones protegiendo el medio ambiente o perpetuando nuestra cultura, los otros siguen abogando por una industria que explota nuestra cultura y nuestro entorno por la mayor cantidad de dinero posible. Este sistema capitalista es como Auróboros, la serpiente que se muerde la cola, que lo devora todo hasta que no queda nada. Así es se siente.
Así que para mi isla soy optimista, para las islas vecinas… es una batalla constante.
¿Es posible que el turismo y los hawaianos convivan sin estos problemas? ¿Cómo?
Creo que puede ser posible pero no con una industria turística tal como es ahora. Ahora mismo la industria turística está compitiendo con nuestra comunidad. Nos gustaría poder vivir en paz con una industria que pudiera ser beneficiosa, porque crea beneficios, crea empleos, genera ganancias, pero esas cosas no pueden ser más importantes que la calidad de vida de nuestros residentes.
Nuestros residentes, tanto nativos hawaianos o los que han vivido aquí por generaciones, siguen teniendo un precio, es decir, sus casas residenciales siguen siendo convertidas en alquileres vacacionales y se hace imposible encontrar un refugio.
Nos gustaría que nuestros hijos y los hijos de las antiguas familias y las próximas siete generaciones y más allá puedan vivir aquí… y que este lugar no sea solo un espacio de recreo para los ricos y sean solo los poderosos quienes puedan permitirse vivir aquí.
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