“Desde hace tres años hay un incremento muy notable de ingresos pediátricos por patología psiquiátrica”
La doctora Elena Pérez Belmonte estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid y realizó la especialidad de Pediatría en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Desde que finalizó, en el año 2003, siempre ha trabajado como pediatra en el ámbito hospitalario, inicialmente en el Complejo Hospitalario de Zamora y a los pocos meses volvió a Valdecilla. Desde el año 2006 desarrolla su labor asistencial en la Consulta de Neumología Infantil, compatibilizándola con la docencia, porque también es profesora asociada en el departamento de Ciencias Médicas y Quirúrgicas de la Universidad de Cantabria. Desde hace tres años es la coordinadora de la Hospitalización Pediátrica de Valdecilla, una responsabilidad que asumió en el momento en el que se han notado muchos cambios en el perfil de los niños que necesitan ser hospitalizados.
Valdecilla tiene una Unidad de Hospitalización Infantil. ¿Cuántos pacientes suele tener de media y qué equipo de profesionales la gestiona?
Realmente, Valdecilla tiene dos unidades de hospitalización: para niños mayores de un mes de vida, la Hospitalización Pediátrica, situada en la planta tercera de la torre D de Valdecilla Norte, y la Unidad de Corta Estancia Pediátrica, que está localizada adyacente a la Urgencia de Pediatría. En ambas unidades ingresan niños entre un mes y 16 años de vida, pero el perfil de niños que ingresan en cada unidad es diferente. Mientras que en la Corta Estancia ingresan niños cuya patología es más aguda y en los que se presupone un ingreso de menos de 48 horas, en la Hospitalización Pediátrica de la planta 3ª los niños ingresados permanecen más tiempo porque ingresan por patologías crónicas, o por patologías en los que la duración se supone se va a prolongar por encima de las 48 horas.
Los profesionales que atienden a los niños ingresados son fundamentalmente pediatras con amplia experiencia en niños hospitalizados, y con conocimientos en patología de todo tipo, pero sobre todo patología infecciosa, nutricional, cardiológica, respiratoria o neuropediátrica. Junto a este equipo de profesionales hay que destacar la labor de la enfermería y de los técnicos en cuidados auxiliares de enfermería, que de forma conjunta trabajan en el cuidado y la atención al niño hospitalizado y a sus familias.
¿Cuál es el perfil actual de los niños hospitalizados en la actualidad en Cantabria?
El perfil del niño hospitalizado ha ido cambiando a lo largo de los años. Hace 30 años casi todos los niños ingresaban por patología infecciosa como neumonías con derrame, meningitis, mastoiditis, ingresaban muchas pielonefritis o incluso gastroenteritis con su consecuente deshidratación. Con el desarrollo de nuevas vacunas, la mayor cobertura vacunal de la población en general y un uso precoz de antibioterapia, la patología infecciosa ha disminuido de forma importante.
En la actualidad todavía los niños ingresan por neumonía o por pielonefritis, pero el perfil del niño hospitalizado es mucho más variado. Muchos de los niños ingresados tienen patología crónica (cardiopatías, displasia broncopulmonar, parálisis cerebral, …) que les hace más vulnerables a cualquier pequeña intercurrencia generalmente infecciosa. Otros niños presentan patología reumatológica o autoinflamatoria, que precisan tratamientos prolongados y valoración conjunta por otros especialistas. Y desde hace tres años, coincidiendo con la pandemia, hemos asistido a un incremento muy notable de ingresos por patología psiquiátrica, sobre todo por trastornos de conducta alimentaria.
Sin embargo, en este último año estamos viendo la reaparición de la patología pediátrica que habitualmente condicionaba la hospitalización antes de la pandemia. En muchos casos, ciertas patologías como bronquiolitis o gripe muestran un claro cambio de la estacionalidad lo que dificulta su previsión y sobrecarga las unidades de hospitalización.
¿Hay muchas diferencias entre la hospitalización de un niño y un adulto?
En cualquier paciente, independientemente de la edad, un ingreso hospitalario supone, además de la ansiedad y la preocupación por la evolución de la propia enfermedad, una detención de la vida cotidiana y una separación de la familia.
En el niño todos estos aspectos se magnifican. El propio niño sufre la ansiedad del ingreso, el temor a lo desconocido, el miedo al dolor, la incomprensión ante lo que sucede, a veces incluso aumentan las reacciones depresivas ante el aburrimiento y la falta de relación con sus iguales. La vida del niño también se detiene, su aprendizaje pasa a un segundo lugar, y su vida escolar con sus amigos se interrumpe bruscamente, favoreciendo en algunos casos trastornos conductuales. A pesar de que el niño ingresado en nuestro hospital permanece acompañado de sus padres en todo momento, la separación del resto de su núcleo familiar más cercano (hermanos, abuelos) privan al niño de su entorno afectivo y de su ámbito de seguridad, y pueden llegar a generar alteraciones emocionales.
Para cualquier progenitor el ingreso de un hijo también se acompaña de un impacto emocional importante. Supone una ruptura con la vida cotidiana y sus rutinas. De pronto el objetivo de la familia pasa a ser el cuidado y la atención exclusiva del niño enfermo, descuidando otros ámbitos (laboral, profesional, personal). Por todo ello el ingreso hospitalario de un niño supone un acontecimiento vital altamente estresante para toda la familia.
Y si hablamos de hospitalización en domicilios... ¿en qué medida se practica y qué ventajas y desventajas tiene?
La hospitalización domiciliaria es una forma alternativa a la hospitalización convencional que pretende ofrecer cuidados de rango hospitalario en el propio domicilio. Esto conlleva unas ventajas importantes sobre todo para los niños, que al permanecer en su entorno, se recuperan más rápidamente, evitan la ansiedad que el hospital genera y disminuye el riesgo de infecciones nosocomiales. También tiene ventajas para los familiares, dado que son liberados de la carga de desplazamientos y noches de cuidados en el hospital. Y por supuesto, conlleva ventajas para el sistema sanitario, con una disminución de la presión asistencial y un abaratamiento de costes. El principal inconveniente es la necesidad de un cuidador 24 horas al día, que es uno de los requisitos para este tipo de hospitalización, y otro inconveniente es la distancia a un centro hospitalario en caso de necesitar atención urgente.
En el paciente adulto la hospitalización domiciliaria lleva décadas funcionando, hay más de 100 Unidades de hospitalización domiciliaria en España. En pediatría pocos hospitales disponen de ellas, aunque en los últimos años se ha incrementado el número de hospitales que ofrecen esta alternativa dirigida al paciente pediátrico.
¿Contáis con el apoyo de ONGs o instituciones para que los niños hospitalizados de larga duración puedan seguir sus estudios o divertirse?
Tenemos la suerte de contar con varias ONGs (Buscando Sonrisas, Cruz Roja, Fundación Theodora…) y con voluntariado que prestan sus servicios en Hospitalización Pediátrica, acompañando a los niños y a sus familias durante el ingreso. Su labor no es solo entretener, es mucho más que eso, es humanizar el ingreso, es desdramatizar, es generar alegría y risa, es generar ilusión. Adaptan los juegos a las edades del paciente y no solo nos acompañan de lunes a viernes, muchos también vienen los fines de semana.
En Hospitalización Pediátrica disponemos de un Aula Hospitalaria donde profesores de Educación permiten que los niños ingresados puedan continuar con su actividad escolar, aunque sea alejados del entorno escolar habitual. Todos los niños de Educación Infantil, Primaria y Secundaria que por motivos de salud tienen que estar hospitalizados pueden asistir al aula hospitalaria de 10.00 a 13.00 horas si su patología lo permite. En caso de que no pudieran salir de la habitación por patología infecciosa o por imposibilidad física, es el propio docente el que se acerca a las habitaciones, facilitando este servicio.
Y si hablamos de necesidades del Servicio ¿cuáles serían las más urgentes?
El servicio de pediatría está creciendo y se está adaptando a las nuevas necesidades de la pediatría y de la sociedad en general. En ese crecimiento necesitamos disponer de una zona de hospitalización pediátrica específica para los pacientes psiquiátricos y sus familias. Este proyecto es una necesidad que demanda tanto el Servicio de Psiquiatría como el Servicio de Pediatría, y que se sustenta en el gran volumen de ingresos de niños con patología psiquiátrica que hemos tenido estos últimos tres años, llegando a suponer casi un tercio de la hospitalización pediátrica.
Otra necesidad del servicio de pediatría es la hospitalización domiciliaria. Nos permitiría atender tanto a niños con patología crónica reagudizada, como a niños con enfermedades agudas cuyo tratamiento se podría llevar a cabo en domicilio con las ventajas que ello supone. Algunos hospitales importantes de nuestro entorno ya disponen de ello y su funcionamiento ha aligerado la carga asistencial diaria.
Para terminar, seguro que hay alguna anécdota o historia que te ha marcado a lo largo de tu trabajo...
Ha habido muchas anécdotas estos años, algunas buenas y otras menos buenas. Siempre me acordaré de un niño que vi cuando era residente. Era verano y acudió a Urgencias una familia con un niño recién acogido de origen saharaui de ocho años de edad. Consultaba por dolor abdominal y rechazo de la ingesta, que inicialmente habían atribuido al cambio de alimentación y a la adaptación. Me sorprendió ver cómo eran sus pies desnudos, acostumbrados a andar descalzos, tenía la planta del pie endurecida y muy engrosada. Le exploré y apenas se quejó, ni una mueca facial a pesar de que la exploración abdominal era compatible con apendicitis. El cirujano infantil indicó intervención quirúrgica y se avisó al representante del pueblo saharaui que en nombre de los padres firmó la autorización para la intervención. Y allí, en perfecto español, el representante del pueblo saharaui confesó que se alegraba de que se hubiera diagnosticado en España, explicando que en su tierra estos niños podían tener un desenlace fatal por retraso diagnóstico o por falta de medios. Cuando días más tarde subí a verlo a la planta tras la intervención quirúrgica, el semblante del niño era otro, estaba relajado, tranquilo, sin dolor. Ahí me di cuenta del estrés que debió pasar ese niño, sin sus padres, sin entender nada de lo que sucedía a su alrededor, con dolor, con miedo. Esta anécdota resume la importancia que tiene la humanización en Pediatría y la necesidad de que los niños estén acompañados por sus padres en todo momento.
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