La nostalgia y el desencanto golpean estos días a los trabajadores de la fábrica de Saint Gobain Glass en Vioño de Piélagos. Después de varias décadas de actividad en Renedo, la plantilla de la multinacional francesa apura sus últimas horas de trabajo ante el cierre inminente de la factoría. Este sábado 31 de enero se completarán las tareas necesarias para realizar la parada progresiva de toda la maquinaria. El 18 de diciembre fabricaron los últimos metros de vidrio y el horno ha vivido un “periodo de vigilia” hasta que se ha concretado el enfriamiento definitivo.
El final del mes de enero será también el del cierre total de una empresa con gran arraigo local, con 90 años de historia, que ha decidido dar un paso atrás y abandonar el pueblo. El acuerdo alcanzado entre el Comité de Empresa y la Dirección de Saint Gobain manda a 27 trabajadores al paro y una veintena serán recolocados en las factorías de cristalería que están ubicadas en Avilés (Asturias) y Arbós (Tarragona).
El resto del personal, hasta los 52 que desempeñan su labor en Vioño en estos momentos, permanecerán como 'retén' hasta el mes de septiembre. Esos cinco empleados -Logística, Compras y Dirección- realizarán los últimos trámites antes de echar el candado de la fábrica.
El anuncio del cierre fue fulminante y la determinación de Saint Gobain, uno de los cien primeros grupos industriales del mundo y presente en 64 países a través de más de 1.000 empresas y 195.000 empleados, dejó poco margen de duda. Ni las protestas y manifestaciones ni los intentos del Gobierno de Cantabria por encauzar la situación fueron suficientes para que la compañía se replanteara sus propósitos.
Como única concesión, la dirección de la fábrica aceptó un acuerdo económico con indemnizaciones de 55 días por año trabajado para los empleados despedidos y con una cuantía mínima que se fijó en 34.000 euros. “Fue un mal menor, porque una compañía como Saint Gobain, con centros de trabajo en toda España, tenía que haber abierto un poco más el grifo para haber recolocado a más gente. Dinero había y se luchó para que la situación fuera lo menos dramática posible”, explica Javier Ruiz, el presidente del Comité de Empresa.
Últimas horas
Últimas horasRuiz reconoce a eldiario.es Cantabria que “el ambiente no es bueno”. Llega la hora de poner el punto final y se nota la melancolía. “Hay gente que lleva diez, quince o veinte años y había un gran compañerismo. Además, era una empresa muy local, con gente de la zona. Decir, como hizo el director general, que se cierra la fábrica en diez minutos nos dejó a todos noqueados”, razona.
Durante las últimas semanas ha estado en la fábrica una empresa de recolocación, recogiendo currículums y haciendo gestiones para ayudar a los empleados que pierden su trabajo a buscarse un nuevo sustento. Los que se van preparan sus maletas y reorganizan su vida, porque el próximo 4 de febrero tendrán que incorporarse a sus nuevos puestos de trabajo. Cuentan con otra de las ventajas del acuerdo de cierre: los 30.000 euros de indemnización por traslado.
Sin embargo, muchos dejarán a sus familias atrás. Confían en adaptarse a sus destinos, pero deben empezar de cero. Buscan piso, compartirán vivienda entre compañeros y planean viajes de ida y vuelta durante los fines de semana, para que el cambio no sea tan brusco. Quedan pocas cosas por recoger y el destemple del horno marcará la despedida de una fábrica en la que algunos han pasado media vida.