Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Es tiempo de reconocimiento y de protección de derechos, es tiempo de la diversidad sexual
Decía Pedro Zerolo que las personas que integran el colectivo LGTBI “no son orientaciones sexuales que vagan por el espacio, son nuestros hijos, nuestras hermanas, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo”. Hace ya más de 15 años que en este país se puede amar libremente gracias a la aprobación de la Ley del Matrimonio Igualitario, promulgada por el PSOE del presidente Jose Luis Rodriguez Zapatero.
No fue fácil, en esa época se criticaba con dureza por la parte más conservadora de la iglesia y la derecha española. Pero pronto no tuvieron más remedio que asumir los postulados de esta norma, gracias al apoyo total de la sociedad que con entusiasmo y sentido común entendió la ley como una victoria de la democracia, la libertad y de nuestro propio país, que se convirtió un referente de libertades en el continente y en todo el mundo.
Desde que llegué a la secretaria general del PSOE de Cantabria me comprometí a llevar a cabo una Ley LGTBI para nuestra tierra. El colectivo LGTBI está, todavía hoy, golpeado por la discriminación, por eso nos propusimos aprobar un marco legislativo que, en Cantabria, garantizase el respeto y la igualdad de trato hacia todas las personas, con independencia de su identidad de género, su expresión de género, o su orientación sexual. Es una ley necesaria que permitirá a las personas que sufren rechazo por su condición sexual sentir que están protegidos por una sociedad que respeta y valora la diversidad.
Necesitamos esa norma, porque en democracia lo que garantiza el progreso de nuestras sociedades y el avance de nuestra comunidad es una estructura de protección de derechos garantizada por ley.
Mientras tanto observamos con preocupación cómo a pesar de los pasos que hemos dado en relación con la no discriminación, surgen desde los espacios más a la derecha una actitud hipócrita que pretende ningunear a las personas del colectivo LGTBI, comparando la discriminación que sufren con otras situaciones sociales que nada tienen que ver con lo que estas personas han sufrido históricamente.
Sé que esto son solo palabras, palabras que no pueden recoger el dolor que muchas personas LGTBI han sufrido y sufren, ellos y sus familias, pero son palabras que quieren cambiar las cosas, que saludan los avances, la cordialidad y los afectos… palabras que amparan y protegen cuando acaban en una ley.
En España los socialistas hemos liderado la lucha por la plena igualdad de las personas LGTBI, y vamos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para acabar con la intolerancia, porque es hora de que nuestras normas terminen de una forma definitiva con los episodios de homofobia, transfobia y toda manifestación de rechazo.
Pero además es importante que nuestras leyes garanticen a las personas una educación afectivo sexual sana, plena libertad y respeto a la privacidad. Debemos garantizar que la libertad sexual forme parte del desarrollo integral de las personas y nunca sea un motivo de sufrimiento.
Debemos avanzar hacia una sociedad que favorezca las condiciones de bienestar psicosocial, que favorezca la vivencia de la sexualidad en toda su diversidad, en unos marcos que garanticen la tolerancia, el respeto, la dignidad y los derechos humanos de todos y todas. Como dijo Zerolo, un modelo de sociedad en el que quepamos todos y que no se excluya a nadie.
La ley de atención a la diversidad sexual debe ser un instrumento eficaz que solo la transversalidad puede garantizar. Sus acciones deben de recoger todos los ámbitos de las personas, salud, educación, desarrollo profesional, cultura, familia, deporte, asociacionismo, economía y envejecimiento, por nombrar algunos.
Sirva como ejemplo que cuando pensamos que hay que poner en marcha políticas públicas para frenar el despoblamiento rural, debemos también de pensar en estos colectivos. Debemos de reflexionar si su libertad es igual en las ciudades que en los pueblos, si abordamos el envejecimiento activo también debemos de conocer y abordar sus necesidades. También la memoria histórica les debe un reconocimiento, y sobre todo debemos de construir un futuro de plena inclusión y libre de todo tipo de discriminación.
Actualmente en nuestra comunidad la ley se encuentra en tramitación parlamentaria, una tramitación que se ha visto muy afectada por la crisis sanitaria y confiamos que pasado el periodo estival podamos contar con este nuevo instrumento que ponga a Cantabria a la vanguardia de la protección de los derechos. Se han dado muchos pasos a nivel global, europeo y nacional, sin embargo, el pleno reconocimiento de la diversidad y la libertad sexual en nuestra sociedad está lejos de concluir, no podemos permitirnos el lujo de dar por hecho e incuestionada la ampliación de derechos sociales.
Cada logro, cada paso que se da es un paso que hay que proteger, con leyes, con normas, con todo el entramado institucional. Ningún derecho social, ha sido concedido graciosamente, todos han surgido de la lucha y la reivindicación. Seguimos.
Decía Pedro Zerolo que las personas que integran el colectivo LGTBI “no son orientaciones sexuales que vagan por el espacio, son nuestros hijos, nuestras hermanas, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo”. Hace ya más de 15 años que en este país se puede amar libremente gracias a la aprobación de la Ley del Matrimonio Igualitario, promulgada por el PSOE del presidente Jose Luis Rodriguez Zapatero.
No fue fácil, en esa época se criticaba con dureza por la parte más conservadora de la iglesia y la derecha española. Pero pronto no tuvieron más remedio que asumir los postulados de esta norma, gracias al apoyo total de la sociedad que con entusiasmo y sentido común entendió la ley como una victoria de la democracia, la libertad y de nuestro propio país, que se convirtió un referente de libertades en el continente y en todo el mundo.