Pasear por Corbera nos vuelve a poner el alma en un puño. Hay lugares donde la tragedia puede sentirse de manera directa: a golpe de escombro. En la vieja Corbera las casas tienen las tripas fuera. Como si alguien las hubiera revuelto desde dentro. Las bombas tienen un poder increíblemente macabro. Hacen que las cosas que construyen los hombres se conviertan en revoltijos. Como vómitos de piedras, maderas y hierros retorcidos. Igual que en Belchite. Todo revuelto. Corbera es el epicentro visible de la destrucción que trajo consigo la Batalla del Ebro. Estamos en la línea de fuego de la batalla. El lugar en disputa en el que se frenó el avance republicano. Corbera, Gandesa y Fayón (ya en tierras de Aragón) ejemplifican de manera perfecta lo que fueron aquellos 115 días en los que la República intentó, sin éxito, retomar la iniciativa para tratar de alargar la guerra civil en vísperas de la mundial. En esta zona del río (Tierra Alta) se apelotonan los restos de la contienda: puntos de observación, búnkeres, las ruinas... Y también los centros de interpretación, los memoriales y los museos gracias al empeño de un consorcio público que ha hecho las cosas de manera ejemplar.
Gandesa fue uno de esos epicentros de la batalla. Los republicanos, que habían sido expulsados del lugar en abril del 38 –una de las más épicas acciones de defensa de las Brigadas Internacionales- trataron de tomar el control de la población durante los primeros días de la ofensiva. No tuvieron éxito. Lo mismo sucedió en Corbera y Fayón. Los dos museos sobre la batalla se encuentran en esta zona. Hablamos del Museo Memorial de la Batalla del Ebro (Avinguda de Catalunya, 3 –Gandesa-); el Memorial dels Espais de la Batalla de l'Ebre (Calle Freginals, 18 -Corbera d'Ebre-) y el Museo de de la Batalla del Ebro de Fayón (Bajada Fábrica, 14). También por estas tierras altas se encuentran otros equipamientos culturales dónde se exploran los diferentes espacios del frente de batalla: el Centro de Interpretación de Soldados a las Trincheras (Carrer Rossinyol, 8 -Vilalba dels Arcs-); el Centro de Interpretación Las Voces del Frente (Carrer Major, 4 -El Pinell de Brai-); el Centro de Internacionales al Ebro (Carrer Sunyer, 3 -La Fatarella-) y el Centro de Interpretación de los Hospitales de Sangre (Carrer Major, 2 –Batea-). De esta manera uno puede ir viendo las diferentes facetas del hecho histórico de una manera amena y muy rigurosa (y sin aspavientos ideológicos algo que se agradece).
Y después está la posibilidad de ir visitando algunos escenarios reales de la batalla. Hay multitud de lugares con restos del conflicto. Hay trincheras más o menos definidas; antiguas fortificaciones, búnkeres… Verlo todo el muy difícil porque hay mucho y en una superficie de terreno grandísima. Nosotros creemos que los lugares imprescindibles son el Campamento del Cuerpo del XV Ejército (acceso por T-733 desde Fratella), un gigantesco acuartelamiento de campaña republicano en el que puedes ver refugios, almacenes, trincheras y fortificaciones; el Búnker dels Reguers (acceso por C-12B desde Ascó) que formaba parte de la línea de fortificaciones construida por las tropas franquistas para impedir el paso del río por parte de fuerzas gubernamentales; el Mirador de San José (acceso por T-3301 desde Bot), que fue utilizado como centro de operaciones y permite ver una buena parte del teatro de operaciones y verdaderas fortalezas como el Fort d’en Blario (acceso TV-7231) o las Trincheras de la Punta del Duque (acceso desde TV-7411). El trabajo de recuperación y puesta en valor de todos los restos que se ha hecho es brutal. Cada uno de los espacio cuenta con información, indicaciones… También se han erigido varios memoriales por toda la zona.
Pueblos bonitos.- Ir y venir de trinchera en trinchera. Y de paso ver pueblos con mucho encanto. Como por ejemplo Ascó (con su castillo, su iglesia mitad gótica mitad neoclásica y sus casonas medievales), Flix (asentada en uno de los meandros más bonitos de esta parte del río y que también presume de castillo, de una interesante iglesia renacentista, de murallas y hasta de un refugio antiaéreo de la Guerra Civil) o, ya tirando hacia el interior pequeñas joyas monumentales como Vilalba dels Arcs o Bateta. Lo bueno del entramado de espacios y centros de interpretación de la Batalla del Ebro es que se han repartido bastante bien los recursos culturales: uno puede aprovechar para ir viendo los diferentes pueblos a medida que va visitando los museos y espacios de información. Lo que han hecho aquí es una verdadera pasada que debería servir de ejemplo en otros lugares de España.
Un rosario de poblados ibéricos.- Que no todo van a ser trincheras y bombazos… Una de las cosas que más nos impresionó de estas Tierras Altas del Ebro es la gran cantidad de yacimientos arqueológicos que hay. Entre ellos un puñado de poblados íberos que son una pasada. La presencia de los íberos por toda la zona es una constante y hay muchísimos enclaves. Pero nos vamos a limitar a los poblados que se encuentran a orillas del río: aquí, ordenados de norte a sur, puedes ver El Castellet de Banyoles (acceso por C-44); el Poblado del Castellot de la Roca Roja (acceso por T-301) y el Poblado de l'Assut de Tivenys (acceso desde T-301). No estamos hablando de montículos de piedra o restos poco reconocibles. Cada uno de estos tres yacimientos es impresionante, pero el Castellet de Banyones es una maravilla: puedes ver restos de las murallas, lo que fue una puerta fortificada monumental y buena parte de la trama urbana. Si sólo puedes ver uno te recomendamos éste.
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