El monte Castillo, en el municipio cántabro de Puente Viesgo, alberga en su interior algunas de las pinturas más antiguas realizadas por el ser humano en Europa. En su cima, los vestigios de un castillo de inicios de la Edad Media están siendo investigados estos días por los arqueólogos Lino Mantecón y Javier Marcos. Y a media ladera, los historiadores Rafael Bolado del Castillo y José Ángel Hierro Gárate se afanan en unas trincheras de la última contienda civil.
En realidad, los trabajos de investigación, por encargo de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria, comenzaron el año pasado. Pese a que la existencia de fortificaciones de la Guerra Civil era conocida tanto por los vecinos como por algunos especialistas en la materia, de lo que se tenía constancia era del parapeto de piedra situado en la pista de acceso.
En 2021, Hierro se acercó al sitio, tras haber visto una fotografía del mismo publicada por el historiador Fernando Obregón. Allí descubrió una pequeña trinchera ubicada a continuación de él. Casualidad de la vida, apenas unos días después, un incendio arrasaba la zona y Felipe Sierra descubrió otra línea de trincheras, mucho mayor, ubicada más abajo y conectada con la de arriba.
Tras ponerlo en conocimiento de Hierro, este pronto se dio cuenta de que se trataba de un conjunto particularmente bien conservado. “No solo es muy interesante por lo que puede aportar al conocimiento de las operaciones militares de la Guerra Civil en la comarca”, señala, “sino que su ubicación hace que sean restos idóneos para su puesta en valor desde el punto de vista turístico”.
Un par de años después, Hierro presentó un proyecto de intervención a la Consejería, centrado en la documentación de los restos y la prospección de posibles nuevas estructuras. Al margen de las descubiertas, Bolado señala la posible existencia de otras líneas inferiores. “Vecinos de la zona nos han dicho que más abajo se podían ver restos hace años”. Sin embargo, la abundante vegetación y lo abrupto de la ladera dificultan mucho el tránsito por ella, por lo que los arqueólogos se han centrado en la zona conocida.
Los restos
Las actuaciones de estos dos años se han concentrado en recuperar un tramo cercano al camino que lleva a la cima del monte. Aunque los restos documentados tienen una longitud superior a los 175 metros, solo la parte más occidental ha sido excavada por los arqueólogos (en ocasiones, retirando hasta más de un metro de relleno). Las investigaciones muestran que, en la zona superior, un tramo era descubierto, mientras que otro probablemente estaba guarnecido por rollizos de madera, tierra y piedras.
Un ramal, parcialmente excavado en la roca, desciende hacia la trinchera inferior, a la que se accede a través de un intrincado senderillo desbrozado recientemente por empleados municipales. Este es, en realidad, un complejo sistema formado por varios elementos relacionados entre sí. En primer lugar, una trinchera de tiro ligeramente en zig-zag, con paramento interior y exterior de piedra en seco. Esta trinchera está conectada, mediante tres ramales perpendiculares y de trazado también sinuoso, con otros tantos abrigos excavados en la roca, con forma de galería de mina. Finalmente, otra trinchera interior, de circulación, une los dos ramales de acceso a dos de los abrigos.
En las excavaciones se han recuperado numerosos elementos relacionados tanto con las estructuras como con el episodio bélico en el que se vieron envueltas: vainas percutidas de munición de fusil de tres calibres diferentes, fragmentos de proyectiles de artillería y bombas de aviación, latas de conservas, herramientas de zapador e incluso restos de la chapa ondulada metálica usada para cubrir algunos tramos de la trinchera.
El contexto bélico
Estas trincheras formaban parte del complejo defensivo ubicado en el entorno de Puente Viesgo. Para comprender su función hay que retroceder hasta el golpe de 1936, y la división de España en dos zonas: la controlada por el legítimo Gobierno republicano y aquella bajo dominio de los golpistas. La entonces provincia de Santander quedó bajo control republicano, tras fracasar los golpes previstos en Santoña y la capital provincial. La línea de frente quedó -simplificando mucho- ubicada cerca de la divisoria de aguas cantábricas, y se mantuvo relativamente estable durante los primeros compases de la guerra.
La cosa cambiaría cuando Franco, tras fracasar en la toma de Madrid, en marzo de 1937 decidió centrarse en el Frente Norte. El último día de ese mes la aviación franquista arrasó Durango; unas semanas después le tocó el turno a Gernika, que ardió bajo las bombas de la nazi Legión Cóndor. En junio se produjo el asalto al 'Cinturón de Hierro' de Bilbao, que cayó el día 19.
Tras la caída de Bilbao, el Gobierno republicano ordenó una ofensiva sobre Brunete que sirviera de distracción. Tras el fracaso de la misma, los golpistas volvieron su atención a la provincia de Santander. Unos 80.000 hombres organizados en cuatro cuerpos del ejército republicano se enfrentaron a un ataque que comenzó el 14 de agosto. En los siguientes días las defensas republicanas se vieron superadas por el ataque enemigo.
En el caso de Puente Viesgo los combates comenzaron el 23 de agosto. Esta posición suponía la última defensa ante el avance de los fascistas italianos en su camino a Santander. Los italianos atacaron por los flancos y obligaron a los republicanos a huir el día 24, ante el riesgo de quedar embolsados por el enemigo. Ese mismo día las tropas golpistas llegaron hasta la localidad de Renedo y cortaron la comunicación con Asturias en Barreda. El 26 entraron en Santander, haciendo más de 16.000 prisioneros, muchos de los cuales fueron fusilados en los días siguientes.
Quintacolumnistas en las trincheras
Hierro y Bolado inciden en que esta excavación es un magnífico ejemplo de lo que la arqueología de la Guerra Civil puede aportar al conocimiento de la etapa. No se trata solo de desenterrar viejos restos, sino que aportan información muy valiosa. Así, señalan que otros de los restos de las trincheras de la guerra que están investigando clarifican un aspecto que ha pasado relativamente desapercibido a muchos de los investigadores del conflicto en la región: el carácter quintacolumnista de algunos de los máximos responsables de las obras defensivas.
“Cuando visitas algunas de las fortificaciones construidas por los republicanos llama poderosamente la atención la escasa lógica que tienen desde el punto de vista táctico. Algunas, de hecho, parecen estar hechas más para facilitar la tarea al enemigo que otra cosa”, explica Hierro. Según su interpretación, ello se debe a que varios de los personajes clave en la organización de la defensa de Santander frente a los golpistas tenían contacto con los sublevados, o simpatizaban con ellos. Como señala, en cierto modo, “trabajan para el enemigo”. Las investigaciones que ha realizado en archivos apuntan en la misma línea, si bien es un trabajo aún en curso.
¿Y ahora?
A unos días de acabar la campaña de este año, ambos arqueólogos lo tienen claro. “Nos hace falta al menos un año más para consolidar esta parte, y dejarla preparada para que el Ayuntamiento y la Consejería acometan la siguiente fase, la puesta en valor de este magnífico conjunto”, apunta Bolado.
Óscar Villegas (PRC), alcalde de Puente Viesgo, deja claro su interés “por poner en valor tanto los restos de la Alta Edad Media ubicados en la cima como las trincheras de la ladera”. Su intención es “integrar esos recursos” en un sendero interpretativo, “con el asesoramiento de expertos en la materia”.
El regidor señala la buena disposición que Eva Guillermina Fernández (PP), actual directora general de Cultura, ha mostrado recientemente al respecto. En ese sentido, recalca que el Ayuntamiento ya está trabajando en el 'Camino de los pioneros', en referencia al Abate Henri Breuil y otros investigadores que pusieron a Puente Viesgo en el centro de la Prehistoria internacional.