Hay una palabra que se repite constantemente en el discurso del líder del Partido Regionalista en la capital de Cantabria: “Cambio”. José María Fuentes-Pila (Santander, 1962) considera que los vecinos han llegado al límite de su paciencia y la hegemonía del PP en la ciudad está viviendo sus últimos días. Para este licenciado en Farmacia, especialista en drogodependencias y terapeuta de familia, que ejerce como concejal en la Casona desde 2007, ese hartazgo de los ciudadanos sienta sus bases en “la soberbia” de un equipo de Gobierno que califica como “el peor en 40 años de democracia”. A juicio del portavoz municipal del PRC, las urnas abrirán la próxima primavera una nueva etapa que, según expone, deberá estar presidida por “el diálogo, la participación y la escucha”.
¿Se ve como alcalde de Santander en 2019?
En este momento, mi aspiración fundamental es pensar en el Congreso del PRC, pensar en el partido y pensar en la ciudad de Santander. Mi intención es participar activamente de un proyecto político que viene de 12 años de trabajo. Es importante marcar y respetar los tiempos y el Congreso es el momento más importante cada cuatro años. Será ahí donde se fijen las líneas de actuación del partido. Es el momento del cambio en la capital de Cantabria y espero que, lidere quien lidere el proyecto, el resultado sea el liderazgo del Partido Regionalista en mayo de 2019.
¿Tiene la decisión tomada? ¿Le gustaría encabezar ese proyecto político?
Yo formo parte de ese proyecto. Ocupo la Secretaría General del PRC en Santander y lidero el Grupo Municipal Regionalista en el Ayuntamiento, pero, independientemente de los deseos, hay que respetar al Comité Local y su soberanía. Ha habido un trabajo serio, intenso, de control y fiscalización del equipo de Gobierno en Santander, con una coherencia y una dedicación muy grande. Ese es el liderazgo que hay que señalar, o que a mí me gustaría destacar: el que han desarrollado los regionalistas en la capital, independientemente de la candidatura que se presente.
Habla de “demolición en directo” del poder del PP en Santander. ¿El cambio en el Ayuntamiento es ahora o nunca?
Es ahora. En ese proceso de demolición del PP se ha faltado al respeto a los santanderinos como consecuencia de una posición de soberbia permanente, que ha demostrado que no saben escuchar y que hay una incapacidad manifiesta para gestionar el bien común de los vecinos. La prueba está en que durante la legislatura, primero con Íñigo de la Serna y después con Gema Igual, han generado un rosario de despropósitos, de despilfarros, que están provocando mucho malestar y mucho sufrimiento, en ocasiones, a los santanderinos. No solamente no han solucionado los problemas de los vecinos, sino que los han multiplicado. No se pueden buscar soluciones generando más problemas, y esta es la realidad del equipo de Gobierno, que es el peor que ha tenido Santander en los últimos 40 años.
Una vez que parece acabada la época de las mayorías absolutas en la ciudad, ¿cualquier cambio de Gobierno pasa por el diálogo y el acuerdo de varias fuerzas políticas con planteamientos distintos?
Sí, por supuesto. Eso siempre genera riqueza. Creo que nosotros estamos en condiciones de liderar el cambio en la capital de Cantabria y, desde luego, una vez que se produzcan las elecciones, lo que habrá que pensar es dónde se encuentran los elementos de cambio real si es que los ciudadanos de Santander es lo que piden. Yo estoy convencido de que va a ser así, de que lo van a pedir. Y ese mensaje será el que tengamos que escuchar, el que tengamos que entender, para actuar claramente y sin concesiones.
¿Parte con alguna línea roja de cara a ese hipotético diálogo con otros partidos?
Tenemos suficiente consciencia sobre qué es lo que los ciudadanos quieren y lo que no quieren. Tenemos que esperar a que se celebren las elecciones y que el mensaje que nos transmitan sea: “Gobiernen la capital de Cantabria”.
El PP perdió cinco concejales y un número importante de votos en las últimas elecciones municipales, aunque esa pérdida de la mayoría absoluta no se ha visto reflejada en el día a día de esta legislatura como consecuencia del apoyo incondicional de Ciudadanos primero, y de la actuación de un concejal tránsfuga después. ¿Pueden cambiar las cosas el año que viene?
Es cierto que en 2015 se produjo una pérdida de votos muy significativa y el mantenimiento de la mayoría en la gestión del Ayuntamiento de Santander se produce como consecuencia de que el transfuguismo, y una persona en concreto, ha defendido, ha mantenido y ha sostenido al equipo de Gobierno. Sin embargo, estoy convencido de que en 2019 este cambio va a ser más profundo, más hondo, y este escenario turbio, en clave de fraude para quienes votaron a los exconcejales de Ciudadanos, no se va a producir. La claridad de ideas de los santanderinos en este momento, y a la vista de la criba y de los filtros que van a poner, este cambio se va a producir con mayor contundencia.
¿Sabremos alguna vez en qué ha consistido ese pacto entre un concejal tránsfuga como David González y un equipo de Gobierno que lo ha utilizado para mantener el poder e imponer sus decisiones durante cuatro años?
En este caso, David González tiene que dormir todos los días abrazándose a la almohada de su conciencia. Esto es una lectura que él mismo tiene que hacer. Nadie sabe en qué consistió aquel pacto que primero expresó en un medio de comunicación y después negó, pero que ha tenido un coste muy grande para los santanderinos. El escenario es claro: la laminación absoluta de la posición del Partido Popular al apoyarse en este concejal. Y en segundo lugar, la lección que están dando los vecinos, hablando alto y claro sobre lo que quieren y no quieren. Esto es lo que está cambiando drásticamente en Santander. Yo creo que estas 'pseudomayorías' ya no son susceptibles de mantener una posición aparentemente hegemónica de soberbia y de 'aquí mando yo'. Esta forma soberbia de hacer política, la del PP, es fruto del pasado, es de otra época, de un Santander distinto, afortunadamente.
Opina que “Gema Igual es la peor alcaldesa de Santander en 40 años de democracia”. ¿Le ha pasado por encima la herencia de Íñigo de la Serna o considera que se debe a deméritos propios?
Gema Igual es una gran discípula de Íñigo de la Serna y una pésima alcaldesa. No basta con decir que recibe la herencia del exalcalde, que efectivamente es el impulsor del Santander de la pompa y de la escenografía política. Ella, realmente, podía haber hecho algo que no ha hecho: parar aquellos proyectos que estaban afectando a toda la ciudadanía, como ha sido el Metro-TUS o los espigones de La Magdalena. No lo ha hecho porque está preocupada solo por cumplir la hoja de ruta de su mentor. Una persona que juró servir a la ciudadanía y al bien común, no ha cumplido. Ha hecho justamente lo contrario y ha conseguido que Santander se rebele. Santander tiene unos vecinos más movilizados, más activos y más comprometidos que nunca. Ni siquiera se han dado cuenta, no han sido conscientes de lo que reclaman los santanderinos.
En la paralización de las obras de la senda costera, de la construcción de los espigones de La Magdalena o de la vuelta atrás del Metro-TUS hay una participación activa de los vecinos, que han salido a la calle a movilizarse. ¿Cree que se ha producido un despertar de la conciencia ciudadana en Santander o son episodios aislados?
Para mí es lo más bello que ha ocurrido en estos casi 12 años que llevo como concejal de la oposición. Hemos pasado de aquellos momentos de 2007, en los que parecía que Santander vivía una especie de narcolepsia política, a los últimos años de la pasada legislatura, 2012 o 2013, cuando el entonces alcalde de Santander calificó de manera soberbia como 'plataformitis' aquellos movimientos ciudadanos, y a una realidad hoy en día palmaria, que es que la participación de los vecinos en el futuro de su ciudad es una exigencia colectiva.
Nosotros hemos cumplido con nuestro papel, con nuestro trabajo. Con el Metro-TUS, por ejemplo, empezamos a decir que aquello era un despropósito y hemos visto cómo los ciudadanos se han empoderado, han salido a la calle, han dicho que esto era un auténtico escándalo en términos de accesibilidad, y esto se ha convertido en una reivindicación mayúscula, que ha tenido como altavoz a la mayoría de los santanderinos. Con los espigones, ha sido también un “sí porque sí”, con un diseño delirante y casi obsesivo del anterior alcalde. Ya hubo también una rectificación en la senda costera, donde contribuimos activamente de aquella paralización y desmantelamiento de aquellas obras. La fuerza de los santanderinos está determinando cuál debe de ser la hoja de ruta de quien gobierne Santander en los próximos años.
¿A qué achaca esa “obsesión”, como dice, por defender proyectos que aglutinan el sentir contrario de la ciudadanía?
Es consecuencia de que el equipo de Gobierno vive dos realidades. La realidad de su Santander, en el que las personas no tienen interés. Cuando alguien no escucha, cuando alguien, desde su soberbia, no está dispuesto a recoger las demandas vecinales y construir desde ahí un proyecto de ciudad, es cuando aparecen este tipo de macroproyectos obsesivos, delirantes, y que tardan meses en tumbar, básicamente por la cercanía de unas elecciones.
Es absolutamente patético escuchar a día de hoy en los plenos cómo se defiende todavía el modelo del Metro-TUS que ellos mismos han echado para atrás. No tiene sentido. Es esta indolencia, esta soberbia sostenida en el tiempo, que les hace incapaces de pedir disculpas a los ciudadanos, rectificar y reconducir la situación, lo que provoca que los santanderinos piensen que las cosas se pueden hacer de otra manera y digan que se hagan de otra manera.
El proyecto de ciudad del PP de Santander se vio truncado con la sentencia del Tribunal Supremo que tumbó el planeamiento urbanístico aprobado en 2012 y que ha dejado en una especie de limbo legal algunos proyectos importantes. ¿Se arrepiente de que el PRC votara a favor de aquel documento?
No es una cuestión de arrepentimiento, sino de responsabilidad en aquel instante. Hay que recordar que, en 2012, Santander estaba en demolición en términos productivos, las tasas de paro estaban desbordadas, y había un mensaje por parte del alcalde, que mantenía que no se iba a hacer ningún proyecto singular e importante en la ciudad si no había plan general. Nosotros, el Partido Regionalista, tomamos esa decisión desde la creencia de que había una necesidad de reactivar lo que estaba produciendo un desguace del empleo en la capital de Cantabria.
Creo que ahora estamos en un momento distinto. Hemos esperado a ver qué ocurría con el PP cuando estaba increpando al Gobierno en relación a la Ley del Suelo o sobre la aplicación de las normas urbanísticas transitorias, y lo que nos deja perplejos es que, después de dos años, ni siquiera tengamos los pliegos para la redacción de un nuevo plan. Sin duda, estamos ante una oportunidad de redefinir el futuro de Santander.
¿Tiene que ser un proyecto muy distinto a ese PGOU de 2012?
Lo que hay que hacer es mantener las posiciones productivas. Es imprescindible que los 650.000 metros frente al Parque Científico y Tecnológico sean una gran ciudad empresarial. Llevamos diciéndolo por convicción desde 2007. Determinará un cambio. Además, hay que formular un objetivo claro para La Remonta, hay que proteger el Parque Litoral del Norte, que tiene elementos identitarios de gran trascendencia para Monte, Cueto, San Román y Peñacastillo, y hay que mirar dos grandes proyectos como la reordenación ferroviaria y el frente marítimo con la grandeza de que sean proyectos integrales e integradores.
Estos elementos son críticos a la hora de buscar una transformación, al tiempo que se garantiza una conservación de los elementos identitarios y qué suelos son para qué usos, siempre en función de la capacidad de crecimiento de esta ciudad, que, recordemos, en la última década ha perdido 10.000 habitantes. Debemos dar respuesta a esa pérdida de población constante y sistemática, al éxodo de los jóvenes, el envejecimiento de la capital y a no ser competitivos con respecto a otras ciudades del entorno.
¿Cómo se puede invertir esa dinámica?
Hay dos elementos clave: el hecho de que tengamos una Universidad de excelencia, muy poderosa, tiene que conectarnos con la oportunidad profesional de los jóvenes en la capital de Cantabria, un hecho determinante. No podemos pensar en un cambio de modelo productivo a 20 años, tiene que ser a seis o siete años como máximo. Hay que ofrecer la posibilidad a los jóvenes de quedarse. Que Santander sea una ciudad universitaria es una fortaleza. Tenemos capacidad para generar ese pulso y un dinamismo para que acudan aquí.
Además, la política de vivienda es trascendental. No podemos seguir viendo cómo crece el Arco de la Bahía porque perdemos población joven como consecuencia de los precios de la vivienda. Yo creo que se pueden establecer políticas que hagan de freno a esta tendencia.
Otro de los hechos más graves de la legislatura ha sido el incendio del MAS. ¿Da por buenas las explicaciones del equipo de Gobierno sobre este suceso, que se va a zanjar con multas económicas para las empresas implicadas y con el museo cerrado sin fecha?
A nosotros nos ha parecido gravísimo que, habiendo pedido una comisión extraordinaria, y habiendo pedido que se convocara en esa comisión extraordinaria a los responsables tanto de la empresa de construcción como de la empresa de seguridad, la propia concejala de Cultura dijera que por decisión exclusivamente suya no iban a estar allí. Por tanto, el proceso y el expediente al respecto se llevó a cabo al margen de los grupos municipales y, al final, lo que hemos percibido es que no hay una explicación política ni una asunción de responsabilidad política de ningún tipo, cuando se ha producido a día de hoy la desaparición del propio Museo de Bellas Artes y de una parte del patrimonio.
Que esto no genere ningún tipo de respuesta política nos parece un escándalo y muestra que el Partido Popular está siempre en la trinchera. Hemos seguido pidiendo explicaciones. Creemos que básicamente se han cebado en las empresas que gestionaban la seguridad y la construcción para intentar irse de rositas. Me parece políticamente un escándalo y creemos que tiene que pasar factura al equipo de Gobierno. Seguimos a la espera de que se abra algún otro procedimiento.
Con respecto a los espigones de La Magdalena, ¿da por cerrado el capítulo o hay que esperar a la decisión final del Ministerio?
Creo que hay que seguir presionando. Hay una paralización, pero tenemos un espigón construido en estos momentos. Si se sabían las amenazas que se podían constituir en el sistema de playas de Los Peligros–La Magdalena–Bikinis con los tres espigones que se habían proyectado, ahora podemos encontrarnos con una situación aleatoria que no contempla las consecuencias de que ese espigón se mantenga. Lo importante no es la paralización, sino exigir la retirada del espigón que ya está. Esa es la siguiente acción y hay que seguir presionando para conseguirlo.
Sobre las sanciones que se han impuesto al Ayuntamiento de Santander y a la empresa pública municipal Santurban por las contrataciones irregulares del programa de corporaciones locales, ¿qué medidas hay que tomar?
Ya sé que puede parecer que la oposición ha pedido muchas dimisiones, pero es que lo que ha ocurrido esta legislatura deja a los ciudadanos perplejos... A la oposición nos ha dejado atónitos. Contratar en el marco de la ilegalidad no tiene nombre, pero aun así, han seguido manteniendo una posición en la que ellos defendían sus razones. Yo creo que el equipo de Gobierno ha entrado en una posición auténticamente delirante, incumpliendo la ley, saltándosela, haciendo como que no pasa nada, con el apoyo de un brazo de madera durante toda la legislatura. A mí me parece muy grave. No se pueden utilizar recursos públicos en entidades públicas de esta manera.
¿Estamos ante una legislatura perdida o hay alguna luz en el horizonte de Santander?
No creo que sea una legislatura perdida, sino que estamos ante una legislatura ejemplar por parte de los santanderinos. Ha sido la legislatura del cambio, que la han producido los propios vecinos y vecinas, los ciudadanos de Santander. Ha sido una legislatura ganada, porque va a permitir grandes beneficios, grandes ganancias para el futuro de la ciudad. Santander y sus vecinos han dicho basta, no queremos más esta gestión, y queremos formar parte de la toma de decisiones y del destino de esta ciudad, porque es nuestro propio destino. Siendo así, se ha convertido en la legislatura más intensa, más completa, para escuchar la voz de los vecinos. Se debe, principalmente, al despropósito de un equipo de Gobierno que ha escrito claramente su epitafio político.