La división interna en el PP de Cantabria ha alcanzado límites desconocidos en las últimas semanas. La cruenta batalla por el poder que están librando el actual presidente, Ignacio Diego, y su número dos y secretaria general durante trece años, María José Sáenz de Buruaga, ha hecho mella en toda la estructura y ha roto en dos una formación acostumbrada a resolver sus disputas a puerta cerrada.
Una anécdota muy repetida fuera de micrófono entre los diputados de otros partidos muestra la desconfianza y el nivel de enfrentamiento personal que ha alcanzado esta guerra por el liderazgo: en el último pleno del Parlamento de Cantabria, algunos diputados del PP tuvieron que preguntar a la oposición si sabían qué iban a votar en algunas cuestiones controvertidas sus compañeros de filas, con los que no se hablan ni pactan estrategias o debaten la postura común a defender en la Cámara. No querían romper la disciplina de voto, simplemente no sabían cuáles eran las directrices a seguir ni tenían confianza suficiente para preguntárselo directamente a sus camaradas.
Este problema es el que más preocupa entre los afiliados que piensan en el día después del Congreso Regional que se celebra este sábado 25 de marzo en el Palacio de Exposiciones de Santander: cómo recuperar la unidad de acción una vez rotos los lazos personales y después de las duras acusaciones públicas vertidas por ambos bandos, que han convertido este proceso interno en un espectáculo a la vista de todos los electores.
Además, por si fuera poco el daño a la imagen del PP que reconocen las dos facciones enfrentadas, la incapacidad de lograr una lista de integración tras las primarias que dejaron apenas 150 votos de diferencia entre los dos aspirantes, la sombra de una purga masiva se cierne sobre el futuro inmediato del partido.
Los compromisarios, que tendrán la responsabilidad de decantar la contienda en una votación que se prevé muy ajustada, deberán elegir entre dos candidaturas excluyentes entre sí, lo que amenaza con dejar fuera de la dirección a casi la mitad del partido. El ganador tendrá vía libre para diseñar un equipo a su gusto y de su entera confianza, por lo que todos asumen que la fractura no cicatrizará fácilmente tras la celebración con cónclave.
El desenlace al conflicto
La compleja fórmula elegida desde Génova para resolver estos procesos internos en las diferentes comunidades provocará que los encargados de elegir a la nueva dirección autonómica sean los 975 compromisarios -unos 780 electos en las primarias celebradas el 8 de marzo y el resto natos por el cargo que ostentan- que representarán a los cerca de 14.000 afiliados que dice tener el partido en Cantabria.
Durante esta jornada congresual, los compromisarios no solo definirán el futuro liderazgo, sino que debatirán las tres ponencias que servirán como base para la acción política que desarrollarán los populares durante los próximos cuatro años y tendrán conocimiento de diversos informes relativos al funcionamiento interno de la organización en un día que se presume maratoniano y que contará con la presencia del vicesecretario nacional de Comunicación, Pablo Casado.
Según está previsto en el programa aprobado por la Comisión Organizadora del Congreso, hacia las 13.30 horas será el momento de la intervención de los candidatos a la presidencia del partido, Ignacio Diego y María José Sáenz de Buruaga, quienes dispondrán de quince minutos de exposición cada uno.
Así finalizará la sesión de mañana, reanudándose el cónclave a las 17.00 horas con las votaciones de los compromisarios para elegir a la nueva dirección regional. A las 18.00 horas finalizarán las votaciones y se procederá al recuento de los votos, proclamándose los resultados a continuación por la Mesa del Congreso.
Traiciones, descalificaciones y denuncias
El proceso electoral abierto en el PP cántabro, que culmina este sábado, ha vivido momentos muy tensos a lo largo de varias semanas, con acusaciones de “traición”, como la que protagonizó el portavoz del grupo parlamentario popular, Eduardo Van de Eynde, que arremetió contra Buruaga a través de las redes sociales y en varias entrevistas en los medios de comunicación.
También se han producido descalificaciones personales y algunos enfrentamientos entre afines de uno y otro, muchos de ellos protagonizados a la luz pública. La diputada Isabel Urrutia, por ejemplo, calificó de “misógino” a Ignacio Diego, que ha sido su jefe de filas durante todos estos años, y el exalcalde de Torrelavega y también diputado, Ildefonso Calderón, se refirió a su liderazgo como “una enfermedad” que habría que extirpar lo antes posible.
Además, algunos partidarios de Diego han cuestionado la imparcialidad de Génova en todo este proceso, alertaron de modificaciones en el censo o de la intervención en favor de Buruaga de los trabajadores del partido, y ha habido episodios como el de un exedil del PP de Laredo, que denunció pagos masivos de cuotas del PP a través de transferencias electrónicas a nombre de una persona con discapacidad para que los afiliados pudieran participar en las primarias.
Últimos votos en disputa
Buruaga, que anunció su intención de aspirar a la Presidencia del PP cántabro el pasado 15 de febrero, aseguró entonces que lo hacía para “abrir una nueva etapa en el partido”, “recuperarlo para las bases”, “abrirlo a la sociedad” y “situarlo en las mejores condiciones posibles para ganar” las elecciones municipales y autonómicas de 2019 y “gobernar”.
En este sentido, la secretaria general del PP de Cantabria y candidata a la Presidencia ha reivindicado en las últimas horas su candidatura como “una garantía para la unidad del partido” porque, según ha subrayado, “en mi ánimo no está ajustarle las cuentas a nadie, sino trabajar por la reconciliación”.
Por su parte, Diego anunció su decisión de optar a la reelección el día 21 de febrero y aseguró que lo hacía “por última vez” y con el objetivo de “garantizar un cambio tranquilo que lo fortalezca” y permita volver a traducir el “amplio respaldo social” con el que cuenta en “mayorías de gobierno”.
En su cierre de campaña ha solicitado el apoyo de los afiliados porque, a su juicio, “en este momento concreto, a dos años de las elecciones autonómicas, es mejor para nuestro partido un cambio tranquilo y más seguro, sin experimentos ni vetos, para hacer un partido fuerte y solvente”.
Ambos, después de una intensa batalla, pelearán hasta el último voto de los compromisarios para alcanzar una victoria que puede decidirse por unas pocas papeletas y que se conocerá a final de la tarde de este sábado.