El Gobierno de Cantabria da marcha atrás a última hora y retrasa la aplicación de nuevas restricciones en los municipios más afectados por la COVID a pesar del crecimiento continuado de la incidencia y de la ocupación hospitalaria, que en la última semana ha elevado el riesgo de la pandemia del coronavirus en la comunidad autónoma. De esta manera, la Consejería de Sanidad rectifica sobre la marcha y vuelve a improvisar una solución de urgencia bajo el argumento de que antes de imponer medidas de control de aforo en los espacios públicos pedirá permiso a la Justicia para aplicar el Pasaporte COVID en determinados ámbitos.
Esta decisión ha llegado tan solo unos minutos después de que la web del Servicio Cántabro de Salud hiciera público el mapa con los municipios más afectados, que situaba a 20 de las localidades más habitadas en el nivel 2 de alerta sanitaria y a otras seis poblaciones en el nivel 1, lo que conllevaba una reducción de aforo de hasta el 50% en hostelería, restauración y comercio, además de en cines, teatros y espectáculos culturales o en gimnasios e instalaciones deportivas, dejando la apertura de los establecimientos de ocio nocturno pendiente de una autorización en función del riesgo.
Esta actualización del Semáforo COVID, anunciada por la Consejería el pasado lunes y que tenía que entrar en vigor en la jornada del jueves tras su publicación en el Boletín Oficial de Cantabria, tenía como objetivo “limitar los contactos sociales y reducir los aforos en aquellas localidades más afectadas”, según recalcó el propio consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez (PSOE), en rueda de prensa. Sin embargo, tras hacer público ese balance a nivel municipal se ha cancelado e incluso se ha eliminado de la web en la que se centraliza toda la información relativa a la pandemia, que ha pasado a estar fuera de servicio.
La explicación oficial se ha hecho pública a través de una breve nota de prensa remitida a los medios, en la que el departamento que dirige Miguel Rodríguez justifica este nuevo cambio de criterio en el reciente aval del Tribunal Supremo a la aplicación del Pasaporte COVID en Euskadi, que podrá exigirlo en restaurantes y locales de ocio nocturno con capacidad para más de 50 comensales. El Alto Tribunal considera que, valorando los derechos fundamentales en juego, la medida es “proporcionada” para salvaguardar la vida y la salud de los ciudadanos ante la nueva ola de contagios.
“Sanidad pedirá el aval del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria para implantar el Pasaporte COVID en determinados ámbitos y poder flexibilizar así algunas medidas como los aforos en la comunidad autónoma. Aunque Salud Pública ha realizado ya la evaluación de los municipios del Semáforo, tras la decisión del Tribunal Supremo, que se ha conocido este martes, se ha decidido posponer la publicación de la resolución y la entrada en vigor de las restricciones previstas”, ha justificado el Gobierno.
“El Pasaporte COVID no es efectivo”
Esta declaración, sin embargo, contradice los argumentos que expuso solo unas horas antes el propio consejero de Sanidad, que en una intervención pública ante los medios de comunicación reconoció que el Pasaporte COVID “no es suficientemente efectivo” y apostó por “la vía del convencimiento y no de la obligación” de cara a aumentar la población vacunada, que actualmente ronda las 20.000 personas en Cantabria.
“Las personas vacunadas, aunque no tienen problemas graves en general, cuando se contagian sí transmiten el virus a otras personas vulnerables, por lo que es importante reducir el número de contagios”, insistió Rodríguez para minimizar el impacto que pudiera tener actualmente la aplicación del Pasaporte COVID que ahora reclamará a los tribunales.
“Hemos llegado a la conclusión de que el único camino sostenible es la vacunación y, sobre todo, la aplicación de la dosis adicional, que siete días después incrementa exponencialmente los anticuerpos sanguíneos. Puede acabar con una ola COVID, como hemos visto que ha ocurrido en Israel”, reiteró también en esta misma línea el director general de Salud Pública, Reinhard Wallmann, que admitió a su vez que “para mantener el sistema hospitalario, la solución pasa por menos contactos, mascarilla y ventilación”.