Cuando Zahara (Úbeda, 1983) descuelga el teléfono ocurre algo parecido a cuando comienzas a escuchar una de sus canciones: conectas. Y conectas con ella mucho antes de que llegue al estribillo, y a veces incluso antes de que se acerque a la primera estrofa con ese verso inicial, porque ella, su esencia, es puro sentimiento. Sin embargo, descubrir que al hablar puedes conectar aún más resulta gratificante, gratificante y tedioso al mismo tiempo porque te hace reflexionar. Ella no representa a un pop 'ligero' ni seguido por masas y lo sabe, así que ha optado por profundizar en la psique humana con toda la libertad del mundo. Tomándose sus pausas para pensar cuando lo necesita -o para beber café- da la sensación de que a Zahara no le da miedo ser políticamente incorrecta, y es que se ganó a pulso convertirse en todo un referente del pop español, y esa confianza de llevar años sobre los escenarios se palpa en la osadía innata que ya demostró con 'Hoy la bestia cena en casa' y su valiente declaración de intenciones hablando de los vientres de alquiler. El próximo 16 de octubre estará en el Palacio de Festivales de Santander presentando el recital 'Acustiquísimo', lo que supondrá su vuelta a los escenarios tras siete meses en los que el mundo se ha paralizado pero esa cabeza no ha dejado de funcionar.
¿Le ha cundido a Zahara, creativamente hablando, esta etapa rara?
Ha sido rarísimo porque tuve una primera etapa de vacío e incapacidad de hacer nada. Esto fue al inicio de la pandemia, cuando todo el mundo de repente se volvió supercreativo y hacía deporte, pasteles y canciones sin parar... Y a mí me entró como fobia a comunicarme. De hecho, estaba tan triste que me pidieron colaboraciones y dije que no. Con lo que espabilé un poco fue con el documental de Taylor Swift porque hay un momento en el que hace una reflexión muy interesante sobre que su felicidad depende del cariño que le tienen los desconocidos. Ahí habla sobre ese momento en el que está en un escenario ante miles de personas que quieren ser ella, pero ella no los conoce ni tiene ningún interés en ellos. Entonces la pregunta es: cuando todo eso para, ¿que te queda? Y de alguna manera eso era lo que estaba pasando en el confinamiento, que después de tanta gira, tanto aplauso, tanto cariño y tanto estar en lo alto de la montaña rusa, estaba habiendo un parón tan brusco que yo no lo conseguía procesar. A partir del documental empecé a bailar, a estar de buen humor, a intentar hacer cosas y empecé a buscar ese subidón que me faltaba de los conciertos en la creación de canciones, así que empecé a hacer cosas. Pero he estado tan inmersa en lo que he creado, que todavía es muy pronto para saber exactamente lo que es.
¿Cuánto tiene que sufrir una para poder escribir temas tan desgarradores como 'Con las ganas'?
Creo que más que cuánto hay que sufrir, es la manera en la que sufrí cuando hice esa canción, que era muy naif. Cuando la compuse tenía 20 años, y ahora tengo 37... Considero que cuando te rompen el corazón a esa edad, cuando quieres estar con alguien y no puedes, es superintenso. Y pienso que por eso conecta tanto con la gente, sobre todo con la gente joven porque habla el mismo lenguaje que ellos. Es un poco como que todo gira en torno a eso, es esa manera tan joven de amar... Cuando te vas haciendo adulto empiezas a perder esa intensidad a la hora de entregarte. Llegan las taras, el protegerte, el “ya he sufrido demasiado como para que esto me emocione...”, y ya no vuelves a vivirlo así. De hecho en mis canciones se nota, y hay mucha tristeza y mucho desamor, pero ya no hay tanta angustia como en 'Con las ganas' porque creo que ya no es una cuestión de lo que te hace sufrir, sino de la manera que tienes de interpretar ese dolor.
Cuando un compositor es plenamente feliz, si es que eso existe, ¿no siente cierto miedo a no volver a escribir algo suficientemente bueno?
Creo que es más difícil escribir porque la tristeza tiene, por desgracia, la capacidad de reincidir. Cuando tienes un pensamiento positivo, ese pensamiento sucede, lo vives y se va, pero cuando tienes un pensamiento negativo empiezas a darle vueltas, y has hecho la digestión de ese pensamiento pero vuelve otra vez, y vuelve lo que tendrías que haber dicho, lo que no fuiste capaz... Y luego viene la culpa. Pero esto no me lo invento yo, es una cuestión psicológica: en los pensamientos negativos a veces uno se queda atrapado, por eso a veces deriva en enfermedades mentales y depresiones. En ese proceso de rumiar una emoción que sea triste, la manera en la que en mi caso, en ese proceso y como persona que crea trato de escribir las emociones tristes más que estar todo el día dándole vueltas. Yo lo escribo, lo vomito, y en esa catarsis luego suele salir una reflexión desde la tranquilidad, y eso es lo que me lleva a convertirlo en canción.
Sin embargo, también considero que la felicidad estable puede existir de cara a la redes sociales o a tu familia, pero no conozco a nadie plenamente feliz. La felicidad es transitoria, no es un estado que habitar sino por el que pasar para llegar a otros. Es la segunda ley de la termodinámica: el orden tiende al desorden. Tú puedes estar perfecto de salud, estar ideal en tu trabajo, con tu pareja, tu hijo, tu familia, tus amigos... Pero esta felicidad de saber que todo va bien te va a durar unos segundos porque va a aparecer la física a decirte que te equivocas, y que como te muevas se va a desordenar todo. Pero es lo bonito de la vida, jugar a encontrar ese orden que se está continuamente desordenando.
En 'Teoría de los Cuerpos' habla sin tabúes sobre sexo, y me he dado cuenta leyendo otras entrevistas que le han preguntado sobre ello en muchas ocasiones. ¿Cree que si fuese un hombre ocurriría igual?
No. Y no solo lo creo, sino que lo sé porque leo muchas entrevistas. Leo entrevistas en las que cuando hay un hombre ni se le pregunta por cómo le ha afectado la paternidad a su obra, ni sobre cómo se organiza para tener un hijo y seguir con su vida profesional. Se da por hecho que hablar de sexo sin pudor es algo de hombres, y es un territorio que las mujeres nos hemos tenido que ir ganando poco a poco. Y que hoy en día siga sorprendiendo que una mujer hable sin tabúes sobre sexo significa que aún nos queda mucho por hacer. Muchísimo.
Respecto a la maternidad, ha contado que tuvo que planear cuándo quedarse embarazada para poder seguir teniendo un cierto orden en su carrera profesional. ¿Las mujeres estamos más cerca de que eso deje de ocurrir?
Hay una cosa preciosa que empezará a pasar en 2021 y será la baja de paternidad, que durará cuatro meses para los hombres también. Y este me parece un paso que hay que tener en cuenta, aunque no sea lo único, porque nos permitirá hacerlo todo más fácilmente. Al final en las mujeres hay algo físico e innegable que es que somos las que nos quedamos embarazadas, y eso conlleva que la sociedad tenga que hacer unos cambios para gestionar mejor el cuidado y la atención de los niños. Y sí que pienso que hay pequeños cambios, pero creo que es tan lento que no creo que yo llegue a ver a una mujer dejando de planear cuándo quedarse embarazada sin preocuparse.
Contó abiertamente lo que fue para usted la realidad de su posparto y la dureza con la que lo vivió. ¿Recibió alguna crítica?
Creo que vivimos en un momento en el que mucha gente se ofende por lo que una persona siente, y una opinión no ataca a la humanidad, es una opinión. Para mí fue un sufrimiento físico muy bestia, y también creo que hay algo de un paternalismo muy jodido en torno a todo esto y es la frase: “Si ya sabes lo que es, no haberlo tenido”. Y no, perdona, pero no se sabe lo que es porque nadie te lo puede explicar. Siempre es nuevo, y aunque te lo cuenten con pelos y señales no sabes lo que es hasta que lo vives. Pero vamos, que aunque supiera dónde me metía, tengo derecho a que cuando lo viva, experimente cosas que me hagan sentirme mal, y por eso no me tienen que señalar sino apoyarme y decirme que es algo muy duro, pero maravilloso a la vez.
También pienso que como lo hacemos las mujeres en vez de los hombres, no ha habido una atención sobre ello y solamente ha habido algo de: “Como lo hacéis vosotras, lo hacéis y punto”. Pero si tú tienes tu vida montada, una idea de ti, unos planes y un tipo de energía, todo eso cambia... Y eso no significa que quieras menos a tu hijo, o que quieras menos ser madre, solo significa que sufres a la par que amas. Y si a pesar de todo eso eres una madre que adora a su hijo, que lo cuida, que lo educa y que se desvive por él... ¿Qué tiene que ver lo que hayas vivido en un momento concreto contigo misma? ¿Si eres madre ya no puedes ser ni mujer ni persona? No, perdona, pero no.
El arte durante muchísimo tiempo ha sido subversivo y reivindicativo contra todo, se rebelaba, te provocaba cosas, y cuando el capitalismo aparece todo esto cambia porque el arte tiene que complacer y venderse
Y sobre esto, una de las cosas que me parecen más terribles de la publicidad de hoy en día es esa imagen de la madre maravillosa que trabaja, está siempre de buen humor, tiene una relación de pareja ideal... Yo no soy eso, y no quiero que me digan que tengo que aspirar a ser una supermadre, superhija, superamante y superamiga, porque a lo mejor soy un poco de cada cosa pero ni siquiera llego a la mitad. Hay que bajar esas expectativas. Llego hasta donde puedo y está genial. No pasa nada. Aunque también digo que si eres así y tienes el tiempo eres brava. A mí me flipa y lo único que puedo sentir son cosas buenas hacia esas mujeres, que yo lo haya pasado mal no quiere decir que quiera que todas lo pasen mal. Más bien al revés.
¿Y qué opina Zahara del 'amorcentrismo' que hay en el mundo de la música? ¿Es algo positivo o negativo?
Pues creo que no es algo que suceda solo en la música, sino que es algo que pasa en general. El arte durante muchísimo tiempo ha sido subversivo y reivindicativo contra todo, se rebelaba, te provocaba cosas, y cuando el capitalismo aparece todo esto cambia porque el arte tiene que complacer y venderse. Y de repente llega esto de no incomodar, porque cuanto menos molestes, más gente querrá oírte, y si hablas de cosas complejas, si no te entienden y si les haces dudar y les pones en tesituras incómodas, va a generar rechazo y vas a vender menos. Así que creo que eso es lo que ha generado que la temática habitual sea esa, y hablo de lo que yo más conozco que es la música pop.
A mí me encanta hablar de amor porque creo que es importante, pero cuando todo lo centras en el amor y de una manera un poco naif, además de no provocar en el otro un pensamiento de duda, ni algo que le pueda llevar a una reflexión, se tiende a idealizar. Y al final se acaba vendiendo una idea romántica del amor que todo el mundo quiere alcanzar. Es ese amor de 'Con las ganas' de morirte por alguien, pero es que a lo mejor no hay que morirse por nadie. Y ese es el problema, que no hay que sufrir tanto. También creo que las canciones van cambiando, y muchas se plantean esto de ir a tu bola y no necesitar a nadie, pero la realidad es que cuando escuchas la mayoría de las canciones que funcionan te das cuenta de que todas tienen un poso de amor y tormento que es lo que conecta. Y es muy contradictorio porque necesitas escuchar lo que tu sientes en la voz de otro para sentirte comprendido, y eso es precioso, pero a la par no salimos de ahí. Habría que buscar un equilibrio y no abandonar esa temática, sino buscar otras también.
En 'Hoy la Bestia cena en casa' hizo una incursión en la política con una gran aceptación de su público. Lo primero que le quiero preguntar es si le gustó hacerlo, y lo segundo si volvería a escribir un tema así...
Sí que me encantó, y para mí fue algo decisivo en mi manera de hacer canciones. Fue la última que compuse para el disco y sí que marcó un antes y un después porque me di cuenta de que cuando te sales de lo particular para hablar de lo universal es mucho más interesante y mucho más potente. Y la verdad es que esto me parece mucho más explosivo desde la vivencia de la creación. A día de hoy y según concibo mi futuro en la música, sé que esta canción es el trampolín hacia donde quiero ir. Hay que hacer canciones de amor y hablar de las relaciones porque me encanta la complejidad del ser humano y ese momento en el que te relacionas con alguien y cambia tu perspectiva, lo que piensas de ti, lo que quieres, tus expectativas... Eso me fascina. Y seguiré escribiendo siempre de ello porque es lo que pienso a diario y lo que más me interesa de la vida. Pero creo que si el arte pierde esa implicación social y se desvincula de la realidad social y política, pierde una parte importantísima de sí mismo. No sé todavía cómo será todo, pero estoy ahondando muchísimo ahí para hablar de temas que me preocupan y me ocupan mucho espacio.
¿Cómo afronta su primer concierto de la nueva normalidad?
No lo sé. El concierto de Santander fue el último concierto que casi doy, y que el primer concierto que vaya a dar sea ese mismo tiene algo de poético y precioso. Pero si se cancela también será terrible. Tengo tantas ganas… No sé qué va a pasar ni qué voy a hacer. Creo que me subiré al escenario, me dará un infarto durante tres minutos y luego diré: “venga, vale, me voy a recuperar y voy a cantar” [ríe]. Sé que tengo una energía bestial guardada con muchas ganas, y creo que se me va a ir de madre. Lo mismo me da por gritar, que me desmayo, que lloro, que no paro de hablar y de contar mi vida.. Creo que puede pasar todo. Así que vengan a verme, porque igual es mi primer concierto de la nueva normalidad y también el último [ríe].