Que el palacete de Cortiguera, en Santander, fue construido con materiales de buena calidad queda patente por el hecho de que el próximo año va a cumplir 30 años de abandono y su aspecto exterior no lo refleja.
Por la que fuera vivienda del ginecólogo Joaquín Cortiguera desde 1888, y que fue ocupada por la Cámara de Propiedad hasta 1993 han pasado todo tipo de proyectos y promesas políticas: dos administraciones, concursos de arquitectura, proyectos museográficos y museológicos, planes para ubicar fundaciones, comisarías de Policía y centros de interpretación... pero lo cierto es que este singularísimo edificio de estilo mestizo morisco-montañés sigue en el centro de la capital de Cantabria sin uso y sin cuidado, pese a que tiene un valor patrimonial que le hace merecedor de protección en el Plan General.
Se trata de uno de los edificios más singulares de la capital de Cantabria, cuya recuperación depende de la colaboración entre el Estado y el Ayuntamiento de Santander, cosa que lleva esperando lustros, y cuyo futuro está lejos de quedar despejado ante los reiterados incumplimientos y el hermetismo oficial.
Según ha podido saber este medio, el proyecto básico está concluido y el de ejecución está en ciernes. No obstante, el retraso ha conllevado que las consignaciones presupuestarias del Estado vayan a menos anualmente.
Ni la Delegación del Gobierno, ni el Ayuntamiento de Santander han respondido a las preguntas de elDiario.es al respecto.
El edificio combina en su exterior el ladrillo y el azulejo, tiene un lucernario en su cubierta y, dentro, una escalera y un zócalo de caoba de gran calidad. El próximo año el edificio tendría que ponerse en obras y concluirlas, lo que antes requeriría el remate del proyecto de rehabilitación que fue adjudicado por concurso a un equipo liderado por César Portela. El plazo de entrega de dicho proyecto era mayo de 2021, según anunciaron al pie del edificio el diputado nacional Pedro Casares y la delegada del Gobierno en Cantabria, Ainoa Quiñones. Ese mismo año tenían que haberse licitado y adjudicado las obras. La inversión comprometida por el Ministerio de Transportes es de 1,1 millones de euros y los trabajos durarían seis meses.
Este proyecto lleva implícita una colaboración entre dos administraciones enfrentadas en la capital como son las del Estado (espingones de la Magdalena, recuperación de playas y cesiones de la Demarcación de Costas) y la municipal del Ayuntamiento de Santander. La primera es socialista y la segunda, popular. Mientras la rehabilitación del Estado se mueve con sus habituales ritmos geológicos, la última noticia del Ayuntamiento se produjo en 2019 cuando readjudicó el proyecto museográfico con que reabrir el edificio.
La intención final del Ayuntamiento es que el edificio acoja la sede de la Fundación Santander Creativa y un Centro de Interpretación de la Ciudad, aunque se desconoce actualmente si mantiene dicho dado su hermetismo con esta obra.
En 1998, Patrimonio del Estado se hizo con la titularidad del inmueble, que cuatro años después fue cedido al Ministerio del Interior. Tras un fallido intento de rehabilitación, el Ayuntamiento de Santander comenzó a interesarse por el edificio, hasta alcanzarse un acuerdo de cesión con el Ministerio de Fomento, cuyo titular en 2018 era el exalcalde de la ciudad Íñigo de la Serna. Sin embargo, el Estado ha denegado una cesión gratuita del edificio, es decir, quiere venderlo.
El Ministerio de Fomento se comprometió por convenio a renovar el edificio con un proyecto ya seleccionado, mientras que paralelamente se aprobaba el proyecto museográfico, pero Santander tendría que llevarlo a cabo en un edificio que no es suyo, sino del Estado, y que todavía tiene pendiente las obras de reforma. Una vez realizada, será transferido al municipio.
Construido en 1888 como vivienda para la familia Cortiguera, el palacete fue utilizado posteriormente como Cámara de la Propiedad Urbana de Santander y, en la actualidad, es propiedad del Estado y figura en el Plan General de Ordenación Urbana como elemento protegido.
El edificio, ubicado en la conocida como Cuesta de las Cadenas (calle López Dóriga), actualmente desocupado, cuenta con una superficie total construida de 611,33 metros cuadrados distribuidos en planta baja, primera y segunda ático.
Aprovechando el desnivel entre las calles anterior y posterior de la parcela, el proyecto de rehabilitación prevé una ampliación para completar funcionalmente la dotación cultural prevista, aumentando la superficie construida en algo menos de 200 metros. El añadido se construiría en la parte oriental de la finca, lindante con un callejón.