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Carta con respuesta es un blog del escritor Rafael Reig. Dejad vuestros comentarios en este blog sobre vuestras preocupaciones políticas, sociales, económicas, teológicas o de cualquier índole, y él os responderá cada martes.

Al barón-ministro-rampante

El ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo. / Efe

Rafael Reig

La escasez de noticias provoca la prolongación hasta la náusea de las serpientes de verano: la independencia de Cataluña, la rumba como patrimonio inmaterial de la humanidad, la Universidad de Verano de Podemos y parecidas martingalas. Por eso, si quieren una lectura refrescante, les recomiendo la entrevista del ministro de Educación, Cultura y Deporte con ABC.

El matutino monárquico afirma que, para Iñigo Méndez de Vigo “la cultura es su medio natural, se encuentra como pez en el agua, cómodo y relajado”, y sin duda así será, aunque utilice clichés de “ingeniero de ventas” en urbanización a las afueras como “cambiar el chip” o “no está en su ADN”.

Mucho más delirante es que, en lugar de su biografía (casi toda relacionada con la política y el poder, que parece más su medio natural), el inefable rotativo cuatricómico, nos ofrezca su linaje y además con lo que los confesores llamaban “delectación morosa”: que si es barón de Claret, que si es descendiente (“directo” remacha el timorato ABC) del marqués de Cubas y del marqués de Esquilache, que si es sobrino de la hija natural de Serrano Suñer y... ¡oh, gozo inefable!... si hasta ¡está emparentado con la Familia Real! ¿Se puede desear algo más en esta vida?

Eso es un ministro de alcurnia y no un pelagatos, y ése es el currículum más adecuado, porque, dice ABC, estremecido de emoción: “la historia corre por sus venas, literalmente”.

No como el pobre Wert, que era hijo de un novelista, Ricardo Wert, que utilizó el seudónimo de Ricardo Welter para escribir novela rosa y el de Richard Wert para las policíacas, como Cinco le vieron morir o Una vela al diablo.

Por otra parte, dice cosas sorprendentes el barón-ministro. Unas chistosas, pues le “confesó” a ABC que tuvo que dejar de leer durante un año entero, por culpa de la crisis, “porque no tenía la necesaria tranquilidad para disfrutar de los libros”. Otras no se sabe si desvergonzadas: afirma que ha hablado “con muchísimas personas del sector y noté complicidad, personalidades de la cultura que querían sentir el calor del Gobierno. Yo desde luego se lo voy a dar, porque creo en ello”.

Sí, comprendido, hace mucho frío fuera y todos sabemos quienes son esas personalidades (sobre-cogedoras) que quieren ser cómplices del Gobierno para sentir su calor. Y él, desde luego, les va a dar a esas “personalidades” ese calorcito que tanto agradecen, las criaturas.

Más me ha sorprendido, sin embargo, esta afirmación: “Tenemos que empezar a conocernos a nosotros mismos y a valorar desde la escuela lo que hemos hecho a lo largo de la historia”. O sea que tenemos que volver a la historia imperial, a las grandes gestas nacionales, al macizo de la raza, al Cid y supongo que a la Cruzada de Franco. Desde la escuela, además. Por eso habla el ministro de la “supuesta decadencia”, porque ahora la propaganda se encargará de desmentirla. Por eso afirma el nuevo ministro, con desenvoltura y cuajo, sin complejos, que “España ya no es diferente, es superior”.

Superior ¿a quién? ¿Qué es una cultura superior, señor barón-ministro? ¿Hay culturas superiores y otras inferiores?

Por otra parte, el ejemplo que da de que no valoramos lo bastante nuestra superior historia es ni más ni menos que “la presencia española en el norte de África”, de la que al parecer los españoles ahora nos sentimos orgullosos. El barón-ministro-rampante, aunque nacido en Tetuán, no parece acordarse de la situación del Sáhara ni del infame Pacto de Madrid ni de las denuncias de la ONU. Estaría subido en un árbol mirando para otro lado, como aquel otro barón.

Ya sé que también es ministro de Deporte, pero no hay que confundirse: en la cultura no hay medallas, ni podio, ni récords, ni plusmarquistas, ni ganadores y perdedores. Como suelo decir, la cultura no se hace en la cima, sino en los valles.

Tras leer la entrevista, en la que relaciona la Cultura con la Marca España, mi pregunta, señor barón-ministro, es ésta: ¿Usted sólo considera la cultura como un activo de la ominosa Marca España?

Porque si es así, apaga y vámonos. Imagino que el cesante Wert, tras leer esta entrevista, recordará el refrán: detrás vendrá quien bueno me hará.

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