La actriz Núria Espert, una de las figuras más destacadas del teatro español contemporáneo y que recientemente ha recibido el Premio Princesa de Asturias de las Artes, recala este viernes 16 de diciembre en el Palacio de Festivales de Santander, con la primera versión en español de la obra teatral 'Incendios', del canadiense de origen libanés Wajdi Mouawad. “Ahora que llevamos más de 60 representaciones sigo sintiendo la misma emoción del primer día, es un texto único, uno de los mejores que he representado en mi vida”, asegura la actriz sobre esta obra.
Comenzó muy joven en el teatro, ¿cómo entró en este mundo?
Un poco por casualidad. Mis padres eran muy aficionados al teatro, se conocieron trabajando juntos como aficionados, se casaron y me enseñaron a recitar poesías. Alguien me oyó para el Teatro Romea de Barcelona, me contrataron y hasta hoy.
A lo largo de su amplia trayectoria, ¿qué momentos destacaría como los más especiales, los más brillantes?
Yo creo que los momentos más especiales son los de cambio; cuando hay un gran cambio en la persona y en la actriz. Cuando sustituí a Elvira Noriega con 19 años, cuando mi esposo creó nuestra compañía en 1959, cuando entró Victor García en ella e hicimos 'Las Criadas' y 'Yermas' por el mundo entero, cuando dirigí en Londres por primera vez en inglés a Glenda Jackson en 'La Casa de Bernarda Alba', cuando dirigí ópera… Todos ellos son grandes cambios en mi vida.
Imagino que también habrá pasado momento difíciles... ¿Alguna vez se replanteó su continuidad en la profesión?
No, ha habido momentos difíciles, de estar harta alguna vez; momentos malos en los que las cosas se tuercen, pero nunca he pensado en tener una vida diferente haciendo otra cosa.
¿Cómo ha visto la evolución del teatro en España a lo largo de todos estos años?
Ha sido un cambio enorme, igual que el de nuestra sociedad. El teatro siempre va ligado a la sociedad: cuando el país está frenético, el teatro se pone frenético, y cuando el país está aburrido, el teatro lucha contra ello, pero también se resiente. La crisis ha hecho daño al teatro igual que se lo ha hecho a… iba a decir a toda la sociedad, pero no a toda... (ríe). Como se lo ha hecho a tantísimos millones de españoles.
A su juicio, ¿la cultura representa un papel importante en nuestro país?
No el papel que debería tener, por supuesto. Creo que la cultura está muy condicionada por los gobernantes y en algunos lugares florece como una rosa y en otros, como en nuestro país, no se le hace ningún caso, no cuenta, no les preocupa. La educación les preocupa más porque hay unos baremos europeos en los que casi siempre fracasamos y no saben cómo hacer para arreglarlo. Sin embargo, el mundo de la cultura no les interesa para nada, no da un voto.
No obstante, suena paradójico puesto que la educación y la cultura están muy ligadas, ¿no es así?
Sí, y más que deberían estarlo, deberían estar empastadas, deberían ser una sola cosa, pero no lo son.
Esa flor que anteriormente mencionaba, ¿vislumbra expectativas de que en España vaya a florecer en el futuro?
No parece, será el esfuerzo individual de cada uno de los profesionales, será el público llenando las salas cuando tienes la suerte de acertar, y lo demás... a la deriva.
¿Es más difícil entrar y triunfar ahora en el mundo del teatro que cuando comenzó usted?
Siempre es muy difícil y siempre la casualidad juega un papel importantísimo. Era muy difícil entonces y lo es ahora. Son muchos los llamados y pocos los elegidos.
¿Qué le diría a alguien que quiere dar el paso pero por miedo al fracaso o a no conseguir esa vida que le gustaría, no lo hace?
Que ese miedo lo tendrá en cualquier profesión que elija, es decir, si quiere ser médico necesitará tener talento y suerte, para ser astronauta también talento y suerte, y lo mismo para ser actriz o actor.
¿Qué personaje u obra le llena más, le emociona más representar?
Generalmente se suele decir 'el que estoy haciendo ahora' pero, en este caso, sí es el que estoy interpretando ahora. Antes de 'Incendios' hice 'El rey Lear', dirigida por Lluís Pasqual, y me pareció que sería muy difícil continuar con esa temperatura, con la carrera a ese nivel y sintiendo lo que se siente cuando estás metido en semejante proyecto. Sin embargo, de nuevo el azar me pone en las manos el texto de 'Incendios', una obra que ya había visto cuando se representó en el Teatro Español y que me deslumbró y me gustó muchísimo, pero cuando tuve el texto entre mis manos, pensé que no había otro como ese y que no caería otro igual en ellas.
Aun teniendo la idea de descansar un poco después de 'El rey Lear', que me dejó muy agotada, inmediatamente me puse a estudiar con toda la fe. Ahora que llevamos más de 60 representaciones sigo sintiendo la misma emoción del primer día. Es un texto único, es uno de los mejores que he representado en mi vida, y he hecho a muchos de los grandes autores de la historia del teatro. Ese texto violento y tierno, poético y estremecedor, es teatro contemporáneo, demasiado contemporáneo. Sería estupendo poder decir que eso que cuenta esta obra ya pasó, poder decir 'mira cómo eran las cosas en aquel momento', pero desgraciadamente el texto es de lo que ocurre esta misma mañana en el mundo.
Ha recibido recientemente el Premio Princesa de Asturias de las Artes, ¿qué supone para usted este galardón a título personal?
Me agradó muchísmo porque cuando puedo soy espectadora de estos premios y me gusta la trascendencia que les dan, con toda la ciudad de Oviedo en la calle saludando y felicitando a los premiados. Generalmente los galardonados son gente de un nivel absolutamente de primerísima fila. A España le había tocado a sus futbolistas, a sus cantantes de ópera, a sus arquitectos... pero no al teatro. Me ha tocado a mí como podía haberle tocado a otra persona. Me alegré y me gustó mucho.
Llegado a este punto, cuando echa la vista a atrás, ¿qué siente?
No echo la vista a atrás, no soy nada melancólica, echo la vista hacia adelante. Estoy haciendo una gira y el miércoles arrancamos y nos vamos. Lo hecho, hecho está.Hay que mirar hacia adelante.