En ocasiones el arte es difícil de entender, más para quienes no se consideran expertos o, al menos, no frecuentan exposiciones ni galerías con frecuencia. Sin embargo, cada obra sirve al artista como un altavoz por el cual reflejar su manera de pensar, sus gustos e ideales. Por ello, mediante las obras, el espectador debe de ser capaz de comprender a su creador, de conectar con él como si llevase conociéndole desde hace ya tiempo. Así ocurre con Fernando Martín Godoy, pintor zaragozano, pero que actualmente vive en Londres, donde continúa llevando a cabo su dilatada carrera profesional.
Licenciado en Bellas Artes a comienzos de los 2000, Fernando Martín Godoy se ha convertido en uno de los principales referentes artísticos del país, desarrollando sus trabajos desde la pintura para posteriormente expandirse hacia otras técnicas menos comunes. El pintor, que actualmente tiene una exposición activa en la Galería Siboney de Santander, analiza algunos de los interrogantes más grandes de su carrera, así como el porqué de la confección de sus obras, su estilo silencioso y sus principales preocupaciones.
Explique su estilo, que en ocasiones puede parecer sobrio, austero o sin color...
Yo creo que mi estilo, como el de cualquiera, es el resultado de una búsqueda de una voz propia desde que era muy joven. Cuando empecé a trabajar de forma profesional, o más bien desde que terminé la carrera de Bellas Artes, una de mis intenciones siempre fue trabajar con una gama de color muy personal, y en ese momento fui desarrollando una muy sutil y limitada, a lo Morandi (que en la facultad era uno de nuestros ídolos), con unos colores muy parecidos entre sí. Con el tiempo, esta gama tan contenida se ha ido acercando al blanco y negro, aunque ni el blanco es nunca blanco ni el negro es nunca negro, para concentrarme más en la luz que en el color. En mis cuadros suele haber un juego entre grises cálidos y fríos, siempre con unas diferencias muy sutiles entre ellos. Y también con el tiempo se ha ido manifestando en cuanto a la sobriedad en el color otra de mis influencias: el barroco español. La síntesis es otro de los ingredientes de mi trabajo, el ejercicio de contar las cosas con pocos elementos, y esto también incluye al color.
Hábleme sobre su nueva muestra titulada ‘Pinturas de estudio’ y que está expuesta actualmente en Galería Siboney.
Resulta que el tiempo vuela y se cumplen 20 años desde que empecé a trabajar con Siboney, así que recurrimos a uno de mis temas favoritos, el del propio mundo del arte, para celebrarlo. La exposición está pensada alrededor del estudio del artista como espacio de concentración e investigación y la atmósfera de misterio e incluso de magia que se da en estos lugares. Se trata de unas cuantas obras de pequeño formato que exigen al espectador que se acerque para ver detalles de mi propio estudio y de los de otros artistas en pleno proceso de trabajo. Hay un conjunto de obras que muestran libros en mi taller y otras que representan lienzos en blanco. Y luego hay un gran cuadro que interpreta el increíble caos en el estudio de Francis Bacon.
¿Qué quiere transmitir a través de su obra, sobre todo con retratos e interiores con formas difusas?
Yo soy uno de muchos artistas que pretenden principalmente dos cosas: congelar el tiempo y transmitir algo de la magia de este mundo. El resto de mis intenciones son más variables y secundarias. El retrato sigue siendo uno de mis géneros favoritos, por la relación que se genera entre la obra y la persona que la observa, casi una relación personal.
¿Cuál es el proceso creativo al disponerse a comenzar una nueva obra?
Mis obras suelen partir de ideas surgidas en el trabajo, en el estudio, a menudo de obras anteriores o de experiencias de la vida diaria. Me gusta la idea de trabajo cíclico, recuperando temas y formas de hace tiempo para convertirlas en algo nuevo, todo ello formando parte de una especie de nube, de gran archivo suspendido con elementos interrelacionados. El punto de partida de mis obras suele ser una fotografía. Al principio yo solo trabajaba a partir de imágenes mías, de fotos que yo mismo tomaba, pero con el tiempo y con Google me he ido abriendo a otras fuentes.
¿Cómo se debe concebir su obra? ¿Qué papel juega el espectador?
Es precisamente el espectador el que debe decidir cómo interpretar mi trabajo. Para mí es muy importante dejar un espacio a la persona que se sitúa delante de mis obras para que las complete con su propia vivencia de ellas. Nunca pretendo contar cosas de manera directa ni dirigir su pensamiento. Una norma autoimpuesta para mí es el respeto a su criterio. A partir de ahí, me gusta jugar con la percepción, con la sensibilidad y la imaginación del público.
¿Hasta qué punto está conectado el artista, la obra y la sociedad que la contempla?
El arte es una de las principales expresiones de una sociedad, y de hecho es de las pocas expresiones que representan de verdad a una sociedad, diferenciándola de otras y haciéndola única. Se me ocurre pensar en otras disciplinas como la música o el cine, que tienen mucha más capacidad de conexión con la gente. Me parece que hacemos poco desde las artes visuales para romper esa barrera que existe con la sociedad en general. Somos de un consumo minoritario. El sistema educativo, los gobiernos y las costumbres actuales no ayudan mucho. El arte es un motivo para vivir y para ser feliz y mucha gente no tiene ni idea de lo que se está perdiendo.
Lleva desde 2003 presentando exposiciones individuales en múltiples ciudades. ¿Cómo ha evolucionado su estilo y su técnica desde entonces?
En realidad, esa fecha coincide con mi primera exposición en una galería profesional, pero empecé a exponer muy joven, diez años antes. En cuanto a mis primeros años, hay un cambio muy grande desde la afición a la profesión. Después, de lo que me doy cuenta tras unos cuantos años es de que los artistas vamos y volvemos a los mismos temas, a las mismas ideas, casi sin querer. En mi caso, he querido hacer un trabajo cada vez más personal, o más bien con más implicación de lo personal.
Me doy cuenta tras unos cuantos años que los artistas vamos y volvemos a los mismos temas, a las mismas ideas, casi sin querer
Durante su trabajo ha combinado diferentes técnicas como la escultura, por ejemplo, añadiendo profundidad a su portafolio, ¿a qué se debe?
Cuando uno empieza en esto se tiene que dedicar a elegir y dejar cosas fuera para concentrarse en algo y que se vea claramente de qué va. Con el tiempo he ido añadiendo soportes y disciplinas que dan amplitud y libertad a mi trabajo y a mi capacidad de investigación, como la escultura, el dibujo a tinta o el collage.
Ha colaborado también en la confección de obras escritas junto con Gonzalo Moure, ¿cómo es el trabajo de ilustrador en comparación al de creador de obras propias?
Yo fui ilustrador gracias a Gonzalo al principio de mi carrera. Más tarde tuve que elegir porque en ese momento encontré que eran dos caminos muy distintos, el de ilustrador y el de artista visual. Ser ilustrador es un trabajo difícil, que exige una dedicación, una seriedad y una toma de postura tan críticas como la del artista. Fue el mismo Gonzalo el que también me dio un impulso para poder dedicarme al arte. Lo que más me gustó del oficio de ilustrador, además de toda la gente maravillosa que conocí, fue descubrir cómo el papel de un ilustrador no se limita a interpretar el texto, sino que debe enriquecerlo, generando un universo paralelo al de la historia.
¿Qué se espera de artistas nuevos? ¿Cómo convive con figuras emergentes y que se espera de ellos?
Voy conociendo gente de generaciones más jóvenes y descubriendo que la vida es inagotable. Es muy importante darse cuenta de que el mundo seguirá sin nosotros, funcionará igual cuando ya no estemos. Lo que espero de los artistas que vienen es que sean únicos y auténticos. De un artista de cualquier edad cabe esperar que sea libre por encima de todo, que no se rinda totalmente a las tendencias porque en ese caso será fácilmente reemplazado por cualquier otro y que no sea complaciente con el poder, muy especialmente con el poder dentro del propio mundo del arte.
De un artista de cualquier edad cabe esperar que sea libre por encima de todo, que no se rinda totalmente a las tendencias porque en ese caso será fácilmente reemplazado por cualquier otro y que no sea complaciente con el poder, muy especialmente con el poder dentro del propio mundo del arte
¿Qué se espera de sus próximos proyectos?
Al mismo tiempo que mi exposición en Siboney, estoy muy metido en el grabado y paso muchas horas estampando, en Londres y también en Zaragoza cuando estoy allí. También estoy preparando un viaje a Pakistán después del verano con una exposición y un taller. Yo mismo espero mucho de mis proyectos, sobre todo no perder la capacidad de fascinarme con y por lo que hago.