José Sacristán (Madrid, 1937), leyenda viva del cine español, recalará en el Festival de Invierno de Torrelavega este sábado 7 de enero y encarnará uno de los personajes principales en la obra 'Muñeca de porcelana', del dramaturgo estadounidense David Mamet, un texto que aborda la corrupción de las élites políticas y económicas. Al concluir la representación recibirá el Premio Duende Zahorí por su especial vinculación con la ciudad y con su certamen teatral, una relación que no piensa romper, porque a sus 80 años insiste en que “este oficio es un juego maravilloso y mi meta es seguir jugando”.
¿Tiene o ha tenido algún espejo donde mirarse dentro o fuera de la profesión?
Sin duda, Fernando Fernán Gómez, un maestro, un referente, algo más, un amigo, un hermano mayor, casi un padre.
¿Cuál es el secreto para adaptarse a la evolución del cine en España durante todos estos años, a tratar con público y compañeros de trabajo de distintas generaciones?
Las variantes son de tipo mecánico y técnico en esto de hacer cine, pero las constantes son las mismas: es contar una historia. Tanto la necesidad del público de asistir a obras de un tipo o de otro como las necesidades de las que las hacemos son las mismas. Igual que cuando los hermanos Lumière hacían 'El regador regado'. Los cambios son técnicos, mecánicos, pero la esencia es exactamente la misma. También la ilusión, los malos momentos y los cojonudos, todo igual.
En una ocasión mencionó que se siente “más un superviviente que un maestro”. ¿Cuáles son las mayores dificultades que se ha encontrado en su carrera?
Dificultades las naturales, las normales, venir de la Castilla campesina de los años 40 y querer ser actor no era nada fácil y lo sabía. Ya sabía que iban a darse y se han ido venciendo. No considero que haya habido unas dificultades particularmente referidas a mi caso concreto. Nunca me han sorprendido, he convivido con ellas.
Si tuviese que destacar un personaje de todos los que ha representado, ¿cuál sería y por qué?
Uno solo no te diría, igual no he hecho tantos que merezcan la pena, pero todos y cada uno de los que he hecho, todas y cada una de mis películas, están en mi ánimo, ocupando el mismo lugar. Unas me gustan más y otras menos, lógicamente, pero todas forman parte de mi trabajo y mi trabajo forma parte de mi vida.
Además del cine, ¿qué otras pasiones tiene José Sacristán?
Mi trabajo como actor, el teatro, la televisión, la lectura, la música… pero es verdad que como espectador lo que más me gusta es el cine y como actor no hago distinciones. Por lo demás, me hubiera gustado ser director de orquesta.
Nunca ha ocultado su cercanía al mundo de la política, su perfil de izquierdas. En 1977 avaló al Partido Comunista y en las últimas elecciones del 26J puso la voz al spot de Unidos Podemos. ¿Qué opinión le merecen los últimos acontecimientos sucedidos en la formación morada, el enfrentamiento entre los afines a Iglesias y a Errejón?
No me gustan nada esas diferencias. Por un lado es normal, pero no me gusta la naturaleza de la diferencia. Aunque bueno, tiempo al tiempo, son gente que está echando a andar, son naturales y lógicos estos primeros tropiezos, confío en que se incorporen y tiren para adelante. Es natural que ocurran estas cosas, no creo que sea para desanimarse demasiado.
¿A qué se refiere con la naturaleza de la diferencia?
Me parece que hay una cuestión de matiz, hay diferencias que son enriquecedoras y en estas hay un enfrentamiento. Creo que no hay un común denominador de intereses, me da la impresión.
En una ocasión dijo que “le dolía que la izquierda haya hecho tan mal las cosas”. ¿Este enfrentamiento también podría incluirse en esa afirmación?
No, se trata de mucho antes. Me refiero a dónde coño está el PSOE y dónde está Izquierda Unida. Creo que esta gente de Podemos está intentando recoger todo esto y tratando de ser el vehículo que enderece la situación. Ha habido una izquierda corrupta y 'señoritil' en los últimos años, una izquierda que la ha cagado bien cagada.
Dice que “la derecha debería preguntarse por qué el mundo de la cultura se mueve más en un territorio próximo a la izquierda”. ¿No cree que cada vez hay menos artistas que se acercan a la política, que manifiestan públicamente su ideología?
Es posible, tampoco me he parado a analizarlo, pero sí es cierto y es evidente que la gente dedicada al mundo de la cultura y del espectáculo está mucho más cerca de la izquierda.
Hábleme de la obra que va a representar en Torrelavega, 'Muñeca de porcelana'.
Es la obra de un cronista de su tiempo muy lúcido como es David Mamet. Es un tipo que sin intentar la doctrina ni enseñar a nadie cómo hay que vivir, pone sobre el tapete cuestiones que nos afectan a todos. Es el ejercicio del poder llevado hasta sus últimas consecuencias, el poder económico, el político y, como consecuencia, el poder moral, la impunidad con la que esta gente se maneja y como, en el caso de 'Muñeca de porcelana', no rinden cuentas a la justicia, sino ante un poder tan corrupto como el suyo pero superior en fuerza. También Mamet señala quién pone ahí a esta gente. Les votamos nosotros, les aplaudimos nosotros y qué nivel de responsabilidad corresponde al de a pie a la hora de decir esto de “los políticos son una mierda”. Joder, que no son marcianos. En muchas ocasiones se sabe que es un corrupto y se le vuelve a votar y se le vuelve a aplaudir y se le vuelve a jalear.
¿Podría establecerse un paralelismo con la realidad actual?
Totalmente, es perfectamente aplicable a cualquier latitud.
¿Cuáles son sus metas, sus objetivos de ahora en adelante?
[Resopla]. Voy a cumplir 80 años y la meta es la de siempre. Para mí, la base fundamental de este oficio al que me dedico es lo que tiene de juego, un juego maravilloso de hacer creer al otro que soy el que no soy. La meta es seguir jugando.
¿Se ha planteado en algún momento retirarse?
No, de momento no. Lo que sí tengo claro es que no esperaría nunca a que me retiren, tomaría la iniciativa.