La Universidad de Santander, desde 1985 de Cantabria, se inauguró en agosto de 1972. Es una universidad, pues, de indudable origen franquista. Había necesidad de aliviar la presión a la que el movimiento estudiantil estaba sometiendo al Régimen y desde Madrid se creyó acertado romperlo multiplicando las universidades en provincias.
Es la intención de este artículo dar a conocer la existencia de un proyecto de Universidad de Cantabria de 1936 que no logró llegar a meta, pero que a pesar de ello es importante que se conozca para poder decidir de quién declararnos herederos, cuál queremos que sea nuestra tradición, pues toda tradición impuesta, e imponer es no informar de las alternativas existentes, deja de serlo para pasar a ser una obligación.
Valdecilla, referente de la Facultad de 1972
La primera Facultad de la Universidad santanderina fue la de Medicina, levantada a la sombra del Hospital Valdecilla, en el antiguo barrio de Pronillo, lejos del grueso de facultades, que serían emplazadas en Los Castros.
Este hito debe mucho al doctor Segundo López Vélez, director gerente del Hospital hasta 1983, cuando fue cesado al negarse a presentar su dimisión, y primer Decano de la Facultad de Medicina, cargo al que sumaba el de Comisario. Su perfil ideológico apuntala los pilares sobre los que se asienta la Universidad de 1972.
Ramón Pelayo, fundador
El Hospital Valdecilla nace como Casa de Salud en octubre de 1929, coincidiendo con el cumpleaños de su principal benefactor, Ramón Pelayo de la Torriente, Marqués de Valdecilla desde 1916.
Ramón Pelayo de la Torriente era indiano de Valdecilla, Medio Cudeyo, retornado de Cuba, a donde emigró con catorce años. Su primer empleo fue en una abarrotería, que es el nombre que reciben los ultramarinos en Ultramar. Pronto se enriqueció gracias al comercio de azúcar.
A su regreso, que se ha interpretado como reacción a la independencia de la isla, centró su labor benefactora en materia educativa, abriendo escuelas por doquier (en su pueblo, el Colegio Ramón Pelayo de Santander, en Tresviso, etc.), a las que dotaba de comedor siguiendo el principio regeneracionista de “pan y escuela” acuñado por Joaquín Costa.
Pero no tardó en ampliar su campo de acción e incorporar objetivos de mayor calado, entre los que destaca la financiación del Palacio de La Magdalena, de la Biblioteca Menéndez Pelayo, de la Universidad Central de Madrid, actual Complutense (el pabellón que lleva su nombre en la céntrica calle San Bernardo, dedicado a fondos antiguos de la biblioteca, lo pagó él) y de la por entonces Casa de Salud Valdecilla, su proyecto más ambicioso.
Origen del Hospital Valdecilla
El año 1791 se funda el Hospital de San Rafael, actual Parlamento de Cantabria, un estupendo edificio ubicado en la calle Alta de la capital que se alinea con el urbanismo ilustrado que en Santander tiene su epicentro en El Ensanche y en particular en la Plaza Pombo: amplias estancias bien aireadas, buena orientación... Pese a todo, transcurrido un siglo el Hospital de San Rafael comienza a no satisfacer las necesidades de una ciudad que se quería rica.
El primer mazazo lo da la explosión del vapor Cabo Machichaco a finales del siglo XIX -véase Pachín González de Pereda-. El segundo la Guerra de Cuba, sus heridos. El tercero y definitivo la epidemia de gripe española de 1918. Es entonces cuando los ciudadanos exigen la construcción de un nuevo hospital que sustituya al que ya a partir de entonces no dejaría de ser considerado antiguo.
Todo se dispone para que el rey ponga la primera piedra -por cierto, desaparecida-, pero poco más se hace, salvo echar los cimientos de acuerdo con los planos firmados por el arquitecto Eloy Martínez del Valle.
Entrados los años veinte el marqués decide tomar las riendas del proyecto, que había quedado estancado. Propone reflotarlo a cambio de hacerlo suyo. La corporación municipal acepta, no sin oposición. El marqués toma entonces dos decisiones fundamentales: la primera, nombrar como arquitecto 'físico' a Gonzalo Bringas, de estilo ecléctico (lo hacía todo bien); y la segunda, nombrar como arquitecto 'ideacional' al doctor Wenceslao López Albo, del entorno del Nobel Cajal, natural de Santander aunque toda su familia fuera de Colindres.
El arquitecto se ve constreñido por los planos de 1918. El modelo que se ve obligado a seguir es el pabellonario o europeo, en horizontal, que podía estar a la última en la década de los diez, sí, pero no a las puertas de los años treinta. De hecho, López Albo imparte en el año 1932 una conferencia en la que defiende, en una meritorio ejercicio de autocrítica, el modelo opuesto al santanderino, es decir, el vertical o norteamericano, tipo rascacielos.
Los pilares de Valdecilla, año 1929
El Hospital que, por su parte, idea López Albo se asienta en tres pilares: la Escuela de Enfermería, la Biblioteca Marquesa de Pelayo y, sobre todo, el Instituto Médico de Postgraduados. El objetivo que perseguía era hacer no solo un hospital nuevo sino también moderno.
La Escuela era una de las más avanzadas de la época: tres años de formación, inmersión en el día a día del hospital, enseñanza laica, etc. No era la única, pero sí la más prestigiosa.
La Biblioteca, segunda por antigüedad entre las hospitalarias tras la de Basurto, primera moderna, nació con vocación de Biblioteca Nacional de Medicina, aspiración que truncó la guerra -todavía hoy no hay, aunque la Biblioteca Marquesa de Pelayo persiste-.
Por último, el Instituto Médico de Postgraduados, la joya de la corona. Estaba diseñado para cubrir dos frentes: investigación y docencia. Tal era su importancia que a nivel interno se toma su inauguración en enero de 1930 como la del Hospital, quedando la de octubre de 1929 como un acto más de reconocimiento al marqués.
La inauguración del instituto o, en clave interna, la del Hospital consistió en un ciclo de conferencias de alto nivel, la primera impartida por el doctor Juan González-Aguilar, que tras la guerra marcharía al exilio argentino. El acto estuvo precedido por un discurso de López Albo en el que hace una defensa ferviente de la cultura y el progreso, dejando entrever la existencia de resistencias a su proyecto, oposición encarnada en la figura de la sobrina del marqués, la Marquesa de Pelayo.
Wenceslao López Albo, primer gerente
El perfil ideológico del doctor López Albo era el opuesto al de la Marquesa de Pelayo, que no veía con buenos ojos que su tío abandonara el timón del Hospital a manos de un izquierdista, tal y como ha explicado Fernando Salmón. Tan es así que puso remedio en cuanto tuvo ocasión: aprovechando que su tío se hallaba enfermo, relegó al doctor a labores de dirección médica, cediendo la gerencia a la madre superiora de las Hermanas de la Caridad, Sor Bastos, ante lo cual López Albo presenta su dimisión en fecha tan temprana como septiembre de 1930 -se ha publicado su carta de dimisión, pero el original ha desaparecido-.
Le acompaña en su decisión la doctora Teresa Junquera, subdirectora de la Escuela de Enfermería, cuyo mal funcionamiento, provocado por estrangulamiento económico, sirvió a la marquesa de excusa para atacar al doctor, con los resultados que se acaban de ver.
López Albo se traslada entonces a Bilbao, donde participa de forma activa en la elaboración del Estatuto de Autonomía Vasco, de larga gestación, y en la creación de la Facultad de Medicina de la Universidad Vasca en el Hospital de Basurto. La Facultad de Medicina de la Universidad Vasca se inaugura, como bien ha estudiado Mikel Aizpuru, en diciembre de 1936. Pero para entonces López Albo ya no estaba en Bilbao.
El doctor santanderino había sido reclamado por las autoridades republicanas en julio de 1936, ocupando de nuevo la dirección y gerencia de Valdecilla de forma efectiva en septiembre de ese mismo año. De julio, si no antes, a septiembre, con Sor Bastos en la cárcel, es el doctor Ernesto Gonzalvo quien ocupa el puesto de forma interina. Este doctor fue fusilado por las tropas franquistas el 14 de octubre de 1937. En 2015 le fue dedicado un homenaje en el Hospital.
En septiembre de 1936, tras su regreso de Bilbao, López Albo pone en marcha dos proyectos de enormes interés: una colonia agrícola para enfermos mentales en terrenos no se sabe si incautados a la familia del marqués y la Escuela Libre de Medicina, también denominada Práctica, sita en la Casa de Salud Valdecilla.
La Escuela Libre de Medicina
La Escuela Libre de Medicina nace del Instituto Médico de Postgraduados en el contexto de la Guerra Civil de la mano del doctor López Albo, que aprovecha su experiencia en la creación de la Facultad de Medicina en el Hospital de Basurto.
La Facultad de Medicina bilbaína se creó para que los alumnos oficiales embolsados al lado republicano del Frente Norte no perdieran clase. En Cantabria la situación no difería de la vasca: era necesario atender a los estudiantes que habían perdido contacto con sus universidades de origen, tanto a los cántabros que estaban disfrutando de sus vacaciones en casa como a los de fuera que estaban estudiando en la Universidad Internacional de Verano de Santander. Sin embargo, el proyecto cántabro tenía las miras más altas: el objetivo último era sentar las bases para crear un distrito universitario que orbitara en torno a la ciudad.
En el año 1935 se celebró el primer (y único) Congreso Pro Médico Español que el Gobierno de la República aprovechó como semillero para elaborar una nueva ley de universidades. Entre los ponentes, el doctor López Albo, que defiende la acreditación de institutos como el de Postgraduados por él creado en Santander para expedir títulos oficiales de especialista, sirviendo así de muleta a las universidades, con muchas carencias en formación especializada. Su propuesta no sale adelante, pero la guerra abre una ventana de oportunidad que permite plantear todo de otro modo.
Estallado el conflicto bélico, el doctor quiere hacer del Instituto Médico de Postgraduados una Facultad de Medicina, a lo que suma la Biblioteca Menéndez Pelayo como Facultad de Filosofía y Letras y la Estación de Biología Marina como Facultad de Ciencias, todas ellas enhebradas en la Universidad de Cantabria o del País Cántabro (sic).
Quiere ser el primero. Es importante serlo de cara a la batalla que él considera próxima para hacerse con un distrito universitario.
Al no contar Cantabria con Estatuto, a diferencia del País Vasco, el doctor se queda en puertas y tiene que conformarse con una una fórmula intermedia, a la espera: la Escuela Libre de Medicina, que podemos considerar una Facultad de Medicina sin respaldo del Boletín Oficial.
En un anuncio publicado en prensa el día antes de la inauguración, se lee: “Por ahora, las enseñanzas tendrán carácter privado, es decir, funcionará como una escuela libre. Pero en su día se solicitará la validez de ellas, y en un porvenir cercano, sea por la región autónoma, sea en relación con el Estado, la Casa de Salud Valdecilla adquirirá las prerrogativas de una institución oficial por lo que respecta a las funciones docentes”.
La inauguración
Un mes antes de la Facultad de Medicina de la Universidad Vasca, en noviembre, se inaugura la Escuela Libre de Medicina de la Casa de Salud Valdecilla. Es un acto celebrado por todo lo alto. Acompañan al Doctor López Albo Laureano Miranda, presidente de la Diputación; el delegado de Hacienda, Paulino Vega; el representante del Frente Popular, Vicente del Solar, y los directores generales de Instrucción Pública, Finanzas, Exterior y Comercio, Colina, Moya, Ramos y Leiza, respectivamente. Únicamente se echa en falta a Ruiz Olazarán, gobernador civil. El proyecto, aunque embrionario, cuenta, como vemos, con el respaldo del Gobierno en pleno.
En su discurso inaugural López Albo dice lo siguiente: “Para el presente curso, el Consejo Médico de esta Casa, con la colaboración de profesores y catedráticos de Universidad, ha elaborado un cuadro de enseñanzas adaptado al de las facultades nacionales, pues funcionará como una Escuela libre, suplente, en cierto modo, de las facultades oficiales, ya que los alumnos de la zona norte no pueden seguir sus estudios en las universidades. (...) Pero la Casa de Salud Valdecilla se reserva para el próximo curso la confección de un plan con orientación propia, basado en la enseñanza práctica e integral de la medicina. De aquí allá puede conseguirse el carácter oficial de nuestra Escuela de Medicina, así como del Instituto de Especialidades”.
En el cuadro de profesores destacan los siguientes nombres: doctor Téllez Plasencia, al frente de Fisiología general y Patología (huesos); Navarro Martín, Dermatología y Sifiliografía; Barón, a cargo de Patología médica (primero, digestivo), Terapéutica quirúrgica y Patología quirúrgica (tercero, abdomen); Usandizaga, Obstetricia y Ginecología (primero y segundo) y Patología quirúrgica (tercero); Arce, a cargo de Pediatría y Terapéutica clínica; Díaz-Caneja a cargo de Oftalmología, y López Albo, de Patología médica (segundo, neurología y psiquiatría), Patología quirúrgica (segundo, cráneo, raquis y nervios) y Medicina legal (psiquiatría forense), entre otros.
Como observamos, hay doctores de izquierdas, caso de Téllez Plasencia o el propio López Albo, y otros que se significaron como derechistas, por ejemplo Barón o Guillermo Arce. Esto es así porque el doctor López Albo aplicó criterios de selección completamente ajenos a circunstancias extra profesionales, tal y como hizo en Valdecilla en el año 1929.
El propio responsable de la Escuela Libre de Medicina informa que al comenzar el curso había más de medio centenar de alumnos matriculados. Se han hallado 86 fichas, más que en País Vasco. Entre los alumnos los hay de Santa Cruz de Bezana, Cacicedo de Camargo, Solares, Casar de Periedo, Novales, Muriedas, Liérganes, Reinosa, Torrelavega y, sobre todo, Santander. Muchos son alumnos de primer año. Es evidente, pues, que el proyecto de Universidad de Cantabria trascendía las circunstancias del momento.
El fin
Santander es tomada por las tropas franquistas el verano de 1937. El doctor López Albo pasa a Francia y de aquí a Cataluña. En 1939 se exilia a Francia, salta a Cuba y finalmente a México, en cuya capital fallece. El doctor Téllez Plasencia se exilia a Francia; González-Aguilar a Argentina, etcétera. La Escuela Libre de Medicina y sus previsiones de futuro desaparecen, simplemente.
La actual Universidad Pública del País Vasco se ha declarado heredera de la Universidad Vasca de 1936. La Universidad de Cantabria no ha entrado siquiera a valorar la posibilidad de enriquecer su herencia.