El Cabildo de Arriba: un “agujero negro” en el centro de Santander a merced de la iniciativa privada
La Comisión Mixta que debe decidir sobre su futuro se reunirá en enero y Anjoca, la empresa mejor posicionada, confirma estar a la espera de los próximos “movimientos” del Ayuntamiento en este barrio
El Cabildo de Arriba es la zona cero del planeamiento urbanístico de Santander, un “agujero negro” frente al Ayuntamiento de la capital cántabra. Desde la Cuesta del Hospital se ve pasar a los alcaldes del Partido Popular que, durante los últimos treinta años, han ocupado su despacho en el edificio del Consistorio sin mover un dedo para evitar la decadencia de un barrio que podían ver desde su ventana. A cámara rápida desfilan Manuel Huerta, Gonzalo Piñeiro, Íñigo de la Serna, César Díaz -fugaz y provisional sustituto en el cargo, concejal de Urbanismo desde 2007 y ahora presidente de la Autoridad Portuaria- y Gema Igual mientras avanza la degradación de los inmuebles que forman -o formaban- el núcleo duro: las calles Limón, Garmendia, San Pedro, Cuesta del Hospital, Ruamayor, Ruamenor y la parte colindante de la calle Alta.
El tiempo se detiene un segundo el 8 de diciembre de 2007: el número 14 de la Cuesta del Hospital se viene abajo y provoca la muerte de Gumersinda Colmenero, su hijo, Jesús Manuel Gómez Colmenero, y un amigo de la familia, Raúl Teodoro Monzón. Las obras de reforma del número 12 aceleraron el derrumbe del 14 que llevó en efecto dominó al desalojo del 16 y el 18. La tragedia avivó la asociación vecinal y llevó a la creación de una Comisión Mixta. Una década después, el movimiento ciudadano languidecía bajo la burocracia y la falta de decisión de la Administración pública mientras se sucedían las reuniones de una Comisión Mixta que, tras una veintena de encuentros en 16 años, a día de hoy, por hache o por be, no ha sido capaz de impulsar un plan global para el área en cuestión.
No obstante, la combustión lenta e interna de uno de los pocos barrios históricos que se salvó del incendio de 1941 podría estar llegando a su fin. El proceso de expulsión de sus habitantes originales ha finalizado dando paso a un 'no lugar' donde ahora hay más solares y tapias coloreadas con grafitis que viviendas. Toda la manzana huele a gentrificación. “El Cabildo es un ejemplo paradigmático de cómo la especulación urbanística y la cultura del pelotazo están impidiendo que Santander avance en un urbanismo, complejo y regenerativo, que dé lugar a una ciudad compacta”, explica el concejal de Izquierda Unida, Keruin P. Martínez. “El barrio está abandonado, no solo paralizado en el tiempo, sino cada vez más deteriorado. Apenas quedan vecinos en la zona y esta parálisis viene de la acumulación y especulación desalmada de los inmuebles”.
El Grupo Empresarial Anjoca confirmó hace un par de semanas a elDiario.es Cantabria su posicionamiento en la zona y avanzó próximos “movimientos” de la Administración. Días después, el Ayuntamiento de Santander se limitó a anunciar una reunión de la Comisión Mixta en enero, sin fecha concreta, y dejó en el aire las preguntas relativas a los planes de compra de vivienda incluidos en el presupuesto municipal recién aprobado, el desarrollo de una ordenanza de solares que permitiría empezar a actuar en el área mientras llega el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) o la situación del proyecto de construcción del albergue de peregrinos en la calle Limón.
“Nuestra política actual pasa por esperar”, apuntó Anjoca S.L., “al estar el Plan General anulado y tener el Ayuntamiento un nuevo concejal de área”. Agustín Navarro Morante, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, tomó posesión del cargo a principios de octubre. Así, la iniciativa privada permanece agazapada mientras la Administración se vuelve a situar para mover ficha. La cuestión es que más allá de actuaciones paralelas que rozan el área más afectada sin entrar en ella -el ascensor que une Jesús de Monasterio con el Cabildo, la regeneración del parque Juan José Ruano, la promoción de las VPO de Tabacalera o la rehabilitación puntual de viales- la única política conocida del Consistorio en la zona es la compra de viviendas.
La pregunta del millón es si el objetivo de la adquisición de cuatro pisos en los números 9 y el 13 de la calle Alta o la partida de 600.000 euros incluida en los presupuestos de 2024 para la compra de más inmuebles es ampliar la propiedad pública en alguno de los solares para iniciar una actuación urbanística y hasta qué punto intervendrá la iniciativa privada.
El interés del Ayuntamiento es tener opciones de suelo en la manzana de la calle Alta
En opinión de Javier González de Riancho, arquitecto, urbanista y concejal del PSOE, la finalidad de estos movimientos es “un ejercicio de propaganda para vender que el Ayuntamiento está haciendo algo porque esas viviendas -las adquiridas en 2023- no se van a poner a disposición de nadie nunca jamás”. “En realidad, lo que está comprando el Consistorio son opciones de suelo dentro de esa manzana formada por el 9, 11, 13, 15 y 17. Su interés es tener controlada parte de la propiedad, pero no sé cuál es su intención”, concluye el edil de la oposición.
Iniciativa privada
De hecho, ya en septiembre de 2013, “una iniciativa privada” -según recoge el resumen de la reunión de la Comisión Mixta de octubre de 2022- mostró “interés en desarrollar la manzana correspondiente a los números 7 a 17 de la calle Alta, se reunió con los vecinos y realizó un anteproyecto” que se presentó en el Ayuntamiento, junto a un estudio detalle del área, en febrero de 2015.
En octubre de ese año, “la Junta de Gobierno local aprobó la delimitación de espacios definidos por los Ámbitos de Actuación Unitaria 1 y 2 del del Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI) del Cabildo de Arriba -que abarcaba un ámbito de unos 52.000 metros cuadrados de superficie y cuya redacción se había contratado en marzo de 2008- y declaró la necesidad de actuación integrada, paso necesario para la tramitación de las ayudas”. Acto seguido dio luz verde al estudio de detalle. Pero el PEPRI, que había sido aprobado de forma inicial en 2010 y estaba vinculado al PGOU de 2012, quedó anulado cuando el Tribunal Supremo tumbó el segundo a finales de 2016.
Eduardo Fernández-Abascal considera que es necesario “un plan específico para rehabilitar las viviendas que siguen en pie y algún sistema para obligar a los propietarios de los solares que no construyan a poner esos terrenos en el mercado”. El arquitecto, junto a Floren Muruzábal y el estudio GFA2, fundado por sus hijos Gabriel Fernández-Abascal y Guillermo Fernández-Abascal, ganó el concurso de ideas para el albergue de peregrinos proyectado en el número 7 de la calle Limón y sobre cuya construcción, que pasa por la previa demolición del edificio, aún no hay noticias.
“El plan general va a tardar otros ocho o diez años y estos barrios no pueden esperar una década, tiene que haber intervenciones puntuales y directas. Solo hay que tener unos criterios generales y ver qué se puede hacer con el planeamiento viejo y qué modificaciones hay que proponer”, asegura Fernández-Abascal. En realidad, ambas opciones, hache y be, ya han estado sobre la mesa. La más reciente, la ordenanza de solares, una propuesta de IU-Podemos que contó con el apoyo de PRC y PSOE, pero terminó siendo modelada por el propio PP, de nuevo con mayoría absoluta en esta legislatura, que con una transaccional consiguió supeditar su redacción a ese futuro PGOU.
El Grupo Mixto, formado ahora por el concejal Keruin P. Martínez, logró arrancar un compromiso para hacer “el registro de solares” y que esos datos se puedan utilizar “en la elaboración de la futura ordenanza”. La alternativa “era la nada”, subrayan desde IU-Podemos. El problema es que la realización de este registro depende al completo de la voluntad del equipo de Gobierno municipal y carece de fecha de ejecución.
El representante del PRC, Felipe Piña, afirma que al portavoz del Grupo Mixto “le hicieron ahí una chapuza tremenda, en vivo y en directo, porque lo que podía tardar seis meses, que era un periodo coherente, ahora puede ser infinito”. Piña considera además que la situación de El Cabildo, “tras 20 años con escasos avances”, es un “despropósito”.
No obstante, fue su propio grupo municipal el que, poco más de un año antes, en agosto de 2022, aún en la anterior legislatura, votó en contra de la modificación del PGOU en vigor -el de 1997- que proponía Ciudadanos, entonces al frente de la Concejalía de Urbanismo, para facilitar las actuaciones en el área. El PP se abstuvo y aquella modificación, que había surgido en el seno de la Comisión Mixta y que contaba con el informe a favor del arquitecto municipal, murió ahí para escenificar la enésima discordia entre PP y Ciudadanos, socios entonces de Gobierno.
Las zonas urbanas que han sido ‘barrios chinos’ provocan aversión en los promotores de viviendas y en los posibles compradores
En opinión del arquitecto Jacobo García-Germán, quien dirigió hace ya cinco años un taller centrado en El Cabildo de Arriba dentro de la Escuela de Verano de la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo (BEAU) en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), “la solución sería programar actividades diversas por parte de las instituciones para que la zona se llene de gente. No se trata de ceder pisos a gente sin recursos, por ejemplo, sino de hacer viviendas nuevas que estén en el mercado y que atraigan población”.
Un objetivo complejo, ya que las zonas urbanas que de forma tradicional han degenerado en “barrios chinos” provocan “aversión” tanto en los promotores de vivienda como en los posibles compradores, constata Fernández-Abascal. El futuro de El Cabildo, que condensa “la esencia” de la ciudad, desgajada a la fuerza del centro más ortodoxo “por las calles Lealtad e Isabel II” y convertida en una “isla gris a 150 metros del Ayuntamiento de Santander”, pasa por “mejorar la accesibilidad”, proponer “equipamientos que atraigan actividad y movimiento desde otras áreas de la ciudad” y promocionar viviendas “para estudiantes o cooperativas” que permitan “densificar” la zona, resume el arquitecto.
Entre tanto, y a la espera de las conclusiones que alcance la próxima Comisión Mixta, El Cabildo sigue siendo ese “agujero negro” que impresionó en su día a García-Germán. “Había bares abiertos a las diez de la mañana, prostitución, drogas… en cuatro calles, porque aquello es muy pequeño. Nos quedamos en shock”, recuerda. “Me dio la sensación de que a las pobres almas en pena que aún vivían en la zona les quedaba muy poco tiempo de estar allí. Y además vimos la típica situación que también se daba en Bilbao hace treinta años: dos coches de la policía y unos tipos trapicheando al lado sin que nadie hiciera nada. Nos dio bastante pena”, describe. “Es una situación inédita para Santander, una ciudad que tiene una imagen tan perfecta, ¿no?”.
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