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Virginia Díaz, remando contra viento y marea: “Vamos cumpliendo sueños y no nos damos cuenta porque ya nos hemos puesto otras metas”

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Una regata de remo tiene una duración de entre 6 y 8 minutos en los que los remeros deben impulsarse con la mayor intensidad posible. Tras estos niveles de explosividad se esconden grandes dosis de entrenamiento basados en la resistencia, la disciplina y el trabajo continuado. Tres nociones que Virginia Díaz (Astillero, 1991) conoce muy bien.

La cántabra forma parte del equipo nacional con el que se encuentra entrenando en Galicia tras tres semanas de práctica en Sierra Nevada. “No paro”, reconoce Virginia en su conversación con elDiario.es. La remera cuenta que suele bromear diciendo que la engañaron cuando la captaron en su instituto de Astillero, “pero no, me ha ido muy bien así que no puedo decir eso”, asegura. Solo en 2021 obtuvo un primer puesto en la Copa del Mundo de Lucerna al que se suman el bronce del campeonato de Europa y, por supuesto, la participación en los Juegos Olímpicos de Tokio.

Triunfadora es un adjetivo que se ajusta con precisión a la figura de Virginia, pero cuando se está en el bucle de la competición la propia campeona reconoce que algunas veces la falta de distancia impide ver con claridad lo que desde fuera podría resultar obvio. “Como deportistas somos competitivos, nos ponemos objetivos y es verdad que vamos cumpliendo sueños y no nos damos cuenta porque ya nos hemos puesto otras metas. Lo vemos a largo plazo”, apunta.

Un ejemplo claro de ello lo refleja el sexto puesto que obtuvo en los Juegos junto a su compañera Aina Cid. En las declaraciones que dio nada más terminar la regata dejaba ver su decepción por un resultado que no era el que querían. “Lo primero que dices es lo que has sentido en ese momento. Luego lo relativizas, lo piensas con más calma y ves que fue un gran resultado. Entrenamos mucho para estar en esa final e íbamos con muchas opciones. El hecho de que ese día, a esa hora, no saliese como queríamos hace que salgan ese tipo de entrevistas”, explica Virginia.

"Yo me empeñaba en que a mí me tenían que valorar por mi esfuerzo de la misma manera y que yo iba a entrenar igual o más que ellos. Porque yo era así”

Incluso con ese sabor agridulce tras la competición, la remera recuerda lo emocionada que se sintió desde que puso un pie en el avión rumbo a Tokio y cómo en ningún momento dejó de concebir como un “privilegio” poder participar en los Juegos. “Pero es ahora cuando puedo decir que estamos contentas a pesar de haber querido un poco más”, asegura la deportista. “Somos muy críticas y analizamos todas las variables dentro del remo, pero en conjunto era un gran resultado”, reconoce.

Así todo, puede que sin esa autoexigencia descrita por la remera no hubiese conseguido todos los méritos que acumula, aunque no todo responde al deseo de ganar competiciones, sino a un ansia constante de seguir mejorando. Por ello, ambas compañeras de bancada analizan los posibles errores cometidos para no volver a repetirlos y lo complementan con muchas horas de entreno en un intento de dejar en manos del azar el menor número de variables posible. “Hoy, por ejemplo, he tenido una hora y media de pesas, luego he comido, ahora he descansado y por la tarde remo 16 kilómetros”, explica Virginia.

Otros días rema 20 kilómetros por la mañana y lo combina con una hora de ergómetro -una máquina para entrenar el movimiento que se hace al remar-, a la que añade el gimnasio por la tarde o andar en bicicleta los días que hacen series. Para aguantar este ritmo de dos o tres entrenamientos al día, Virginia no puede depender solo de la motivación: “Hay días que tienes un objetivo y una ilusión, pero luego lo que te tira es la disciplina. Es lo que te enseña llevar años en el deporte, sabes que tienes que pasar por esos días para crecer un poquito más”, relata.

Trabajar la cabeza, encontrar motivación y mantener, en la medida de lo posible, una actitud optimista son factores que pueden marcar la diferencia en la competición deportiva. “A veces me digo que esos días te hacen fuerte. Los días que te encuentras bien es más fácil, pero ser capaz de pasar por esos en los que no, es lo que te hace mejorar”, opina la deportista. Y para esos momentos en los que uno solo no encuentra la manera de seguir, el entorno se vuelve de vital importancia.

Virginia destaca a este respecto el papel del entrenador, el suyo además es su pareja y fue olímpico en Atenas. “Él lo que me enseña es que el miedo y la presión son parte de la competencia, no podemos evitarlo. A veces antes de una competición llegan los nervios y dices: '¿Otra vez aquí? No quiero esto'. Pero te ayudan a aceptar que no solo es parte, sino que incluso es bueno porque si no fuera así significa que no nos importa”, afirma. Una vez se aprende a canalizar esta tensión previa a la regata, Virginia está convencida de que te ayuda a rendir mejor. Por eso se trabaja para lidiar con la angustia previa a la carrera, así como con la manera de afrontar los resultados para esos momentos en los que “haya que levantarse otra vez para volver a intentarlo”.

Deporte para compartirlo

Ahora, la deportista ha decidido afrontar un nuevo reto y volver a la categoría individual, que considera que no siempre ha valorado como se merecía. “Parecía que hacía skiff porque me había tocado, pero con los años he valorado también el poder competir en esa modalidad”, subraya Virginia. Considera que es un desafío volver a una categoría que cuenta con un nivel muy alto y en la que se pierde una de las ventajas de competir con una compañera: se reparte todo, tanto lo bueno como lo malo.

“Lo más bonito que hay en el deporte es poderlo compartir; acabar, conseguirlo y mirar a mi entrenador y mi familia”, sostiene Virginia. Se le rompe un poco la voz de la emoción al terminar esta frase y explica que se nota el llevar ya un tiempo fuera de casa. Y es que para la deportista, lo más agotador del remo no son las largas horas de entreno, sino estar fuera de casa. “Si yo fuera capaz de hacer lo que hago en mi entrono familiar a veces no sería tan duro”, reconoce.

Por suerte, los pequeños logros ayudan a afrontar los momentos difíciles y recuerdan a la remera los aspectos más bonitos tanto de su deporte como de tantos otros: “A veces te propones metas creyendo que pueden ser imposibles y ves que eras capaz y que vas evolucionando”. Un sentimiento de satisfacción que asocia a la primera medalla de plata juvenil que obtuvo y que considera que la marcó especialmente.

Se trata de un reflejo de la capacidad que tiene esta deportista para sobreponerse, una y otra vez, a las dificultades que se le presentan. Después de ganar esa medalla describe que pasó unos años “malos” en los que no lograba conseguir aquello que quería. “Tenía ese buen recuerdo y yo quería continuar para poder vivirlo de nuevo. Estuve unos cuantos años sin tener resultados, sin saber qué quería hacer en el deporte o si me quería retirar y esto me hizo mantenerme ahí”, cuenta.

Por eso considera que el mayor consejo que puede darle a aquellos que quieran iniciarse en el mundo del remo es “que se ilusionen”. “Supongo que yo me empeñé en que, aunque no hubiera tanto remo de banco móvil en Cantabria, yo iba a trabajar para estar en el equipo nacional. Así que yo le diría que, sea de dónde sea, se puede hacer. Digamos que hay gente que tiene un camino un poquito más llano desde donde empieza porque hay otras personas que ya lo han hecho. Pero le diría que no hay secreto más allá de que trabaje, se ilusione y siga para adelante porque se pueden conseguir cosas muy bonitas”, expresa.

Es fácil percatarse de que lleva la energía y las ganas en su ADN. Parte de esa perseverancia que la caracteriza fue destinada en su momento a no verse afectada por las diferencias que pudiese haber entre el remo masculino y el femenino. La reclutaron porque faltaban mujeres en el equipo y en ese momento sí considera que había varias diferencias entre las modalidades. Las principales: distancias, ropa y sueldo. “Pese a ello, yo me empeñaba en que a mí me tenían que valorar por mi esfuerzo de la misma manera y que yo iba a entrenar igual o más que ellos, porque yo era así”, relata Virginia.

Sin embargo, en el equipo nacional la situación es muy diferente. “Entrenamos lo mismo, somos iguales para todo y se nos evalúa por nuestro rendimiento no porque seamos chicos o chicas”, asegura. Lo que no ha cambiado durante todo este tiempo es su capacidad de trabajo, y no conforme con haberse sacado la carrera de Enfermería ha comenzado también la de Medicina.

“Ahora no puedo trabajar, entonces voy haciendo asignaturas para seguir conectada porque se olvidan cosas”, expone Virginia. Continuar estudiando es también su manera de prepararse para el futuro porque “sé que en algún momento de mi vida mi carrera deportiva se acabará y tendré que seguir con mi carrera profesional”. “Así que se saca tiempo para ello”, explica la deportista.  

Ningún reto parece suficiente para Virginia, que se centra al mismo tiempo en preparar el objetivo más cercano, el Campeonato del Mundo que llega a principios de septiembre y en el que se obtiene plaza olímpica. “El año que viene ya es París, estamos pensando y trabajando en ello”, revela la deportista. Así que por mucho que esté preparando su plan para cuando finalice su trayectoria deportiva a Virginia todavía le sobran ganas para continuar remando.

Una regata de remo tiene una duración de entre 6 y 8 minutos en los que los remeros deben impulsarse con la mayor intensidad posible. Tras estos niveles de explosividad se esconden grandes dosis de entrenamiento basados en la resistencia, la disciplina y el trabajo continuado. Tres nociones que Virginia Díaz (Astillero, 1991) conoce muy bien.

La cántabra forma parte del equipo nacional con el que se encuentra entrenando en Galicia tras tres semanas de práctica en Sierra Nevada. “No paro”, reconoce Virginia en su conversación con elDiario.es. La remera cuenta que suele bromear diciendo que la engañaron cuando la captaron en su instituto de Astillero, “pero no, me ha ido muy bien así que no puedo decir eso”, asegura. Solo en 2021 obtuvo un primer puesto en la Copa del Mundo de Lucerna al que se suman el bronce del campeonato de Europa y, por supuesto, la participación en los Juegos Olímpicos de Tokio.