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El voto secuestrado

Alberto Gavín

Imaginemos que llegado el pasado 24M le negamos el voto a toda la población de Cantabria, Aragón y La Rioja, ¿qué consecuencias tendría? Si José Saramago viviera, probablemente podría iniciar una novela de este modo, sin embargo la ficción del Nobel portugués, gran amante de nuestro país, ni siquiera llegó a imaginar que más de 1,7 millones de españoles residentes en el extranjero no pudieran ejercer su derecho a votar.

Sólo 70.972 de los más de 1,8 millones de españoles residentes en el exterior con derecho a voto, según la Oficina del Censo Electoral a 1 de enero de 2015, han logrado ejercer su derecho gracias en gran medida a la reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) impulsada por la dupla PP-PSOE en 2011. Esta medida supuso la introducción del voto “rogado” una práctica mediante la cual, se incrementa la complejidad del ya de por si burocratizado voto en el exterior. La consecuencia de esta reforma ha sido que pese a aumentar el número de españoles con derecho a voto en el extranjero, de 1,2 millones en 2008 a 1,8 millones en 2015,el porcentaje de votantes haya pasado del 32% de las últimas elecciones antes de la reforma al 3,9% actual.

En Cantabria, la existencia de 33474 cántabros y cántabras residentes en el extranjero con derecho a voto, sólo significaron 686 votos, un 2% del censo electoral. Los resultadosdel voto en el exterior dieron la victoria a Podemos, lo que pudo haberse traducido en un escaño más para esta formación en detrimento del PRC, si el porcentaje de votantes hubiera sido mayor.

A pesar de que la influencia final no es en esta ocasión clave para Cantabria, el hecho de que sólo un 2% de los electores en el extranjero votaran no es baladí ni inocente. La reforma de la LOREG se llevó a cabo para contrarrestar electoralmente un voto supuestamente indignado. Un voto al que se iban a sumar los 600.000 españoles emigrados por causa de la crisis y que iba a repercutir negativamente sobre los resultados de los dos grandes responsables de la mala gestión de la misma. Con la irrupción de Podemos y Ciudadanos esta situación cobra mayor relevancia, puesto que Podemos ha sido el partido más votado en el extranjero, corroborando la suposición de que los emigrantes españoles son en su mayoría un voto descontento con el bipartidismo. Este voto, de poder ejercerse con normalidad, podría ser clave en las próximas elecciones generales. Hay que tener en cuenta que en muchas provincias el voto “exiliado” supone más de un 10% del total del censo.

No facilitar el ejercicio del derecho al voto supone una agresión a los derechos fundamentales de los españoles y a la Constitución que como bien se encargan algunos de recordar, sólo cuando les interesa, es la Ley bajo la que se rige todo nuestro sistema democrático. Colectivos como la marea granate ya lo han denunciado con movilizaciones globales y en los medios, como bien ha recogido estediario, pero no parece existir intención alguna de derogar la reforma legislativa. Usar procedimientos legales para impedir el ejercicio del voto, expresión individual máxima en esta anestesiada democracia, es inaceptable e inmoral, impropio de un estado de derecho.Supone el secuestro por intereses electoralistas de una parte del voto. Y el PP y el PSOE son culpables de ello.

Imaginemos que llegado el pasado 24M le negamos el voto a toda la población de Cantabria, Aragón y La Rioja, ¿qué consecuencias tendría? Si José Saramago viviera, probablemente podría iniciar una novela de este modo, sin embargo la ficción del Nobel portugués, gran amante de nuestro país, ni siquiera llegó a imaginar que más de 1,7 millones de españoles residentes en el extranjero no pudieran ejercer su derecho a votar.

Sólo 70.972 de los más de 1,8 millones de españoles residentes en el exterior con derecho a voto, según la Oficina del Censo Electoral a 1 de enero de 2015, han logrado ejercer su derecho gracias en gran medida a la reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) impulsada por la dupla PP-PSOE en 2011. Esta medida supuso la introducción del voto “rogado” una práctica mediante la cual, se incrementa la complejidad del ya de por si burocratizado voto en el exterior. La consecuencia de esta reforma ha sido que pese a aumentar el número de españoles con derecho a voto en el extranjero, de 1,2 millones en 2008 a 1,8 millones en 2015,el porcentaje de votantes haya pasado del 32% de las últimas elecciones antes de la reforma al 3,9% actual.