Lo que antes era un abismo que requería de cien vueltas de carretera se salva hoy con un par de minutos de carretera bajo la montaña. El moderno túnel de Los Roquillos comunica los municipios de Valverde, capital de la isla, con Frontera. El Golfo. El viajero que llega desde las nieblas de Valverde se encuentra de golpe con un paisaje dramático en el que domina lo vertical. Bocado gigantesco que nos habla de un cataclismo ciclópeo que derrumbó media isla y dejó, este enorme boquete al aire. Paredes que buscan las principales alturas de la isla en un semicírculo de rocas que asombra. Y al pie de los acantilados, más cerca del mar que de las alturas, los pueblecitos pequeños que, en esta isla de escalas minimalistas, no son más que montoncitos de casas. Como Las Puntas, que es el primer lugar que el viajero se encuentra cuando sale de las tinieblas del túnel.
Hasta hace poco, se trataba de un modesto embarcadero de frutas que, gracias a la transformación de un almacén en el hotel más pequeño del mundo, se ha convertido en un pequeño pueblecito dedicado casi por entero al turismo rural. La principal atracción de esta zona es el Hotel Punta Grande, un pequeño establecimiento de dos habitaciones que, según el Libro Ginness de los récords, tiene el privilegio de ser el establecimiento más reducido del mundo; un lugar especial digno de una isla especial. Desde el antiguo embarcadero, construido en un brazo de lava que avanza hacia el mar, se pueden disfrutar de vistas espectaculares sobre los Roques de Salmor y sobre toda la línea de costa de El Golfo. A espaldas del viajero se levanta imponente la pared rocosa del Monumento Natural de Tibataje, un acantilado imponente que separa la costa oriental del Valle de El Golfo de las llanuras verdes de Nisdafe. Antes de retomar la carretera HI-5 hacia Tigaday y La Frontera conviene seguir la carretera que recorre la costa y visitar La Maceta y el Charco de los Sargos. En ambos casos se han construido piscinas aprovechando la orografía de la costa que ofrecen tranquilas zonas de baño en un litoral que suele estar agitado.
A media altura, entre las alturas y las costas se encuentra el Lagartario y Ecomuseo de Guinea (Dirección: Carretera de Las Puntas (HI-5); Tel: (+34) 922 555 056; Horario: julio – septiembre M S 10.30 – 14.30 y 17.00 – 19.00 D 11.00 – 14.00; octubre –junio M S 10.00 – 14.00 17.00 – 19.00 D 11.00 – 14.00) es una de las paradas obligadas de cualquier visita a la isla. El Ecomuseo de Guinea, uno de los pioneros de España, nos muestra el modo de vida de los herreños a través de los siglos con la recreación del hábitat doméstico de un poblado, el de Guinea, que ha mantenido sus señas de identidad intactas desde los inicios de la colonización de la Isla. Aunque lo que más llama la atención es el aspecto exterior de las construcciones, casas de piedra seca cubiertas con techos de paja a dos aguas, lo mejor de Guinea está de puertas adentro. El caserío cuenta con 31 viviendas, y diversas infraestructuras de carácter agrícola que conforman un espacio rural único en España que nos transporta a la vida cotidiana de El Hierro hasta hace algunas décadas. Cuatro de estas casas están ambientadas con mobiliario y utensilios de los distintos siglos, unas recreaciones perfectamente logradas que nos explica la evolución de los modos de vida de la isla. Uno de los platos fuertes de la visita es el descenso a uno de los Juaclos (tubos volcánicos) que se localizan en el subsuelo del poblado. Estos túneles sirvieron de vivienda a los primeros herreños, que acondicionaron estos espacios con muros de piedra seca para separar sus viviendas de los rediles donde guardaban a sus animales.
La visita también incluye conocer de primera mano los esfuerzos que el Cabildo de El Hierro y el Gobierno de Canarias han realizado y siguen realizando para lograr la recuperación del lagarto Gigante de El Hierro. El Lagartario de Guinea, un moderno complejo dedicado al estudio y a la reproducción en cautividad de esta especie única en peligro de extinción, nos enseña los secretos de unos animales que ya han empezado a recuperar sus antiguos territorios después de años críticos en los que se creyó la desaparición definitiva de unos saurios que ya llamaron la atención de los primeros visitantes europeos.
La ciudad, en chiquito
Tigaday y Frontera son algo así como la gran zona metropolitana de El Hierro. Aunque estamos hablando de dos núcleos de población diferenciados, hoy, en la práctica, estos dos pueblos forman una única entidad que se erige como cabeza del término municipal de La Frontera. El barrio de Tigaday, más cercano a la costa, es el centro administrativo y comercial del municipio y concentra, además del Ayuntamiento, la gran mayoría de servicios hosteleros, bancarios y comercios. La Frontera, a la que se accede a través de la HI-1 (que sube hacia las cumbres de la Isla) tiene, por su parte, el encanto de ser una de las poblaciones más añejas de la isla y cuenta con un par de hitos patrimoniales que bien merecen una pequeña parada.
Destaca, entre todos los edificios del pueblo, la Iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria. El origen del templo se remonta a 1615, aunque sufrió importantes modificaciones durante los siglos XVIII y XIX, cuando adquirió su aspecto definitivo. Se trata de una iglesia que sigue los esquemas clásicos de las iglesias parroquiales canarias, con planta de salón y tres naves separadas por pilares y arcos de medio punto. Su cubierta, recientemente restaurada, es de estilo mudéjar y destaca por su belleza. En su interior destacan un retablo barroco, imágenes como la del Cristo de la Humildad y la Paciencia y una magnífica custodia de plata que, según la tradición, se compró a expertos plateros mexicanos. Uno de los máximos atractivos de este templo es su campanario exento que se levanta, a un centenar de metros del edificio principal, en la cima de la montaña de Joapira. Desde el campanario se puede disfrutar de vistas impresionantes sobre el valle de El Golfo. También pueden verse los bancales que escalan ladera arriba y que suponen uno de los pilares de la riqueza agrícola de El Hierro. En esta parte de la isla, la vid es la protagonista; un cultivo que sirve de base a la Denominación de Origen Isla de El Hierro, una marca de vinos de calidad que van ganando terreno en los mercados locales. Para llegar a los viejos lagares y a las antiguas bodegas hay que meterse en las pistas de tierra que, a cada tanto, salen de la HI-1 hacia todos lados. Los vinos de Frontera son famosos.
Para seguir explorando El Golfo hay que bajar, otra vez, hacia la costa. Al Charco Azul se accede desde Los Llanillos o desde la Zona de Las Puntas por el ramal viario que transcurre paralela a la costa (HI-551). Estamos ante una de las grandes sorpresas de la costa del Norte de El Hierro. En el tramo de camino entre Las Puntas y este lugar se encuentran otras playas como La Maceta o el Charco de los Sargos, pero ninguna es tan impactante como el Charco Azul (ver guía de playas de El Hierro). Desde el aparcamiento hay que bajar por una veredilla excavada en el risco hasta la costa. Encajonadas entre varios brazos de lava negra se encuentran dos piscinas naturales en las que el agua mansa hace posible el baño para todos los miembros de la familia. Una de estas piscinas se encuentra bajo un arco natural de piedra, un extremo que acentúa su encanto. Las autoridades locales han habilitado varias tarimas de madera que actúan como solariums. También se han instalado mesas de piedra para picnic. La mejor hora para disfrutar del Charco Azul es por las tardes.
Siguiendo el camino de la costa el viajero se encuentra con el Pozo de la Salud. Este pequeño surtidor de aguas medicinales situado a pocos metros del mar fue uno de los primeros atractivos turísticos de las Islas Canarias y se convirtió en un centro de peregrinación para los ‘enfermos’ de toda Canarias durante el siglo XIX. Ya desde antaño, las propiedades medicinales del pozo se conocían entre la población local, pero con la extensión de la navegación de cabotaje entre las islas, el pozo adquirió fama en las principales ciudades del Archipiélago. Después de análisis efectuados con las más modernas técnicas, se sabe que las aguas del Pozo de la Salud (conocido hasta no hace mucho como Pozo de Sabinosa) también son apropiadas para tratar afecciones dermatológicas, reumáticas y hasta para curar el estrés. Según su análisis químico, las aguas medicinales tienen la clasificación de cloruradas sódicas con un componente elevado de sulfatos y bicarbonatos, radiactivas, con cantidades importantes en hierro, litio, fosfatos, potasio, silicio y amonio.
Hoy, el sencillo pozo de antaño, que aún se conserva abierto al público, convive con una moderna instalación hotelera de 18 habitaciones con un moderno circuito de Spa que tiene en las afamadas aguas de Sabinosa su razón de ser. En el Balneario del Pozo de la Salud. El balneario realiza tratamientos para la recuperación de la movilidad, masajes circulatorios, quiromasajes, vapores, lodos, parafangos, osteopatía, hidropónicas y láser. Para ello cuenta con unas instalaciones con 18 habitaciones y un completo circuito hidrotermal y de Spa. Desde 1949 estas aguas están declaradas por el gobierno español de Utilidad Pública. La costa de El Golfo termina en la Punta de Arenas Blancas, una pequeña playa de arenas claras que contrasta con los colores oscuros y rojizos de la costa del norte de El Hierro.
Y colgada a las laderas de la Reserva Natural Integral de Mencáfete, la pequeña población de Sabinosa (HI-50) es uno de los celosos guardianes de la tradición herreña. Desparramada entre parras y un impresionante bosque de sabinas que trepa hacia las cumbres de la isla, sus callejuelas y veredillas guardan buenos ejemplos de arquitectura popular y vistas impresionantes sobre el sector occidental del Valle del Golfo. Una visita a la localidad de Sabinosa pone de manifiesto la importancia que el sector vinícola tiene en todo el valle de El Golfo. Las carreteras de acceso al pueblo (desde Los Llanillos o desde el cruce previo al Pozo de la Salud) discurren entre bancales de viñas primorosamente cultivados. En el casco de la población aún pueden verse magníficos ejemplos de lagares tradicionales.
Otra particularidad de Sabinosa es su especial apego por las tradiciones. En este pueblecito viven algunos de los artesanos más afamados de la isla y también puede presumir de contar entre sus vecinos con verdaderas enciclopedias vivientes del folclore y la cultura tradicional herreña. En cuanto a su patrimonio destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación (Dirección: C/ La Iglesia sn), un edificio sencillo del siglo XVIII que guarda en su interior un importante legado escultórico. Desde Sabinosa puede admirarse en toda su extensión la Reserva Integral de Mencáfete, un ejemplo magnífico de ecosistema de transición entre el bosque termófilo y la Laurisilva. Aunque el acceso a este espacio natural se hace a través de la la HI-1. desde Sabinosa puede verse como este particular bosque, que aúna sabinas y especies propias del Monteverde, trepa por las laderas hacia las alturas cercanas al alto de Malpaso.
COMER
La Maceta (Dirección: C/ Los Arroyos sn (El Golfo) –La Maceta-; Tel: (+34) 922 556 020) Un clásico del Valle del Golfo especializado en pescados frescos. Imprescindibles las riquísimas lapas herreñas, una de las especialidades de la gastronomía local.
Artero (Dirección: C/ Artero, 20 –Frontera-; Tel: (+34) 922 555 037) Un asador mítico de la isla de El Hierro. Carnes a la brasa con todo el sabor de los productos locales. Las vistas sobre El Golfo son impactantes. Imprescindible.