El atlas de la atención sanitaria cántabra: radiografía de la salud condicionada por el género y el nivel socioeconómico
Sanidad amplía el mapa de salud hasta 68 indicadores que incluyen datos de promoción y cribados, cronicidad, prestación farmacéutica, enfermedades respiratorias, salud mental y cirugía oncológica
El Atlas de la Asistencia Sanitaria de Cantabria recoge datos que reflejan cómo el género y el nivel socioeconómico influyen en la salud de la población. Este mapa, que se puede consultar en la web del Servicio Cántabro de Salud, acaba de ampliar su cobertura hasta los 68 indicadores, que incluyen datos de promoción de la salud y cribados, cronicidad, prestación farmacéutica, enfermedades respiratorias, salud mental y cirugía oncológica.
Todo ello se puede analizar por áreas de salud, por género y por nivel socioeconómico, lo que compone “una radiografía detallada”, en palabras del consejero de Sanidad, de la situación de Cantabria en materia de salud. Entre los parámetros que incluye esta herramienta destacan los referentes a la obesidad, a hábitos nocivos como el tabaco, a enfermedades respiratorias, a enfermedades crónicas y a operaciones oncológicas.
Los impulsores de este trabajo, el grupo Ciencia de Datos para la investigación en servicios y políticas sanitarias del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, establecen como nivel socioeconómico bajo a la población con una renta anual inferior a los 18.000 euros, y como nivel alto a los que superan esa cantidad.
Así, según se refleja en el mapa, el porcentaje de población con obesidad es sustancialmente más elevado entre la población pobre respecto a la de mayor poder adquisitivo. En la mayoría de las zonas de salud, los primeros superan el 15%, mientras que los segundos no sobrepasan el 10%.
Lo mismo ocurre con las enfermedades crónicas -con valores cercanos al 50% en población con bajo poder adquisitivo- y con la salud mental, donde la brecha es igual de acuciante, superando el 20% entre los pobres y no llegando a porcentajes tan altos entre quienes tienen mayor renta.
Respecto a esto último, es especialmente llamativa la diferencia en la prescripción de antidepresivos, superando las 100 dosis al día por cada 1.000 habitantes en prácticamente la totalidad de las áreas de salud de la comunidad entre la población más pobre, frente a la más pudiente, que en casi ninguna zona alcanza esa cifra. Similar escenario arroja la prescripción de opioides, así como de hipnóticos y sedantes entre los mayores de 18 años, con notable desigualdad por riqueza.
Los ingresos urgentes en psiquiátricos, por su parte, son residuales entre los habitantes de mayor renta, mientras que entre los más pobres superan en varias áreas los 20 por cada 10.000 personas. Por otro lado, el hábito perjudicial de fumar está claramente más extendido entre rentas bajas, según refleja el atlas sanitario.
En lo que respecta a los datos desgranados por género, se aprecia una brecha muy marcada en prácticamente todos los indicadores. Las mujeres padecen más obesidad y enfermedades crónicas, pero sobre todo tienen peor salud mental. Y es que frente a un 20% de mujeres con trastornos mentales, los hombres apenas llegan al 10%.
Especialmente sangrante es la diferencia en lo que respecta a prescripción de antidepresivos, ya que ellas superan con creces las 100 dosis diarias por cada 1.000 mujeres, rozando en varias áreas de salud las 200, frente a ellos que no llegan a las 80. En la prescripción de opioides ocurre parecido: ellas superan el 30% y ellos no alcanzan el 20%, en la mayor parte de las zonas de salud; y en hipnóticos y sedantes, los hombres que reciben prescripción son el 7% y las mujeres, por encima del 10%.
Este atlas se ha elaborado para la Dirección General de Transformación Digital y Relaciones con los Usuarios de la Consejería de Sanidad. Su titular, Raúl Pesquera, ha asegurado que se trata de un recurso “muy útil, y que permite aprovechar la multitud de datos que existen en el ámbito sanitario para mejorar la transparencia y la información al ciudadano”.
“Es un instrumento de gran ayuda para que tanto la Consejería como el SCS impulsen acciones de mejora más ajustadas a la situación concreta de cada zona de Cantabria y segmento poblacional”, ha remarcado el consejero, para concluir que es de “vital importancia para que las administraciones públicas tengan información provechosa y de indudable interés a la hora de valorar e implementar políticas y proyectos pertinentes en el ámbito de la salud”.