Un viaje al Valle del Baztán: naturaleza, duendes y brujas en uno de los rincones más especiales del norte peninsular

Prados, ganado y casitas tradicionales en el Valle de Baztán.

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El Río Bidasoa baja desde las cumbres de Los Pirineos serpenteando entre trozos de bosques umbríos y prados de un verde esmeralda que nos ponen de manifiesto, en todo momento, que estamos en ese norte feraz. Este río animoso y de vida breve (apenas cuenta con 66 kilómetros de longitud) cuenta con una docena de pequeños arroyos y corrientes tributarias que conforman un verdadero laberinto de aguas encerradas entre las cimas pirenaicas (aquí chatas y bajas aunque no por eso menos imponentes) en valles muy bonitos. Estamos en el Valle de Baztán, un lugar de tintes mágicos dónde se esconden algunas de las tradiciones y mitos más ancestrales de la cultura vasca; de la magnífica y fascinante cultura vasca. El lugar fue, desde siempre, un destino ideal para los viajeros inquietos. En los últimos tiempos, la llamada Trilogía del Baztán, una fantástica colección de novela negra de la escritora Dolores Delgado (con una saga cinematográfica impresionante), ha puesto a esta porción de tierra fantástica en los mapas del gran público.

El Baztán es un valle amplio que incluye el tramo alto del Bidasoa, hasta la localidad de Elizondo, y una red de pequeñas corrientes tributarias que se internan en la Cordillera en vallecillos angostos con bosques profundísimos. Un lugar que hasta no hace mucho tiempo estaba relativamente aislado de las principales ciudades de Euskadi y Navarra y que, por lo tanto, sirvió de refugio a muchas tradiciones ancestrales y a las viejas historias de la mitología local. Un panteón presidido por Mari, diosa madre de la tierra y Urtzi, que dominaba sobre los cielos. Y junto a muchos dioses y diosas una infinidad de seres fantásticos como el Basajún, el señor del bosque que protege a las plantas y animales o el Akerbeltz, una especie de macho cabrío que, según las creencias populares, protegía las casas y a los animales de corral (aquelarre viene de la combinación de las voces ake, macho cabrío, y larre, prado).

Para sumergirnos en este universo fantástico lo mejor es empezar el viaje en Zugarramurdi, un pueblo que resume a la perfección esta pervivencia de las viejas tradiciones precristianas en la zona. El pueblo se hizo famoso en 1610 tras un proceso inquisitorial que sentó en el banquillo a 40 vecinas y vecinos del pueblo acusados de brujería: doce personas fueron condenadas a la hoguera. El Museo de las Brujas (Beitikokarrika, 18) explora esa vieja historia y te sirve de guía para visitar algunos de los lugares vinculados a un caso que, incluso, provocó una investigación interna de la Inquisición que determinó que las acusaciones eran irrisorias censurando, incluso, la actuación de los clérigos implicados. Es una historia fascinante. Muy cerca del pueblo hay una gran cueva que se identifica como el escenario de las reuniones de las brujas y muy cerca se encuentra el Roble Milenario de Urdax (acceso desde NA-4401) un árbol singular y monumental en un entorno espectacular.

Acercarse a Zugarramurdi te deja a tiro de piedra de otros lugares de interés. El más cercano es Urdax, un pueblo aún más chiquito pero que cuenta con uno de esos grandes monumentos que justifican el paseo. En el casco urbano de la población podemos ver un viejo molino hidráulico del siglo XVIII que aún funciona perfectamente (Salvatore Karrika, 10) como aperitivo antes de visitar el Monasterio de Urdax (Salvatore Lektiu, 3). Por aquí pasa una de las entradas a tierras ibéricas del Camino de Santiago y el origen del cenobio se remonta al siglo XV aunque su joya principal, el claustro renacentista, es del XVII. A espaldas del monasterio está el Monte de Trikuharry (acceso a pie desde la Plaza San Salvador) donde puedes ver una mancha de bosque bien conservada y un centro de recuperación de fauna. Antes de volver al Valle no dejes de bajar a las Cuevas de Urdax (Leorlas, sn) con sus enormes salas repletas de estalagmitas y estalactitas. Pasar a Francia para ver la Cueva de Sare (Sarako Lezeak).- Sí, otra cueva en apenas cinco kilómetros. Si eres un amante de la prehistoria aquí puedes ver un pequeño museo donde hay materiales arqueológicos recogidos en esta cavidad que datan de hace más de 25.000 años. También tienen un curioso parque con reproducciones de monumentos megalíticos.

Elizondo, la capital del Valle del Baztán.- El corazón del valle. Elizondo es una pequeña ciudad de 3.500 habitantes situada a menos de una hora en coche desde el centro de Pamplona. Una ciudad situada de manera estratégica en la ruta entre Francia y España a ambas orillas del Bidasoa. Punto de parada del Camino de Santiago y centro económico y político del valle. Plaza de importancia, vamos… Y de eso dan fe los viejos palacios que rodean la Plaza de los Fueros y flanquean la Jaime Urrutia. Entre ellas destacan la Casa Arozarena (Jaime Urrutia, 17), la Casa Istekonea (Jaime Urrutia, 46), que perteneció a uno de los virreyes del Perú, o la sede del Ayuntamiento (Plaza de los Fueros, sn), uno de los más soberbios ejemplos de barroco civil de toda Navarra.Estamos ante uno de los cascos urbanos más bonitos y mejor conservados de la región; un lugar que ha respetado su historia y con rincones preciosas donde destacan los soportales, la piedra y esos balcones cuajados de flores tan bonitos.

El Bidasoa parte la ciudad en dos y ofrece algunas de las postales más impresionantes de Elizondo. La foto paradigmática se logra desde la Presa y el puente de Txokoto (Braulio Iriarte, sn). Esta es una de las imágenes recurrentes de las películas de la Trilogía del Batzán. Si quieres ver la casa de la comisaria Elena Ochoa tienes que llegarte hasta el número 1 de la calle Maurizio Berekoetxea, justo al lado de la Iglesia de Santiago (Mauricio Berecoechea, sn), un templo un tanto anodino que se tuvo que construir a principios del siglo XX cuando el original (siglo XV) fue dañado por una riada. Un paseo hasta Irurita.- Esta aldea se encuentra a escasos 2,5 kilómetros de Elizondo. Aquí puedes la Torre Dorrea (Tejería, sn), una fortaleza medieval de la familia Jaureguizar y el palacio más antiguo de todo el valle. Aquí hay un pequeño museo sobre el patrimonio del valle y sobre una de las mosalidades más antiguas de la pelota vasca. Irutia fue el germen de Batzán. A dos pasos de la torre puedes ver el Palacio de los Duques de Goyeneche (Duquesa de Goyeneche, 1), una impresionante casona del siglo XV.

Por la carretera del Baztán (la N-121-B).- Desde Elizondo, la N-121-B corre hacia el norte buscando la frontera francesa muy cerca de Urdax (23 kilómetros). Esta vía recibe el nombre de Carretera del Batzán y ejerce de espina dorsal del valle conectando algunos de sus puntos más importantes: sin salir del todo de Elizondo, por ejemplo, hay que poner pie a tierra en Elbete para ver su preciosa Iglesia de Santa Cruz (Elbete, 5) y el Palacio Cabo de Armería Jarola (Santa Cruz, 3), una casona barroca del siglo XVII.

La primera de las paradas clásicas es la localidad de Arizkun, un pueblo muy bonito en el qe puedes ver varios edificios notables. El más importante es su Iglesia de San Juan Bautista (Txuputo, sn) que tiene la particularidad de su portada porticada. Junto a la iglesia puedes ver el enorme edificio que alberga a la comunidad del Monasterio de Nuestra Señora de Los Ángeles (Txuputo, 15) que es, de lejos, la gran joya arquitectónica de todo el valle con una portada barroca espectacular (la piedra desnuda contrasta con el blanco que domina todo el pueblo). Ahí mismo puedes ver el Palacio de Iturraldea, otra de esas casonas nobiliarias que tanto abundan por estos pagos. Desde aquí puedes acceder fácilmente hasta la aldea de Gorostapolo desde dónde parte el sendero que sube hasta la Cascada Xorroxin, una de las más bonitas de todo el valle (2,4 kilómetros ida y vuelta).

 Y la segunda es el pueblo de Amaiur. Este pueblecito de casas de piedra encaladas presume de ser el más bonito del valle. Y también es un símbolo para los navarros por el papel que su castillo jugó en la historia del antiguo Reino de Navarra. Del viejo Castillo de Amaiur (acceso desde Calle Mayor) apenas quedan un par de muros pero es un lugar de gran importancia histórica ya que esta plaza fuerte fue el último bastión de resistencia navarra ante la conquista castellana del siglo XVI. Para ahondar en estas y otras historias puedes visitar el Centro Arqueológico de Amaiur (Mayor, sn) instalado en una de las casonas nobiliarias de la villa (Casa Etxeberría) cuya visita se incluye en la de la fortaleza. El pueblo es precioso. Destacan su arco de entrada (Mayor, sn), la Iglesia de la Asunción (Errotonda, sn) y el Palacio de los Eskozeta (Mayor, 31). Antes de seguir hacia el norte date una vuelta por los antiguos lavaderos públicos. A pocos kilómetros de Amaiur puedes desviarte un poquito de la ruta para visitar el Menhir de Artzubieta (acceso desde N-121-B) uno de los muchos monumentos megalítcos prehistóricos de la zona. Ver las piedras hincadas mola, pero aún más la vista sobre gran parte del valle y las cumbres pirenáicas.

Subir hasta el Molino del Infierno.- Infierno verde. El sendero que sube hasta este molino del siglo XIX parte desde el Restaurante Etxebertzeko Borda que, para colmo, no sólo es un caserío tradicional precioso sino de los mejores lugares para comer trucha en todo el valle. El sendero es fácil y corto (3,1 kilómetros ida y vuelta y con un desnivel de 77 metros) y te introduce en un entorno mágico de bosques tupidos y las aguas saltarinas del Lateta Erreka. EL molino es de madera y aún es totalmente funcional. Esta muela jugó un papel muy importante durante las guerras carlistas y la Guerra Civil Española.

La Casa Palacio del Señorío de Bertiz (Barrio Señorío de Bertiz, sn).- Otro de los imprescindibles del Valle del Baztán. Estamos ante uno de los palacetes nobiliarios más importantes de todo el valle. No sólo hay que destacar la casona, que aunque data del XVII, tuvo bastantes añadidos en los siglos XIX y XX –incluyendo zonas modernistas de gran belleza-. El punto fuerte de este palacio es su espectacular jardín de más de cuatro hectáreas que incluyen zonas de parques a la francesa y un bosque atlántico de hayas y robles de más de 2.000 que es de los más bonitos de toda la zona.

Fotos bajo Licencia CC: María Pilar Etxebarría; Eneko Bidegain; Santiago López-Pastor; Daniel Zudaire Araiz; Alberto Cabrera; Carmelo Peciña

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