Con una madurez que escapa a la lógica para sus 21 años, hablar con Inazio Nieva es darse cuenta de que tampoco le ha quedado otra. Después de recibir Atención Temprana desde que era un bebé, sufrir bullying en la adolescencia por parte de compañeros, pero también de profesores que le acusaban de “inventarse” la parálisis cerebral, se tuvo que enfrentar a una depresión con 13 años que lo colocó en un pozo del que ya ha conseguido salir con la ayuda de un psicólogo. “Con esos años, pensaba que mi futuro estaba debajo de un puente, que estaba al final de la sociedad... Es muy fuerte pensar eso con esos años”, reconoce.
Su cambio hasta convertirse en un activista por la visibilización de las personas con diversidad funcional llegó, precisamente, al ir superando esa depresión: “Llegó un momento en el que tomé conciencia de que tenía dos opciones: hacerme la víctima o tirar para delante, y escogí la segunda. Siento responsabilidad por toda la atención que he recibido y tengo la obligación de devolverlo dando voz a las personas que están en situaciones parecidas a la mía”, explica.
De esta forma, Inazio compagina sus estudios (ahora comenzará a estudiar el ciclo superior de Integración Social, pero ya posee el de Ayuda a Personas en Situación de Dependencia) con unas charlas donde su máxima es transmitir “que la inclusión empieza en nosotros y que hay que aprender a vivir con la parálisis”. Este miércoles estará en Noja a partir de las 20.00 horas en el Palacio de Albaicín para ofrecer una ponencia en la que ya hay aforo completo, algo que agradece “profundamente” al ayuntamiento del municipio y que califica como “una muestra más” del avance de la sociedad.
La inclusión es un edificio de siete plantas, y, como sociedad, hemos empezado a subir, pero todavía vamos por la entreplanta
En su caso, no se sabe el momento exacto en el que apareció la parálisis cerebral, y si ocurrió durante el embarazo o durante el parto, pero lo cierto es que lo dejó con un 57% de discapacidad, algo que hace visible su diversidad funcional y que lo ha llevado a sufrir más de una situación violenta. “Hay gente que nos sigue teniendo como 'retrasados', pero hay otros que nos victimizan y nos tratan con paternalismo, y eso no nos permite desarrollarnos. Cuando nos infantilizan y nos llaman 'pobrecitos' sé que la intención suele ser buena, pero el desconocimiento es el mismo que el de la persona que te llama 'inválido'”, declara con cierto tono de hartazgo.
Pero, si hay algo en lo que su voz se vuelve determinante, es en la importancia de la Atención Temprana desde la Sanidad, que considera “crucial”. Además, él ha contado con la inestimable ayuda de sus padres, quienes reconoce que sufrieron durante años de una incertidumbre constante sobre si podría hablar, andar, trabajar... “Nunca diré que hay que obligar a alguien que no puede hacer algo a que lo haga, pero si puedes tener una capacidad está bien que te esfuerces para conseguirlo. Mis padres me lo han inculcado y, mi madre, que es pediatra, al saber de primera mano lo que he ido necesitando, jamás me ha forzado a hacer algo que no podía hacer. Pero muchas veces la gente, con su buena intención, no te deja hacer algo porque tardas cinco minutos en vez de uno, y me dan ganas de decirles: ¡Déjame hacerlo, que me viene bien!”, cuenta.
Asimismo, y pese a un pasado en el que las operaciones o las agresiones callejeras han sido más habituales para él que para cualquier persona, Inazio continuará luchando día a día por demostrar que las personas con parálisis cerebral “somos capaces” y que cada situación es diferente por lo que “hay que fijarse en cada caso, sin prejuzgar”. “La inclusión es un edificio de siete plantas, y, como sociedad, hemos empezado a subir pero todavía vamos por la entreplanta”, concluye esperanzado antes de terminar la llamada con elDiario.es.