elDiario.es Cantabria lanza la sección 'Mujeres en el deporte'. Este nuevo blog busca dar visibilidad al papel de la mujer en el deporte, a través de entrevistas y reportajes, con el objetivo de contribuir a lograr la igualdad en este ámbito. Cuenta con el apoyo de la Dirección General de Deporte y Vicepresidencia del Gobierno de Cantabria y de la Sociedad Regional de Educación, Cultura y Deporte. Gobierno de Cantabria.
Natalia García, la karateka de oro: “Ganar solo gana uno, pero se puede realizar todo un camino de mejora”
No es extraño que uno fracase en el intento de enumerar los triunfos que componen el palmarés de la karateka Natalia García (Santander, 1980), porque la propia deportista reconoce que llega un momento en el que pierde la cuenta. Podría decirse que el punto de inicio lo marcó su primer puesto en el Mundial Junior del 99 al que seguirán medallas obtenidas con la selección española en varios campeonatos internacionales como los Juegos del Mediterráneo en 2005. Además de las 13 medallas de oro en Campeonatos de España y otras tantas clasificaciones como subcampeona, coronó su trayectoria proclamándose campeona de Europa en 2009.
“Parece fácil al decirlo”, bromea Natalia, pero nada más lejos de la realidad. Mientras iba acumulando estos méritos, la karateka lo compaginó primero con su vida estudiantil y después con la laboral. “Yo lo sentía totalmente como un hobby. Al final entrenabas, sacrificabas hacer otras cosas para competir, y si el campeonato era un fin de semana, al día siguiente empezabas a trabajar o a estudiar”, relata durante una entrevista con elDiario.es.
Esto hace que a la hora de describir lo que se siente al recibir los premios la deportista distinga entre la satisfacción efímera del momento y el significado que se les da con la perspectiva que aporta el paso del tiempo. “Son diferentes sensaciones las que se tienen: en el momento en el que los recibes, es una alegría inmensa, pero cuando pasan los años, y más ahora que ya llevo un tiempo retirada, es como que les das mucho más valor”, asegura esta deportista cántabra. “Al final el lunes vuelves a la rutina y ya es como que se te ha olvidado tanto lo bueno como lo malo, porque no siempre se gana”, apunta.
Pese a ello, Natalia mantiene que “cuando tienes una pasión el compaginarlo es fácil”. “Cuando tienes un objetivo lo pones en una balanza y no es tanta pérdida porque realmente lo ganas por otro lado”, explica, al tiempo que elucubra con la posibilidad de que “el año que ha sido olímpico igual ha habido gente que se ha podido dedicar a ello”. Y es que el kárate fue considerado como deporte olímpico por primera vez en los Juegos Olímpicos de Tokyo, aunque en los de París (2024) volverá a quedarse fuera y podría recuperarse en las Olimpiadas de Los Ángeles (2028). En cualquier caso, para cuando llegaron los juegos de Tokyo, Natalia ya llevaba seis años retirada de la competición.
El año 2014 fue el último en que quedó Campeona de España y también el que escogió para alejarse de la competición. “Siempre había querido retirarme ganando”, comparte la karateka. Y aunque reconoce que durante los primeros años aún mantenía el apetito por competir, asegura que fue la decisión acertada.
Y si bien es cierto que apartarse le permitió probar otros deportes como el esquí o la natación, acabó volviendo a sus orígenes: el kárate. En este sentido, Natalia acaba de obtener el título de técnico de nivel 1 en esta disciplina con el que complementa sus estudios de Magisterio por Educación Física y su actual trabajo como fisioterapeuta. “Está todo un poco relacionado así que no descarto dar clases también y compaginarlo todo”, pronostica.
Y es que para esta deportista, el kárate va más allá de ser un deporte con los beneficios físicos obvios. “Además de la agilidad, la coordinación o la fuerza tiene unos valores que creo que ahora se están perdiendo un poco como el respeto, la disciplina, el esfuerzo, la constancia… Todo eso creo que ha marcado muy claramente mi personalidad”, manifiesta. Ahora, al igual que hizo con ella su maestro Antonio González Machín, pretende transmitir estos mismos valores a las siguientes generaciones de karatekas que entrena.
Sobre todo, tiene intención de que perciban el kárate como una actividad de disfrute, es decir, “no mirarlo tanto desde la competición, sino desde el aprendizaje a diario”. Así, la medallista rechaza la idea de que todo dependa de “si ganas o no ganas títulos”. “No solo es eso, uno tiene que ver que mejoras frente a sí mismo”. Desde la perspectiva de Natalia, centrarse únicamente en los resultados de los enfrentamientos es casi una garantía de frustración. “Ganar solo gana uno, pero se puede realizar todo un camino de mejora”, resalta. Según detalla, “el kárate tiene aspectos que van más allá de la competición y se puede practicar a cualquier edad, le puedes dedicar toda la vida si quieres”, asegura la karateka.
Al mismo tiempo, es consciente de que una vez que se da ese cambio de una práctica deportiva simplemente por hobby a un desempeño más profesional es complicado valorar la mejoría, incluso se pierde ligeramente la diversión. “Si la competición no se da bien, ¿hasta qué punto puedes disfrutar?”, se pregunta Natalia. Otra parte que considera menos atractiva del deporte son esas decisiones técnicas “que no dependen de ti, de que tú hayas dado todo, haya salido todo bien y aun así no te seleccionen”.
Medalla al Mérito Deportivo
Así todo, a veces también se gana. Cuando Natalia llegó al kárate de la mano de su hermano mayor tenía seis años. Si en ese momento le hubieran dicho que él se quedaría en cinturón marrón y que ella, no solo seguiría practicando kárate hoy, sino que podría considerarse historia viva de este deporte en Cantabria probablemente no se lo hubiera creído. Así, los momentos de decepción se compensan con otros más dulces y tres años después de su retirada se entregó la Medalla al Mérito Deportivo a 12 mujeres entre las que estaba ella.
Lo considera como el “broche final” a su carrera. “Si están Berta Betanzos o Laura Nicholls, que son grandes deportistas, significa que tú en cierto modo, aunque sea un deporte minoritario, también has hecho ahí tus cositas. La verdad es que me gustó mucho y se reconoció además a gente más mayor que se inició en el atletismo o en gimnasia y que ha ido abriendo camino para que hoy en día esté todo mejor”.
Natalia considera que en su gimnasio siempre ha habido presencia femenina y que no se puede decir que el kárate haya sido tan predominantemente masculino como puede ocurrir con otros deportes, pero también opina que “si tienes más referentes femeninos es más normal que te pueda llamar la atención”. Con todo, sí que asevera que la situación en el kárate al igual que en otros deportes ha evolucionado.
El arte marcial tiene dos disciplinas diferenciadas, kata y kumite. La primera equivale a una coreografía preestablecida y la segunda es el combate. En la parte que practicaba Natalia, la de kumite, solo había tres pesos para las féminas frente a los cinco que había para ellos. “Ahora todo eso ha cambiado y se va equiparando mucho más, por lo que sí que ha evolucionado en ese aspecto, tirando bastante a la igualdad”, asegura. De forma paralela, valora la ampliación que se ha dado en el abanico de deportes que pueden escoger ahora los más pequeños comparado con el momento en que ella empezó. “Actualmente cualquier crío puede hacer cualquier actividad o, por lo menos, eso es lo que espero que pueda ser. Es el objetivo”, valora.
Aun cuando los cambios son bien recibidos, Natalia también agradece que haya ciertas cosas que se mantengan intactas ante el paso del tiempo y que califica como uno de los factores más bonitos de esta disciplina: “Haces amistades para toda la vida. Yo tengo compañeros con los que he empezado cuando tenía seis años y es muy bonito formar una amistad desde pequeños y que tengas un vínculo común que seguimos compartiendo”, expresa la deportista.
Son estos lazos y el apoyo de los más cercanos lo que le ha permitido superar momentos tan desagradables como las lesiones. Aunque es un deporte de contacto, los golpes simplemente se marcan por eso, si bien se escapa alguno de vez en cuando. “No definiría el kárate como una disciplina especialmente peligrosa”, remarca. En su caso, solo tuvo un daño importante que fue la rotura del ligamento cruzado de la rodilla. “Esa lesión marcó mi carrera porque fue dura, se complicó y luego fue otra vez como empezar de nuevo”, recuerda.
Fue poco tiempo después de uno de los momentos que recuerda con más cariño de su trayectoria deportiva, la primera vez que compitió con la selección nacional en el Campeonato del Mundo de 1999. “Como yo digo, pegué el petardazo”, señala. En el 2000, un año después, ocurrió la lesión y hasta 2002 no pudo retomar la competición. “Eso también ha forjado un poco mi personalidad de constancia y de seguir esforzándome para seguir adelante”, considera Natalia.
“Lesiones graves no tuve más, ya con esa cubrí el cupo”, bromea la karateka. Ya sabemos que no truncará su carrera deportiva, pero durante esos dos años de operaciones y rehabilitación, la deportista describe un proceso en el que “pierdes el ritmo, tienes que volver y la gente estaba por encima, pero bueno, se pudo”. Con ilusión, esfuerzo y trabajo todo es más fácil ¿no?“. Se trata de una pregunta retórica que se hace Natalia y que en cierto modo resume su trayectoria deportiva, explica a dónde ha llegado y anuncia el camino que seguirá. Cuidando el vínculo que la une al kárate, un deporte que espera practicar siempre.
No es extraño que uno fracase en el intento de enumerar los triunfos que componen el palmarés de la karateka Natalia García (Santander, 1980), porque la propia deportista reconoce que llega un momento en el que pierde la cuenta. Podría decirse que el punto de inicio lo marcó su primer puesto en el Mundial Junior del 99 al que seguirán medallas obtenidas con la selección española en varios campeonatos internacionales como los Juegos del Mediterráneo en 2005. Además de las 13 medallas de oro en Campeonatos de España y otras tantas clasificaciones como subcampeona, coronó su trayectoria proclamándose campeona de Europa en 2009.
“Parece fácil al decirlo”, bromea Natalia, pero nada más lejos de la realidad. Mientras iba acumulando estos méritos, la karateka lo compaginó primero con su vida estudiantil y después con la laboral. “Yo lo sentía totalmente como un hobby. Al final entrenabas, sacrificabas hacer otras cosas para competir, y si el campeonato era un fin de semana, al día siguiente empezabas a trabajar o a estudiar”, relata durante una entrevista con elDiario.es.