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Vuelta al cole
Finaliza el verano –poned aquí todas las lágrimas de cocodrilo que queráis- y toca recomponer la vida que dejamos suspendida. Reencuentros y despedidas, intentando retener en la memoria las tardes al sol, las risas de madrugada en lugares que no nos pertenecen y los olores que nos harán recordar que a veces todo puede ser mucho más sencillo. No sé vosotras, pero este año tengo la sensación de que nada se ha movido desde que marchamos a zambullirnos en los placeres del estío.
Santander cerró, gracias a una oportuna llamada en el tiempo de descuento de un Albert Rivera hacedor de pactos derechiles, un gobierno municipal que auguraba de todo menos vientos de cambio, a pesar de que Ciudadanos se empeñase en vender regeneración a cambio de sentarse en el puesto de mando de la Casona. Y poco han tardado en entender los naranjas que el PP santanderino es mucho PP. Cuentan que Javier Ceruti anda penando por los pasillos del Consistorio, quizás ya consciente de que hacerse con el poder urbanístico en la capital cántabra es como poseer el Anillo Único de Tolkien: un Anillo para gobernarlos a todos, un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas. Y si sustituís 'Anillo' por 'PGOU' la frase quizás cobre sentido para los no iniciados en cosmogonía friki.
En apenas tres meses de legislatura le han enmendado la plana en varias ocasiones al flamante nuevo concejal. Repasemos: a pesar de su pataleta, el PP colocó a uno de sus capos –César Díaz, dueño y señor del ladrillo municipal los últimos años– como representante en el Consejo de la Administración de la Autoridad Portuaria. Y es normal ya que, al fin y al cabo, permitir que alguien que no sea “de los suyos” ostente dicho cargo es mucho permitir. Finalmente se le ha concedido el premio de consolación con su presencia en la Mesa de Trabajo Puerto-Ciudad, como quien da una palmadita en la cabeza a ese niño que se quedó sin piruleta por ser el último en llegar a la fiesta.
Son más de 10 millones de euros los que están en liza en los proyectos destinados a los espacios portuarios liberados (ampliación del paseo marítimo desde Gamazo a Los Peligros, la transformación de la dársena de Molnedo y el parking disuasorio de La Marga) y una transformación radical de una zona de la ciudad que podría llevar un proceso de gentrificación asociado que nos preocupa a muchas.
Si lo sumamos a los “pequeños roces” como las diferencias de criterio sobre el convenio de La Enseñanza, con declaraciones cruzadas entre la alcaldesa, Gema Igual, y su concejal de Urbanismo, Javier Ceruti, en los medios de comunicación –cualquiera diría que no trabajan a pocas puertas de distancia– o la abstención de los dos concejales de Cs en la desestimación del recurso de reposición de la empresa European Fairs, que denunció la “arbitrariedad” en la contratación de Iluminaciones Chispas para la feria de Santiago, vemos cómo se van abriendo las costuras de un pacto que parece difícil de sostener los próximos cuatro años.
Y como eran pocos, Vox ha decidido hacer valer ese verso suelto que es su concejal recordando que su voto bien vale un reino o, en este caso, un gobierno municipal. En una vuelta de tuerca, el director general de Urbanismo designado por Ceruti se ha visto obligado a devolver el sueldo de agosto al votar Guillermo Pérez-Cosío en contra de la aprobación de su asignación. ¡Prepárense, que se nos echa encima el presupuesto municipal de 2020! Los trifachitos es lo que tienen: no se pueden ocultar las vergüenzas de la ultraderecha debajo de la cama porque son amantes poco proclives a las relaciones clandestinas. Y el poliamor político en tiempos reaccionarios no parece la mejor fórmula para un PP acostumbrado a ser el patriarca en la casa de todas. En fin, cosas de la vuelta al cole.
Finaliza el verano –poned aquí todas las lágrimas de cocodrilo que queráis- y toca recomponer la vida que dejamos suspendida. Reencuentros y despedidas, intentando retener en la memoria las tardes al sol, las risas de madrugada en lugares que no nos pertenecen y los olores que nos harán recordar que a veces todo puede ser mucho más sencillo. No sé vosotras, pero este año tengo la sensación de que nada se ha movido desde que marchamos a zambullirnos en los placeres del estío.
Santander cerró, gracias a una oportuna llamada en el tiempo de descuento de un Albert Rivera hacedor de pactos derechiles, un gobierno municipal que auguraba de todo menos vientos de cambio, a pesar de que Ciudadanos se empeñase en vender regeneración a cambio de sentarse en el puesto de mando de la Casona. Y poco han tardado en entender los naranjas que el PP santanderino es mucho PP. Cuentan que Javier Ceruti anda penando por los pasillos del Consistorio, quizás ya consciente de que hacerse con el poder urbanístico en la capital cántabra es como poseer el Anillo Único de Tolkien: un Anillo para gobernarlos a todos, un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas. Y si sustituís 'Anillo' por 'PGOU' la frase quizás cobre sentido para los no iniciados en cosmogonía friki.