“Bancos, compañías de telecomunicaciones, empresas de transporte, comercio online, ocio… ponen en juego cada día los derechos de los consumidores al intentar que firmemos contratos con información difícil de entender y que en muchos casos incluyen cláusulas abusivas”. La Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros de Cantabria (ADICAE) denuncia estas prácticas y pone recursos a disposición de los consumidores con el objetivo de protegerlos y defenderlos ante estos atropellos.
Marcos Fernández es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Cantabria y ha participado esta semana en Santander en una jornada destinada a fomentar pautas para ejercer un consumo y ahorro responsables.
A su juicio, cuando hablamos de colectivos vulnerables ante los abusos y fraudes financieros podríamos incluir tanto a personas mayores como a jóvenes en relación a distintas necesidades. Asegura que según algunos estudios, las personas mayores tienen más problemas de comprensión, a veces motivadas por bajos niveles formativos.
Por su parte, afirma que también en los jóvenes se encuentran dificultades, en muchos casos ligadas al desconocimiento y a la falta de costumbre y de práctica a la hora de manejarse con algunas cuestiones básicas.
Fernández afirma que las nuevas tecnologías son un factor importante en este ámbito ya que pueden ayudar a tomar decisiones con más información, de manera más fácil y con más argumentos.
Sin embargo, asegura que también tienen una parte negativa puesto que “pueden ser motivo de exclusión” para aquellas personas que no tienen acceso a internet o que no saben manejarlo. Puede ser el caso de los mayores o de gente con bajos recursos económicos; ejemplos de un colectivo que corre el riesgo de quedar aislado.
“Las nuevas tecnologías son una herramienta totalmente inclusiva, pero si no hay una formación, una preocupación por parte del sector y por parte de las políticas públicas, pueden dejar a muchas personas fuera”, afirma el profesor. Detalla que si no hay voluntad de inclusión y si no se tiene en cuenta a la hora de hacer una regulación y de diseñar un producto que hay personas con distintas capacidades y necesidades, pueden ser una “herramienta peligrosa”.
Marcos Fernández define el neoliberalismo como un concepto que está muy presente en el ámbito económico y social, como la ideología y la tendencia dominante en las últimas décadas. “Es una forma de entender la sociedad que da más protagonismo al consumidor frente a la idea de ciudadano de la última década, al individuo frente a la forma en que se organiza la sociedad, y que da más peso al mercado que a las instituciones y al sector público”, afirma.
El ponente en esta jornada organizada por ADICAE destaca que “el modelo neoliberal, de la economía tradicional nos dice que los consumidores son racionales a la hora de tomar decisiones y que las toman de manera individual, pero evaluando esto nos encontramos que no siempre hay una racionalidad, que hay grupos que tienen más dificultades para tomar las decisiones adecuadas”.
Aprender de la experiencia
Fernández destaca que el sistema anterior estaba más basado en la confianza entre el cliente y la empresa. “Dentro de ese modelo en el que un cambio en la política de algunas entidades, y en un momento dado por sus necesidades comercializan productos fraudulentos, el cliente acostumbrado a esa línea de confianza cae en la trampa”, explica, tomando como ejemplo el caso de la estafa de las preferentes.
El profesor confía en que, conociendo esa experiencia que ha sido muy difundida, el consumidor tenga una mentalidad “más crítica” y trate de analizar la letra pequeña, o al menos intente pedir consejo antes de tomar en consideración todo tipo de productos que le puedan afectar. “Yo espero que la experiencia que hemos tenido nos haya servido para desarrollar una postura más crítica como ciudadanos y como consumidores”, asegura.
Marcos Fernández cree, desde su experiencia personal, que no hay herramientas suficientes para aconsejar a los ciudadanos en la toma de decisiones. “Pienso que no hay suficientes herramientas en el sector financiero o en el sector de las telecomunicaciones, donde cuando llamas, hablas con un teleoperador o con un contestador automático”, señala.
“Yo como consumidor y como ciudadano en ocasiones me encuentro en una indefensión frente al sistema financiero a la hora de tomar una decisión, que además hay que tomarla en muy poco tiempo porque la sociedad así lo requiere y, por tanto, es una dificultad añadida”.