Para acercarse a la orilla del sagrado Ganges hay que armarse de valor. Para los hindúes, morir en Varanasi (Benarés) es casi un anhelo; aseguran que hacer el tránsito en esta ciudad sagrada (una de las más importantes de toda La India desde el punto de vista espiritual) es una buena baza para lograr, después de incontables reencarnaciones, acabar con el tránsito en el mundo terrenal y alcanzar el Nirvana a través del moskhamoskha (liberación). Por eso, las aguas del Ganges, a su paso por la ciudad, es un verdadero crematorio al aire libre dónde los muertos y los vivos se mezclan para recibir las bendiciones del agua sagrada. Para los occidentales, que hemos arrinconado a la muerte en asépticos tanatorios y cementerios a las afueras de nuestras ciudades, la visión de decenas de cadáveres ardiendo al unísono junto a un río en el que se bañan los peregrinos es algo chocante. Hasta estresante. Pero así es este país. Un universo en sí mismo que lleva funcionando de esta manera desde el principio de los tiempos: y no exageramos. Varanasi es una de las ciudades más antiguas del mundo. Lleva ahí, habitada sin interrupción, más de 3.000 años –la tradición dice que fue fundada por el dios Shiva- y hasta fue la cuna del budismo. Según la tradición, fue aquí dónde Buda dictó aquí su primer sermón en el 528 AC fundando una de las grandes religiones del mundo. La India tiene siete ciudades sagradas; Varanasi es la más importante.
Todos los viajeros coinciden en que Benarés aúna lo mejor y, también, lo más impactante de La India (decir lo peor sería hablar desde nuestro punto de vista cultural). Visitar los Ghats destinados a las cremaciones de cadáveres (esas enormes gradas que descienden hasta las aguas del río) requiere de grandes dosis de estómago y comprensión. No es fácil. Huele a carne quemada y los restos (no siempre totalmente reducidos a cenizas) se tiran al río como parte culminante del ritual de abandono de la vida terrenal. El más famoso de los ghats de cremación es el de Manikarnika aunque hay opciones más tranquilas e igualmente impactantes como Harishchandra. Muy cerca de los crematorios se levantan grandes albergues dónde ancianos y enfermos de todo el país esperan pacientemente su última hora. No es un lugar para estómagos débiles o prejuicios fuertes.
El paseo por la orilla es uno de los imprescindibles. El agua tiene un indescriptible color entre marrón y verdoso y el olor también es una parte imprescindible del paisaje; y las moscas; y la gente; y los barcos que van y vienen; y el bullicio… Y entre tanta vida, las piras funerarias funcionan siete días a la semana y casi las 24 horas del día. Un incesante quemar de muertos que van a parar al río Aguas arriba (hacia el sur) en Ghat Assi, miles de peregrinos llegados desde los cuatro puntos cardinales del planeta se purifican en el que se cataloga como el cuarto río más contaminado del mundo.
El Río es el corazón de la ciudad. Una buena manera de ver todo lo que representa es alquilar un paseo en bote a primera hora de la mañana –lo podrás contratar sin demasiados problemas en tu alojamiento-. La luz, que se mezcla con el humo persistente de las piras funerarias baña las torres y fachadas de los templos y los grandes edificios creando una atmósfera irreal. Otro momento para volver a los Ghats es al anochecer. Es el momento del Ganga Aarti, un ritual de purificación en el que, entre cánticos y danzas, se ofrendan pequeñas lamparillas de aceite creando un ambiente muy especial. El más famoso es el de Dashashwamedh, pero hay posibilidades de verlo en lugares mucho más tranquilos como Shivala Ghat, donde apenas hay turistas (ver mapa).
El Río es la gran autopista que atraviesa la ciudad. Todo se organiza en torno a él; porque más allá de las aguas, reina el caos. A poca distancia del cauce, los callejones que llevan a las casas y los templos son un verdadero laberinto tomado por la madera para las cremaciones, las vacas, los sadhus –una especie de ascetas-, los moribundos que no tienen dinero para pagar un albergue y la basura; más allá de las primeras grandes avenidas, la nueva Varanasi es presa del tráfico desordenado. Y ahí reside parte del encanto de la ciudad. Entre ese caos y toda esa muerte que rebosa, hay mucha vida. Vida en el propio río, en los templos, en las calles… Y desde el punto de vista histórico, esos más de treinta siglos de existencia (hay quien dice que son cincuenta) han dejado una huella en forma de antiguas fortalezas, palacios y grandes monumentos públicos que bien merecen un par de días de visita tranquila. Un viaje largo a La India sin una parada en Benarés es inconcebible (lo ideal es pasar un mínimo de tres días).
Los Ghats, sus templos asociados y el Ganges son las más grandes señas de identidad de la ciudad: pero hay mucho y bueno que ver. El templo más importante de la ciudad es Kashi Vishwanath. No es fácil encontrarlo y aún más entrar, ya que el acceso está vedado a los extranjeros –con suerte te puedes colar aunque no puedes sacar la cámara de fotos-. Repartidos por toda la ciudad hay otros lugares sagrados de gran importancia histórica y artística que no están prohibidos a los visitantes:Annapurna Temple; Tulsi Manas Temple; Durga Kund Temple, Hanuman Temple (literalmente ocupado por los monos) o Tridev Temple. Todos merecen la pena, aunque si tienes que elegir, por cuestión de tiempo, sólo uno vete al Durga Kund, que es muy bonito. Otro imprescindible en la ciudad es el Fuerte de Ramnagar, una imponente fortaleza mogola del siglo XVIII que hoy alberga un museo dónde caben desde armas antiguas a coches pasando por libros centenarios o exposiciones sobre Astronomía.
¿VISITAR LA OTRA ORILLA DEL GANGES? En los alojamientos de rango medio y bajo te van a querer vender una excursión a los bancos de arena de la orilla contraria a los ghats. Te la van a vender como una experiencia casi mística de rituales de magia y cosas por el estilo. La realidad, como suele suceder en este país, es mucho menos espiritual. Las familias que no tienen recursos para pagar una cremación en condiciones pasa a este lado a quemar a sus muertos de manera ‘casera’. Lo único que vas a ver aquí son restos humanos por todos lados. Más allá del morbo y esas cosas, visitar este lugar es una falta de respeto a estas gentes que no pueden despedir a sus muertos en condiciones. Allá tú.
LOS MEJORES MERCADOS DE LA CIUDAD .- El producto estrella de Varanasi es, desde tiempos inmemoriales, la seda. Sus saris son legendarios en toda La India. El Rajan Silk Store (Ground Bulanala Maidagin Road) es el mercado de seda más importante y conocido de la ciudad y también uno de los pocos lugares dónde pueden comprarse vestidos realmente tradicionales. Otro lugar interesante para comprar ropa local de altísima calidad es elDal Mandi Market (Dalmandi Road, 209). En el Mercado de Golghar (Gwal Das Shau Line) se puede encontrar casi de todo (ropa, artesanía, adornos, menaje…) pero es un buen lugar para comprar los preciosos zapatos indios. Esta es una de las zonas comerciales más atractivas de la ciudad y está bastante cerca de las gradas del río Ganges. Para comprar joyas, antigüedades y artesanías está el Thatheri Bazar (Ghasi Tola) y si lo que quieres es mezclarte con el bullicio local callejea por los alrededores de la Mezquita de Gyanvapi.
LA UNIVERSIDAD Y EL MUSEO BHARAT KALA BAHVAN .- La zona de la Universidad supone un paréntesis de orden en el trazado caótico de la ciudad. Sus calles en forma semicircular alternan edificios institucionales, facultades, parques (incluido un interesante jardín botánico), el ya mencionado Templo de Hanuman (el de los monos) y un interesante museo. El Bharat Kala Bhavan (Semi Circle Road 3; Tel:(+91) 94505 31979) tiene interesantes colecciones arqueológicos e históricas.
UNA EXCURSIÓN A SARNATH .- Esta pequeña ciudad se encuentra a apenas 10 kilómetros de Varanasi y es uno de los lugares fundacionales del budismo. Aquí fue donde Buda dio aquel famoso primer sermón. No hay mucho que ver más allá de la Estupa de Dhameka, el lugar dónde tuvo lugar el hecho que se toma como el acto fundacional de la religión budista.
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